ᵛᵉⁿᵒᵐᵒᵘˢ ˡⁱᵖˢ ▸ 𝐒𝐓𝐄𝐅𝐀𝐍 𝐒𝐀𝐋𝐕𝐀𝐓𝐎𝐑𝐄 ✓

ten.

VENOMOUS LIPS.
010. | ‘ it's better your way ’

EMILIA SABOREÓ LA SANGRE O-NEGATIVO QUE SE VERTIA EN SU GARGANTA; TODO EL TIEMPO CON cara de disgusto debido al amargo del tipo de sangre. Antes le encantaba el sabor, pero después de pasta por un pequeño pueblo que tenía la misma sangre, la hizo despreciarlo. Retiró sus colmillos de la garganta de la última mujer, dejando que su cuerpo sin vida cayera al suelo. Emilia se recostó en el sofá de una manera seductora mientas Stefan terminaba de rasgar la parte de un cuerpo y volvía a unirlos.

Una vez que terminó, Stefan miró en dirección a Emilia, casi con completa lujuria. Su mirada hacia el fue casi como la vengativa infame de la que muchos se acobardarian. Los labios regordetes que muchos parecían adorar, incluído Stefan, estaban teñidos con la sangre de los caídos. Las curvas de su cuerpo la adornaban bien mientras rodaba seductoramente, sosteniendo sus labios venenosos en un estado de sonrisa burlona a la audiencia que tenía. Paso sus dedos por las muchas crestas de su cuerpo y lo miró de nuevo.

—¿No me vas a pintar como una de tus chicas francesas?—

—Lamentablemente, no soy del todo el pintor—Stefan dijo, acercándose a Emilia y levantandola del sofá—Aunque, tengo otras cualidades que te pueden impresionar—

Ella sintió sus colmillos pellizcar su clavícula, desatando un gemido sutil que lo llevaría a querer más. Sin embargo, tomo uno rápido y el vampiro la llevó al sofá una vez más, mientras se sentaba a horcajadas sobre el empujando sus mechones rubios a un lado y flotando sobre el.

—Bueno, eso es bueno porque no conoces ninguno de los míos—Emilia le sonrió vengativamente, de lo que se enorgulleció. (No entendí eso pero lo estoy traduciendo casi literalmente y con lo poco que se de inglés, so idk).

—Parece que tú humanidad te estaba impidiendo ser quien realmente eres. Una verdadera mujer con labios venenosos que cualquier hombre moriría por tocar—Stefan dijo aplastando sus labios contra los de Emilia, manteniendo su cintura quieta mientras jugaba con la idea de gran lujuria por un momento. El sentido de emociones humanas reales que había reprimido viendo apagó su interruptor de humanidad.

—Por suerte para tí—Dijo Emilia acribillándolo con besos de vampiro—Estos labios son todos tuyos. (Y de Kol JAJSJS).

Ella se alejó de él, dejándolo deseando más del tóxico que había creado. Ella limpió la pequeña cantidad de sangre que le había sobrado y la limpió con su lengua.

—Y tenías razón. Es mucho mejor a tu manera—

Emilia se levantó del sofá y se acercó al armario que tenía la familia muerta, con la esperanza de que tuvieran un vestido para que ella lo usara está noche, ya que el suyo estaba manchado de sangre.

—Matarlos era un favor que le estábamos haciendo a la sociedad, porque por lo que parece, tenían un gusto terrible por la moda—

Siguió tirando la ropa no deseada por toda la habitación, escuchando a Stefan compartir sus comentarios.

—Emilia, sabes que incluso tú puedes hacer que su horrible moda se vea bien—

—¿Es un cumplido lo que escuché? Nunca supe que los destripadores pudieran hacer eso—Emilia le respondió sarcásticamente, mientras continuaba buscando en sus gabinetes.

—Bueno, se que estoy en buena compañía—Sefan dijo mientras corría hacia donde estaba Emilia, y hábilmente abrió la cremallera de la espalda de su vestido.

Emilia tarareó mientras lo hacía y, contra todo pronóstico, encontró un vestido dorado brillante perfecto que parecía ajustado. Si algo era bueno era porque había algo a lo que la mayoría de los hombres no podían resistir, un vestido ajustado. Esos hombres también preparaban la cena más sabrosa.

Emilia se desvistió frente a Stefan, quien parecía que la estaba desnudando y follando mentalmente de veinte maneras diferentes. No era como si lo estuviera haciendo el mismo, ella se burlaba constantemente de el y el tenía una gran cata de póquer mientras tomaba un sorbo de su bebida y disfrutaba del espectáculo. Una vez que terminó, le dirigió una rápida sonrisa se Cheshire a Stefan, quien aprobó a su socio del crimen. Emilia se echó el pelo había atrás y agarró la mano de Stefan para sacarlo por la puerta, pero se negó.

—Vamos, hay música y baile. Sin mencionar a las personas que van solas y ni siquiera saben lo que les espera cuando lleguemos—Emilia habló construyendo una imagen en su cabeza—Se que los destripadores nunca se sienten llenos, porque tomamos y tomamos hasta que estamos satisfechos. Y una vez que tomamos la mayor cantidad de vidas en una noche, regresamos aquí y los arreglamos hasta una noche mágica. Se que no puedes negar esa oferta—Emilia argumentó inclinándose había el, dándole una visión clara de los precisos bienes que ella había dejado expuestos a propósito para el.

—La noche nos espera—Dijo Stefan abriendo el camino hacia la barra final que aún tenían que sacar. Puso su mano sobre la espalda de Emilia y le susurró al oído—Y también la cama.

La pareja no tardó en llegar a la barra y ambos conocían la rutina normal que harían. Obligar al guardia a darles el mejor asiento de la casa, y luego apostarían por el mejor trozo de carne de la casa. Una rutina que a veces se volvía aburrida, pero que aún llenaba el deseo de sangre.

El rey y la reina del destripador se sentaron en el piso superior con el asiento de cuero rojo que daba a la pista con toda la gente bailando debajo. Las presas de esta noche eran más deliciosas que otras, y eso los alegraba. Al menos está noche sería una especie de desafío, abarcar la mayor cantidad de muertes.

Aunque Emilia siempre tuvo una regla antes de comenzar, que era que necesitaba un buen whisky con hielo para suplicarle a su estómago antes de ingerir una gran cantidad de líquido rojo. Se dirigió al bar y le dijo al camarero que apurara su pedido porque sabía que a Stefan no le gustaba esperar a que comenzara la masacre.

Una vez que tomó la bebida, hizo todo lo posible por beberla con bastante rapidez. Antes de que pudiera irse, estalló una voz que la detuvo antes de dejar el taburete.

—Realmente has cambiado. La primera vez que te conocí, eras una chica tipo champán. Ahora, mírate—

La rubia se volvió había la voz, completamente conmocionada por la persona a quien no había visto en casi 300 años.

—¿Klaus?