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No podrá escapar esta vez.- pensó segura Christine formando en sus manos dos enojados puños mientras caminaba a zancadas al estudio del capitán del Amanecer Dorado.

Una vez frente a la puerta, abrió sin tocar y lo primero que vio, fue a su amigo mirando tranquilamente por la ventana el ocaso de ese día.

Este no giró a ver quien era, lo sabía perfectamente así que suspiró pesadamente cerrando los ojos mientras se quitaba la máscara.

- William.

El mayor no se sorprendió, sabía que lo llamaba por su nombre cuando se molestaba tal como cualquier madre haría, cosa que él nunca tuvo.

Una presión en su nuca lo hizo salir del bello paisaje frente a él, se giró hacia la menor.

- Quiere hablar contigo.

Casi medio segundo al pronunciar la última sílaba ya estaba recibiendo la negación de la chica.

- Oh, no, tú hablarás conmigo, aquí y ahora.

Sentenció señalando el suelo relacionando el tiempo y el lugar.

La fémina se acercó al mayor y lo tomó por el cuello del manto de su orden.

- ¿Desde cuándo sucede esto, Will?.

Cuestionó con los ojos humedecidos mirándole directo a los de él, que se veían dolidos como siempre pasaba al verla triste.

El mayor no contestó sabiendo la gravedad de la respuesta.

- Vi todo lo que le sucedió a los elfos y ¡Lo entiendo!.- exclamó con rapidez para después negar.- Pero nosotros no tenemos la culpa de nada. Fueron los humanos, sí, pero ¿Por qué tenemos que pagar nosotros por las acciones de nuestros antepasados?. Sí, observé todo y escuché todos sus gritos pidiendo ayuda, pidiendo piedad, sus...- abrió los ojos como platos al recordarlo, claro, sus pesadillas constantes, su miedo al dormir solo.- ¿Wi-will?.

Cuestionó incrédula mientras corrían las lágrimas por sus sonrosadas mejillas.

El de ojos púrpuras la miró apenado con estos humedecidos al ver a su Bella Luz llorar frente a él.

- Claro.- aceptó en voz alta ya segura de sus pensamientos.- Te sucede desde los nueve años.- asintió sin poder creérselo y comenzó a reír mientras se alejaba del mayor.- Que estúpida, yo pensando que lo sabía todo de ti.

Empezó a reír más fuerte sin gracia pero poco a poco fue descendiendo el ritmo y comenzó a sollozar.

El albino rápidamente se acercó para abrazarla y negarle todas sus inseguridades, como siempre, la chica no dejaba hablar, se encerraba en su burbuja de dolor, creyendo que nadie la quería o aceptaba en aquel mundo.

- No, Bella Luz...- lo interrumpió.

- Está bien, Will.- asintió la fémina levantando la mano deteniéndolo para que no se acercara un solo paso más, se secó ella las mejillas y ahora lo miró seria.- ¿Traicionarás a Julius? ¿Al reino del Trébol?.

Cuestionó con dureza en su voz, estática observándolo expectante.

No recibió respuesta del mayor y esta asintió, aceptándolo.

- Si así es la situación, entonces solo tengo que dejar dos cosas en claro si lo que esperas es que ignore esto.- alzó los dedos índice y corazón de su mano derecha.- La primera es que no recibiré nunca más órdenes de ti, eso o irme del Amanecer Dorado, tú decides, y la segunda es que ahora nuestra relación cambiará de mejor amigo de infancia y cercano a ser solo el capitán de mi orden y superior.- aclaró la chica mientras caminaba hacia la salida ignorando los dolidos orbes púrpuras del mayor.

Se detuvo con la mano ya en la cerradura y lo miró de reojo.

- Si ya no queda más que hablar, me retiro, Vangeance Danchou.- murmuró aquellas últimas palabras con respeto mientras abría la puerta y cerraba con un portazo la misma.

De los bellos ojos color lila salieron pequeñas lágrimas.

- Lo siento, Bella Luz.- sollozó apretando los labios mientras se volvía a poner su máscara.- Espero que algún día me perdones.

Opuestos por Naturaleza || Yami SukehiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora