Capítulo 5 "Te llevaré a casa"

77.3K 5.6K 1.3K
                                    


Espero que mi vista esté fallando ahora mismo. Estas cosas no me pueden estar pasando.

Shidney, junto con sus amigas, entran a la cafetería con un aire de superioridad. Dos chicos un poco más mayores que ellas, levantas el brazo indicando su estancia.

Uno debe de ser el hermano mayor de Shidney, su cabello rubio y sus ojos verdes no me hacen dudar.

—¿Dónde estabas? Mamá está preocupada —dice el hermano algo molesto.

—Me fui de compras con mis amigas, estoy harta de tener que ir 4 veces a la semana con mamá, es muy vergonzoso.

¿Será malcriada? Lo que yo daría por tener una madre que fuera conmigo de compras.

Niego con la cabeza algo frustrada y me dirijo hacia mis apuntes de lengua. Espero que Shidney no se quede mucho rato.

—¡Anda! Pero si está aquí la pordiosera —la voz chillona se acerca hacia mí.

Levanto la cabeza intentando mostrar una sonrisa falsa. Aunque odie admitirlo, ella es un cliente y yo la debo tratar bien por eso.

—¿Vas a tomar algo Shidney? —pregunto a regañadientes.

—¿Aquí? ¡Qué asco! Antes prefiero a que me reduzcan la paga —niega poniendo cara de repugnancia—. No deberías de trabajar aquí, puedes contagiar a la gente con tu pobreza, por lo que...

—Vale, entonces si no vas a consumir nada tienes que largarte —alzo los hombros un poco harta de sus insultos.

—¿Perdona? ¿Sabes que te puedo comprar el local con mi paga semanal no?

—Aunque tuvieras todo el dinero del mundo, este local no está en venta, así que lo siento.

—Mira paso de hablar con gente pobre, ahí te quedas —me da la espalda y se dirige hacia sus amigas. Ambas miran hacia mí y luego salen de la cafetería molestas.

Lo que hay que aguantar.

¿Cómo hay gente tan repugnante en este mundo?

Vuelvo a mi libreta algo mosqueada e intento concentrarme.

Estamos a viernes, por lo que si estudio sábado y domingo, podré llegar al cinco.

***

Estamos a domingo y ayer no pude estudiar absolutamente nada. Tuve que hacer doble turno ya que mi encantador padrastro se gastó todo el dinero del alquiler en cervezas y tabaco. Tendría que haber escondido mejor el dinero.

Así que hoy también tengo que trabajar hasta muy tarde.

Siempre que estoy en el puesto, le digo a Rosa que se vaya, al menos ella tiene que estar con su familia.

Atiendo a todos los clientes. La gente suele venir poco un domingo por la noche. Miro mi reloj y son las diez y cuarto. Me faltan menos de dos horas para marcharme y dormir en mi preciada cama.

Mientras tanto, observo que ningún cliente quede sin su pedido y me vuelvo a mis apuntes. Sé perfectamente que voy a suspender, pero no hay que rendirse, no es lo mismo sacar un 3 que un 1,5.

La puerta se abre pero ignoro a la persona que acaba de entrar. Ahora mismo estoy muy concentrada.

—¿Qué hace aquí señorita Collins? —una voz despierta mi interés y levanto la mirada confusa.

¿Qué hace Pearce aquí? Se supone que tendría que entrar en casa ahogando las penas de tener que dar clases mañana.

—¿Trabajando? —pregunto con un tono de sarcasmo y de obviedad.

El profesor AllenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora