segunda noche

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Recorro mi habitación en busca de algo fuera de lo normal. Se había convertido en una clase de ritual desde que comenzó mi temor a la oscuridad, así que cada noche antes de ir a dormir me cersioraba de que todo se encontrara en su lugar y además, percibir los ruidos de mi dormitorio.

— ¿Lista para dormir?

Diego toma asiento cómodamente en uno de los sillones al lado de mi balcón, juega con los hilos de mi cojín y sonríe.

— Creo que sí, pero me siento algo nerviosa.

— No te preocupes, sabes que cualquier cosa puedes prender la luz.

— Pero ayer tú dijiste que...

— Ya lo sé - se levanta y camina hasta que ambos estamos nuevamente frente a frente - Pero lo que menos quiero es que sufras de alguna crisis por mi culpa, así que siente la libertad de mantener las luces encendidas si eso te hace dormir mejor.

Inconscientemente, sonrió.

— Ve a jugar, tus amigos se van a enojar.

Besa mi frente.

— Prometo regresar de vez en cuando para cuidarte, ¿Vale?

— Vale - respondo.

Me recuesto sobre la cama, enciendo la lámpara que iluminaría más que la anterior y asiento al castaño para que apague el foco.

— Dejaré la puerta entrecerrada para que pueda oírte por sí algo sucede, ¿Está bien?

— Sí - suspiro - Ya puedes ir a jugar, no te preocupes por mí.

Sonríe.

— Y no quiero que veas el teléfono antes de dormir porque te va espantar el sueño, lo dejas a un lado.

— Ya entendí, papá.

Ríe.

— Bueno, entonces ya me voy.

Tal y como lo dijo, la puerta se mantiene a la mitad, dando entrada a la luz que provenía del pasillo. Sonrió satisfecha, con la nueva luz de noche que se encontraba en el buró de al lado y junto la luz del pasillo mi cuarto se encontraba casi iluminado por completo, por lo cual, mi ciclo del sueño no se veía interrumpido por alguno de mis episodios.

Giro mi cuerpo hacia el lado izquierdo, meto mi mano debajo de la almohada y jalo uno de mis cojines para rodearlo. Inmediatamente vienen a mi mente los recuerdos de ayer, incluidas las sensaciones inexplicables que rondaban por mi mente en el momento en que Diego y yo estábamos acostados en esa misma cama apenas hace unas horas.

Cierro fuertemente los ojos como si eso de alguna manera ayudara a disipar los sentimientos confusos de la noche anterior. No tenía idea de cuánto tiempo había estado Diego conmigo, pero a la mañana siguiente él ni siquiera se encontraba a mi lado, en su lugar, una pequeña nota donde me indicaba que había salido a entrenar

Aprovecho la iluminación en mi dormitorio para contar las pegatinas en el techo; mis favoritas eran aquellas en forma de dinosaurios, luego iban los planetas y finalmente las plantas. Todas tenían un brillo verde flourescente, excepto los planetas, cada uno tenía el color exacto a como eran en la vida real.

lights on; barcagamer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora