Capítulo 23 "Guerra de almohadas"

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Capítulo largo pero merece la pena w.w 

Voy al instituto una hora antes de la prevista para despistar a Tom. 

No sé si servirá de algo, pero de alguna manera, me siento más segura en este instituto. 

Entro en mi aula con la intención de ponerme a leer un rato y así matar el tiempo, pero me doy cuenta de que no estoy sola. 

¿Qué hace Pearce aquí? 

—Hola —le saludo provocando que casi se caiga de la silla. 

—¡Dios! ¡Qué susto! —se coloca de nuevo—. ¿Qué haces aquí? —me pregunta confuso. 

—Pues... esto... —intento buscarme una excusa—, no tenía sueño y pues quería leer en un sitio más cómodo. 

—¿Más cómodo?, Grace, todavía no sabes mentir —sonríe ladeando la cabeza—, pero no te voy a interrogar, porque yo también tengo mis excusas. 

Me siento en mi pupitre y saco el libro para ponerme a leer 

—Tú relato de ayer fue fantástico —me comenta causando que dirija mi mirada hacia la de él. 

—Lo dices para consolarme, pero gracias.

—Nunca digo nada si no estoy totalmente seguro —me recrimina con su seriedad. 

Sonrío sintiendo como me pongo roja y bajo mi mirada hacia la del libro. Imposible ponerme a leer con su presencia. 

—Una cosa Grace... ¿te gustaría retomar las clases de apoyo de lengua? —me pregunta carraspeando al final—, es decir... aprobaste con un siete... pero me figuro que querrás sacar un diez ¿no?, para conseguir la beca de la universidad y eso.

—Esto... claro, no... no me importaría. ¿A la misma hora? 

—Sí, a la misma hora. 

Una vez acabada la conversación, vuelvo otra vez a mi libro. No me puedo creer que me haya vuelto a invitar a su casa. Sé perfectamente que él está muy preocupado por mí, y de alguna manera hace que me sienta mucho mejor. 

***

Después de salir de la cafetería, me encamino a la casa de Pearce. Las tardes de otoño se están terminando, dejando pasar el frío infernal de invierno. Con mi chaqueta que apenas me tapa del frío, cogeré unos cuantos resfriados. 

Entro en el edificio del profesor Allen y subo en el ascensor. Mi corazón empieza a latir aceleradamente. 

¿Qué significa eso? 

Con manos temblorosas toco el timbre y después de unos segundos, Pearce abre la puerta, mostrándome una sonrisa. 

—¿Qué haces con esa chaqueta con el frío que hace? —me pregunta enfadado—, ¿no sabes que puedes coger algo? 

Me quedo en silencio no queriendo responderle. No me da dinero para comprarme otra chaqueta. Ya voy justa para pagar los gastos de la casa. 

—Siéntate en la cocina, te prepararé un chocolate caliente, debes de estar muerta de frío —me dice desesperado. 

—No gracias, no quiero... 

—No te he preguntado —interrumpe seriamente. 

Una vez que prepara mi chocolate, me lo extiende y lo acepto de mala gana. 

No me gusta que cuiden de mí, me hace sentir mal, aunque también querida por alguien. Desde la muerte de mi madre no sentía algo parecido. 

—Tómatelo todo o te suspendo —bromea sacando su lado bueno. 

El profesor AllenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora