Han pasado ya 21 desde el golpe de estado, y yo el dictador y gran almirante sith Zraw m'he visto obligado a partir al exilio.
Solo hay una cosa que desde entonces momento me gusta hacer, sentarme en la cabina de mando, catando una copa de vino y mirando a esas estrellas con desprecio, mi hogar, al cual con ardiente deseo anhelaba regresar.
Aún tengo pesadillas, gente gritando, sonidos que provenían del exterior que sonaban como mil tambores pero amplificados por 10 y una lluvia de balas que atravesaba la cámara de gobierno, todas con un único objetivo, mi corazón.
Pero siempre en mi cabeza rondaba una idea, en la cual algún día llegaríamos a algún planeta, en el cual nos podríamos establecer y reconstruir nuestra sociedad, lo que no sabía era que ese día llegaría a la mañana siguiente.
Al día siguiente me despertó un fuerte ruido, una alarma, no tuve demasiado interés en saber lo que sucedía fuera de mi habitación, m'he quede en la cama unos cinco minutos hasta que alguien abrió mi puerta, uno de mis más leales generales, el general Ralak.
-señor, tenemos un problema- dijo el con tono de preocupación,
-que sucede general- pregunté con entusiasmo,
-señor, tenemos a la flota oscura justamente delante- dijo el.
En ese instante me levanté de la cama me puse mi uniforme militar de color azul y subí corriendo a la cabina de mando juntamente con el general Ralak.
Tenía razón, allí estaba, la flota oscura.
Al poco tiempo de divisarla nos llego un comunicado, decía:
"Nos dirigimos única y exclusivamente al gran almirante Zraw, no venimos para empezar una batalla en medio de este frío lugar de la galaxia, sino a conversar entre nuestras dos naciones, dado que las dos estamos en el exilio, por lo tanto pedimos poder conversar para encontrar una solución pacífica"
M'he dirigí al angar 47-b allí bajo una nave con la insígnia del Imperio Oscuro, entonces la rampa bajó y de allí, una mujer vestida con un traje negro caminaba hacia mi, no m'he miraba a los ojos y mantenía su mirada fija en el suelo, por lo que aparentaba ella era diez años más joven que yo, cuando llegó, chocó contra mi pecho pero sin desviar la mirada, la cual seguía fija en el suelo
entonces la cogí de las manos y la invite a que alzara la mirada.
Cuando lo izo me percate de que no era ninguna dama de compañía ni ninguna embajadora, era la emperatriz oscura.
La invite a conversar, estuvimos muchas horas conversando, tantas horas que ni recuerdo la conversación, sólo recuerdo cuando el general Ralak abrió la puerta y dijo -señor, hemos encontrado un planeta-.
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Vida de un gobernante
Science FictionEn esta apasionante nos adentráremos en la vida privada y política de los gobernantes que llegaron a dominar toda la galaxia.