Prologo.

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Desde pequeña siempre tuve mi ligero pero aferrado interés por hacer las cosas como a mi me plazcan, aún si así tuviera que hacerlo a escondidas.

Recuerdo aquél día claramente, estaba en mi cuarto sin poder dormir, cuidando de que mis padres no me escucharan.

Ya era muy noche, y estaba prohibido ver la televisión, pero ¿yo? Yo allí estaba frente a ella con el control en la mano y mi corazón palpitando al mil por minuto.

No se le entendía ni una mínima palabra porque el sonido estaba muy bajo y aunque no me gustaba, me conformaba con eso.

¿Desovedeciendo las reglas otra ves, eh? -Preguntaba para mi misma con tono sarcástico mientras le cambiaba de un canal a otro.

Jamás pensé que alguno de esos canales podría matar mi inocencia y despertar mi curiosidad.

Ese día, señores, me encontré con un canal para adultos.

El camino de una DominatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora