Tres semanas han transcurrido desde aquel incidente en la cafetería y cierto peliverde pecoso daba su quinto suspiro en el día durante su jornada laboral, se encontraba en el mostrador con la mente por las nubes, debido a que no podía sacar de sus pensamientos un nombre extrañamente de su agrado: Dabi.
Aquel joven malherido y con vestimentas húmedas, con un tono de voz y sonrisa sarcástica, con ojos azules y fríos como el hielo, con cabello oscuro, largo y revuelto; con varios piercings que decoraban su llamativo rostro, con brazos formados adornados de tatuajes y manos grandes; era quien inundaba y se apoderaba de su cabeza cada vez que recordaba aquel día, así podía describir Izuku a aquel hombre que entró de imprevisto a la cafetería, pero tenía la ligera sensación de que faltaba algo; algo que no logra descubrir con el pasar de los días. Sentía que debía volver hablar con él, tener su presencia cerca, volver a observar aquellos ojos brillantes y tristes a la vez, aunque la razón de aquello era inexplicable.
No sabía si Dabi vivía cerca de la cafetería o si era de alguna ciudad vecina, no tenía ni la menor idea de cómo poder contactarlo. Así que simplemente soltó otro ligero suspiro.
-Midoriya, he perdido la cuenta de las veces que has suspirado en el día y eso no es para nada común en ti, peor aún si es en horario de trabajo.- comentó su amiga y compañera Tsuyu Asui; conocía bien a Izuku tras varios años de amistad, ambos estudiaron juntos repostería y en cierto momento surgió la idea de comenzar un negocio propio.
-Tsuyu, estamos en la hora libre, puedo hundirme perdidamente en mis pensamientos-
Soltó mientras ocultaba su rostro entre los brazos posados en la barra de la cafetería, sentía que lloraría de la frustración y tristeza.-Tienes razón, pero eso no evita que me sienta preocupada por ti-
Izuku miró a su amiga y efectivamente decía la verdad. Se reincorporó en su lugar y soltó una ligera sonrisa.
-No pasa nada, simplemente no puedo dejar de pensar en alguien y no sé la razón de ello-
-Bueno, hay varios motivos por las que uno piensa en alguna persona en específico, si me dices más detalles sería capaz de ayudarte- Ahora sí que estaba intrigada su amiga; se notaba a leguas y eso le causaba gracia al pecoso, la manera en como quiere sacarle información: jugando con su subconsciente, algo que no logrará fácilmente.
-No creas que caeré en tus juegos de palabras, cuando me sienta de ánimos te cuento todo, saldré a regar las plantas-
-¡No huyas de tus problemas, Midoriya Izuku!-
Salió soltando una ligera risa al dejar un poco confundida a su querida amiga y compañera, pero ni siquiera él podía establecer un poco de orden en sus pensamientos.
El clima era realmente de su agrado, le tranquilizaba cada vez que alzaba la mirada para observar aquel cielo despejado con tan hermoso color... Oh. Y nuevamente se encontraba pensando en el pelinegro, se regañaba internamente por aquello, pues ya no debía de actuar como un adolescente enamorado, aquella etapa de su vida la dejó en el pasado; se trataba de un asunto superado o eso quería creer él.
Dió pequeños golpes a sus pecosos y redondos cachetes tornándose levemente rosados, sin notar que alguien se acercaba al lugar donde se encontraba.
***
En cierto departamento estaba un joven envuelto en sábanas; quien lo viera a primera vista pensaría que se trata de un niño haciendo sus rabietas del día, pero este caso es totalmente lo contrario o tal vez si tenga cierta similitud.
Dabi estaba en un debate interno por aquel chico de cabellera verde, no sabía porque razón no podía retirarlo de sus pensamientos pues el pecoso ocupaba la mayoría de ellos y eso le frustraba al punto de enojarse consigo mismo. Por un lado quería acercarse a la nueva cafetería y volver a toparse con Izuku Midoriya, pero su parte más "razonable" le recalcaba que no debía hacerlo y que lo mejor sería ignorar aquel día de su encuentro. Y así fue como se formó aquel ciclo vicioso.
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Aroma a café
FanfictionLluvia, café y dolor. Palabras que describen el comienzo de un amor.