Todo seguía oscuro, pero algo cambio. El padre no me estaba arrastrando, las espinas no desgarraban mi piel, no sentía mi cuerpo. Empecé a escuchar lo que parecían ser voces femeninas. Al principio fueron sonidos sin algún significado para mi, hasta que empecé a obligarme a prestar atención.-¿Quien se encargará de matarlo?-. La voz de la hermana Purificación se oyó.-Quisiera tener los honores, si es que se puede pedir.-
-Nadie te va a dar el permiso de hacer nada a ti, zorra.- ¿la hermana Lysa dijo eso?
Traté de abrir los ojos para poder ver que estaba pasando o en donde estaba. Pero mi cuerpo pesaba una tonelada, traté de hablar pero mis cuerdas vocales pesaban aún más que mi cuerpo. Me hace mucho frío.
-Dejen de hacer alboroto por algo que no les corresponde a ustedes. Yo soy la encargada de la cocina y resulta que vamos a comerlo, yo lo mato. La carne fresca es la mejor, así que vamos a mantenerlo vivo lo más que podamos, luego de que termine el ritual, para alimentarnos con su carne en el mejor estado y que dure lo más posible.- dijo la hermana Constance ¿A que se refería con alimentarse antes de matarlo?¿A caso discutían mi destino? Para mi suerte, espero que haya un cerdo en la habitación, conmigo.
-Lo vi moverse, alguna alcánceme la jeringa que nos dejó Sullen.- dijo la hermana Lysa.
Traté de levántame o mover todo mi cuerpo al mismo tiempo y lo maximo que logre fue recibir el cosquilleo de mis dedos apenas rosándose, antes del pinchazo de fuego en mi brazo y volver de nuevo a la oscuridad de mi inconsciente.
Volví al mundo a oscuras, o eso creo. Lo primero que hice fue intentar abrir los ojos, pero se me iba la vida en ello. Mis párpados pesaban y mi cabeza palpitaba. Me encontraba preso de un cansancio aplastador y un mareo asesino.
Con el pasar de los segundos seguí exigiéndome abrir los ojos y mover mi cuerpo, al mismo tiempo. Logré que mis párpados se separaran, luego de bastantes minutos, y La imagen que tenía en frente me hizo desear volver a cerrarlos. Lo que encontré, detrás de mis cortinas de carne, era paralizante por la falta de coherencia que la situación poseía.
Las 16 hermanas estaban sentadas en frente de mi, en los bancos de la capilla, completamente desnudas a excepción del velo de sus habitos. Las velas ocupaban la función de los fluorescentes del techo, lo cual realzaba lo macabro de la imagen. Sus ojos estaban perforando mi alma. Me sentí igual de desnudo que ellas ante esas miradas, tratando de salir de la confusión de lo que mis ojos habían visto, comencé a ser consciente de mi situación.
Me encontraba atado en una camilla vertical sobre la tarima en la que Sullen predicaba, bajé un poco mis pupilas para notar que, en efecto, estaba más desnudo que las monjas, ya que ni un velo traía puesto. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral al mismo tiempo que los sudores fríos empezaron a poseer mi cuerpo.
¿Que mierda está pasando?¿Por que estoy así y aquí? Como un baldazo de agua fría, los recuerdos antes de perder la consciencia vienen a mi.
La discusión con madre Odette, el padre inyectándome algo, la conversación de las tres hermanas antes de que me volvieran a dormir.
Empecé a temblar y no era solo por el frío que se apoderaba de mi piel, sino también el miedo que se caló por mi huesos. Las lágrimas empezaron a agolparse en mis ojos y si mi garganta no estuviera paralizada, seguramente estaría gritando que todos están enfermos en esta habitación.
Voy a ser comida para monjas y un pederasta, voy a ser asesinado. Ni siquiera mis padres inexistentes me importaban en este momento, la infelicidad de mi existencia pasó a segundo plano cuando mi vida empezó a estar en juego.
Sentí movimiento detrás de mi, había alguien acercándose. El miedo erizó todos los bellos existentes en mi cuerpo. Estoy seguro de que es Sullen, si ese hombre me toca y está en pelotas, estoy seguro de que voy a vomitarle encima.
Las miradas de las monjas salieron de mi cuerpo y se dirigieron al ruido que estaba a mis espaldas.
-Buenas noches, hermanas. Estamos una noche más, reunidos, en esta capilla profana, con el afán de agradecer a nuestro señor por habernos regalado a tal bendición como Teseo. Un impuro pecador que ha venido a purificarnos con su cuerpo y sangre. Sus palabras estaban llenas de la más pura verdad, su ser tan puro y su cuerpo tan limpio.- Dijo el padre mientras apoyaba su mano en donde estaba atado.-La ceremonia de purificación empezará esta noche y el sacrificio será en el solsticio de verano. Es decir que en un mes nos estaremos regocijando en paz. Hasta ese entonces, debemos asegurar la seguridad de nuestro ángel, Teseo. Nadie tiene permitido dañar o poner en riesgo la existencia del muchacho. Ahora, pónganse de pie y elevemos nuestras voces en su idioma y agradezcamos.-
Apenas terminó de hablar el padre Sullen, empezaron a rezar en un idioma desconocido para mis oídos. Las llamas de las velas se elevaron de una forma bestial y para cuando terminaron sus oraciones, estas se apagaron. La capilla quedó completamente a oscuras. El ruido de puertas abriéndose se hizo presente de forma estridente, acompañado de pasos pesados y un pitido ensordecedor, reinaron el lugar.
La desesperación empezó a tomar posesión de mi cuerpo cuando sentí una mano tocar mi pecho y una respiración en mi cuello.
-Shh... tranquilo, solo te daremos paz y tu nos darás salvación. Eres lo más importante que tenemos.-Dijo una voz grave. Ese no era el padre Sullen. Esta no era la capilla. Este no era mi orfanato. Esta no era mi realidad, no podia ser.-Vengan hijas mías, aprecien y adoren a nuestros regalo.- Terminó por decir ese ser desconocido.
No me di cuenta que estaba llorando de nuevo, hasta que las lágrimas empezaron a mojar mi cuello.
Sentí pasos descalzos por toda la capilla y al rededor de mi. Estoy totalmente perdido de nuevo ¿Como llegué aquí?¿En que momento se desvirtuó toda mi irrelevante existencia?¿A caso mi final siempre fue este?¿Me prepararon, sin que yo lo supiera, para llegar a este momento? Me es tan difícil comprender esta situación. Hace un día o dos, estaba jugando en mi habitación a que estaba con mis amigos y ahora estoy aquí, estoy... así.
Unas manos acariciando mi abdomen de distrajeron y no pasó mucho hasta que empecé a sentir manos por cualquier parte de mi cuerpo.
Empecé a moverme para tratar de soltarme, aunque sabia que no iba a lograrlo, pero al menos quería correr a esas sucias intenciones ajenas, que se apoderaron de mi piel.
-¡Quiten sus manos de mi, sucias pederastas!-Grité con enojo y desesperación.-¡Todos en esta capilla se van a ir al infierno!- Escuché una risa macabra, era la risa del padre Sullen.
-¿De donde mierda crees que venimos, niño?- Dicho eso, empezó a reírse más fuerte.
Sentí como una mano buscaba adentrarse en mi boca, antes de que pudiera morder a esos invasores dentro de mi, agarraron mi lengua y la estiraron con violencia. Mi boca estaba lo más abierta que mis límites humanos me permitían gracias a que otras manos se encargaban de estirar mis maxilares.
Empecé a gritar lo más fuerte que podía, mis cuerdas vocales ardían y podría decir que hasta sangraban. De repente sentí algo espeso derramarse en mi boca y volcarse en mi garganta. El líquido se pegaba en las paredes de mi traquea y el espesor de este empezó a hacer que me ahogue.
-Bébelo. Bébelo. Bébelo.-Susurraban veces sin descanso y al mismo tiempo.
-Toma nuestras sucias consciencias.- Dijo otra voz por sobre los coros de incitación a que tomara esa sustancia asquerosa.
-Bebe nuestra sangre. Trágate nuestras miserias y líbranos de ellas.-Gritó una voz sobre todas las otras.
-Aliméntate de nuestra desgracia y trae fin a nuestros pecados.- Fue la voz del padre Sullen esta vez.
-Bébelo. Bébelo. Bébelo.-Seguían los coros.
Sentí como el líquido me llenó a tal punto que lo sentía salir por mi nariz y al compás de mis lagrimas, para ambas fundirse en mi cuello.
No pasó mucho tiempo para que volviera a perder la consciencia, por la falta de oxígeno, ya que el líquido obstruía el camino del aire y me negaba a tragarlo para poder respirar.
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La religión de los miserables.
TerrorLa hipocresía baña mi cuerpo, la hipocresía ahoga a el mundo. El pecado nos hizo y nosotros hacemos el pecado. El que lo es, no parece ser y el que parece ser, no lo es. ¿Se librará?¿me libraré?¿nos librará? Llamo a tu curiosidad, es parte de tu l...