"Y vivieron felices por siempre. Fin"
Todos los cuentos terminan bien, menos para la princesa Freya y el príncipe Thomas. El hada madrina Edaleen se embriagó en la boda y lanzó por accidente un rayo al príncipe. Ahora solo quedaba huir.
Pero en su c...
-Leen, por favor si no piensas dejarme entrar, siquiera devuélveme mis pantalones para poder abrir la puerta-
-Vete al demonio Ross!-
Entre besos y caricias, Leen estaba a punto de ser tomada de nuevo por Ross, entonces le dió un fuerte golpe en el estómago y lo echó de la cama.
El susto hizo que Ross despertara abruptamente, se dió cuenta que estaba desnudo y que Leen lo estaba mirando con ganas de asesinarlo desde la cama. Calculando que había ocurrido la noche anterior recordó que trajo a rastras a una Leen muy ebria y que él apenas podía mantenerse en pie también. Lo que sea que haya bebido en el club lo dejó muy mareado. De repente, Leen se abalanzó sobre él en el sofá ofreciéndole whiskey de la repisa y el Vodka que guardaba en el congelador.
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Leen era muy hábil para recordar donde guardaba sus bebidas mientras estaba borracha. Se puso muy pesada ofreciendo las botellas hasta que Ross aceptó para que dejara de fastidiarlo. El no estaba acostumbrado a beber más que una copa de vino ocasional. Hoy aprendería la lección de nunca más beber de más y menos con Leen. Entre copa y copa, chistes e historias absurdas fue olvidando lo que estaba haciendo al principio y cuando menos lo esperó fue arrastrado a la fuerza hasta la cama por Leen.
Si bien ella era la culpable, Ross no lo sentía así. El tenía un fuerte sentido del deber y el honor muy arraigado. Cuando se levantó para tranquilizar a Leen ella sólo lo cacheteó y Ross pidió disculpas jurando que se haría responsable por manchar su honor. Se arrodilló en una pierna y le pidió matrimonio. Ella se cabreó y empezó a lanzarle todo lo que tenía en la mesa de noche para que saliera de la habitación.
Un desnudo y lamentable Ross se mantenía desde entonces parado en la puerta de la habitación queriendo hacer entrar en razón a Leen.
El timbre sonaba y sonaba. Ross no tuvo opción que coger un mantel para cubrirse, poder abrir la puerta y ver quien era. Al abrir la puerta se encontró con Morty que venía a dejarle los paquetes que Sylph les envió desde la oficina.
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-¡Buen día! Hey si me iban a dejar esperando tanto tiempo, mínimo me hubieran contestado los mensajes. Es más de mediodía. Me sorprende que tu seas el que no madrugó hoy amigo. -
