"Yo creo... Yo creo que iré por un naranja".
"¡Heh! ¿Cómo tu cabello?"
Shouyou toma un pequeño contenedor con tinta y lo acerca a su lado. Recibe gustoso el mimo del abuelo en su cabeza y se le escapa un montón de aroma dulce.
"Como tu cabello".
Hace mucho calor ese verano. Ya se ha bebido dos vasos grandes de té, pero sigue sudando y sigue teniendo sed. Con cuidado, toma una de las varitas y reanuda el piqueteo en la piel de su muslo.
Nunca le dio pena estar tan cerca ni con tan poca ropa del maestro. Ni después del primer encuentro que tuvo con él ni nunca. Es gracioso que prácticamente le pisó la espalda mientras lo tatuaba por primera vez, pero ahora se siente muy cómodo a su lado.
Mientras practica y practica para convertirse en Horimono-shi, Shouyou a veces deja partes de su cuerpo descubiertas en frente del Alfa; su torso, sus piernas, una vez su trasero porque quiso extender el tatuaje que le había hecho para su iniciación hasta sus nalgas y él le regañó por faltarle así al respeto a su trabajo, que todavía no se había ganado un rango así. Ahí en su casa, un asentamiento tradicional con un elegante jardín, Shouyou pasa horas y días practicando, seguro y en paz.
Ama dibujar. Ama dibujar sobre papel y ama tatuar piel. Ama pintar sobre lienzos y ama dar brochazos a los muebles desgastados de su maestro. Ama maquillar a las Oiran que van a ser tatuadas para servirle al Inarizaki-rengo y ama armar los kimonos que usarán para recibir al jefe. Ama los colores y los brillos. Ama dibujar y ya.
Hoy está empezando el bosquejo de una azucena pequeña en su pierna. El maestro al fin le dejó usar colores.
Tiene una máscara de tengu en negro en el interior del mismo muslo que está tatuando ahora, una hoja de cerezo en el muslo opuesto, un ramo de glicinas en las costillas, un tigre en el costado y algunos otros piquetes en sus manos y en sus pies. De todos sus tatuajes, la carpa Koi en su espalda es el más hermoso. Esa es su meta, llegar a igualar el trabajo de su maestro.
Ha pasado un año desde que el Alfa Ukai Ikkei lo acogió en su hogar. Atsumu había estado convenciéndolo para que aceptara a su Omega como pupilo y le enseñara una o dos cosas para poder meterlo al Inarizaki-rengo de forma segura, sin que nadie sospechara nada.
El viejo aceptó. No sería nada más que un chiquillo al que tendría que cuidar de vez en cuando. Y enseñar siempre es divertido. Probablemente no pasara de que le enseñara algunas cosas de teoría de color antes de que acabara desesperándose por no soportar el dolor de las agujas.
Pero Shouyou les demostró que estaban equivocados.
Ukai quedó impresionado por el talento del pequeño Omega.
Sus manos delicadas tomaban los lápices y los pinceles con la delicadeza suficiente para lograr trazos finos sea cual fuera la punta y el calibre. Tenía vista especialmente buena que podía distinguir entre los colores y las sombras y los matices. Y hacía todo con la paciencia que a él le costó cincuenta años para pulir; Shouyou se concentraba en empezar un dibujo y nada podía sacarlo de su mundo. Su percepción de la profundidad era maravillosa, uno tenía la sensación de entrar en sus dibujos al verlos.
Además era lindo, era un Omega precioso. Era terapéutico verlo rondando por la casa, abriendo todas las puertas del estudio para tener toda la luz que se pudiera y empezar a dibujar todo lo que veía. Shouyou andaba todo el tiempo descalzo de aquí para allá, dando brinquitos, desgastándose las rodillas limpiando el tatami, sus manos coleccionando callos con cada podada a los árboles de afuera.
Ukai Ikkei quedó boquiabierto al ver su primer intento de tatuaje.
Fue sobre sí mismo, en su pierna, la máscara de tengu. Estaba chueca, la tinta estaba un poco superficial en algunos puntos y muy profunda en otros y el sombreado era un asco, pero Shouyou no cambió de posición, no se movió un centímetro hasta que el trabajo quedó terminado. Sangró, Ukai tuvo que estar a su lado la mayoría del tiempo para limpiar la sangre que caía al piso, pero Shouyou no se movió hasta que el tatuaje estuvo completo. Por lo brusca que todavía era su técnica, el tatuaje debió haber dolido todavía más que lo que haría uno hecho por alguien que sepa lo que hace.
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La Ira del Tirano | Haikyuu!! FF (KGHN | Omegaverse!)
Roman d'amourHoy se sintió como complacerle más que otros días. Sentado a la orilla de la cama, frente a una ventana de la que no colgaba ninguna cortina, dio un toquecito a la punta de su nariz con la punta de su dedo índice. Se sintió feliz de repente porque s...