Capítulo 2

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AHORA

Tenía dos año sin verlo, solo por televisión pero eso realmente no cuenta.

Un día hace un año llego un paquete era de Greg, lo sentí así.

Él me envió algún tipo de obsequio, con uno de los trabajadores de sus

padres, pero no me dejo darle las gracias, de ningún tipo.

El tipo solo llego dejo el obsequio en mi puerta y se largó.

Debía cambiar el código de seguridad.

Esto era tan cruel, como olvidas a alguien así, y la peor parte fue que no dijo

nada, como alguna carta, algún estúpido mensaje, nada.

Será mi secreto nadie sabrá que yo recibí esto. No es que tuviera a quien

decírselo.

Solo un obsequio, sin sentido. Mentiras.

Era un telescopio.

Greg me enseñó a utilizarlo, una vez me llevo a una cabaña, estaba a las

afueras de la ciudad en una zona desierta, en medio de un lago contaminado

donde no podíamos sumergirnos o moriríamos de tantas bacterias que no

podrían descifrar cual nos mató primero, llegamos en un bote, que me

recordaba a las góndolas de Venecia que había visto en unas viejas fotos.

Pero todo el lugar, el clima, el sol tan fuerte que mucho tiempo fuera nos

quemaría la piel dolorosamente, la brisa de los arboles al otro lado en una zona boscosa, el sonido del agua, muy leve pero presente, el olor a madera puro de la cabaña, todo formaba parte de un cuadro de ensueño, la soledad era justa.  

Solo él y yo.

Tanteando el telescopio me di cuenta que a un lado tenía unas letras

grabadas. Decía: "encuéntrame".

Había un papel enrollado, de aspecto viejo, casi parecía un mapa del

tesoro. Era el cielo nocturno, con el nombre de cada estrella, que conformaba una constelación.

En ese momento me pregunte que significaba eso ¿aún me quería? ¿Era

eso? ¿Después de un año de silencio? O solo volvía para atormentarme.

El correo llego, me coloque una zapatillas y me dispuse a caminar hasta el

buzón, mi casa estaba lo suficientemente lejos del portón principal, y debido a

que odiaba gente desconocida en mi casa y mi padre nunca estaba en ella,

intente que nunca pusiera personal a mi disposición, claro que no accedió.

Estaba mi nana Isabella, una señora de al menos 55 años hasta donde se, no

era de esas a la que le tomas cariño y quieres como una abuela, conste. Pero

venia cuatro veces a la semana a supervisar las condiciones de la casa,

cocinar y básicamente vigilarme, así que por lo general yo misma iba por mi

correo. Aunque la casa era enorme y una vez al mes venían jardineros y

demás.

Estaba nerviosa, me relaje, camine hasta el buzón con calma, antes de abrirlo

MUNDO ANARQUICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora