Andrea
Bryan dijo que uno de sus hombres de confianza vendría por mi y me enseñaría a defenderme cuerpo a cuerpo y que practicaría más con armas, sobrevivir principalmente, dice que no quiere que me dañe.
Me encuentro en mi habitación sentada a la orilla de la cama con la mente en blanco, de pronto llaman, no a mi teléfono —Bryan mando a alguien a dejármelo hace un rato, el mejor modelo dijo— si no a el del cuarto, no tardo mucho y contesto.
—¿Bryan?
—Hola, hija —oigo la voz de Patricio e inmediatamente cuelgo. Tiro el teléfono y caigo de espaldas por el pánico, me quedo mirando el techo de la habitación. No tengo ni puta idea de como consiguió mi número y tampoco me interesa descubrirlo, lo más seguro es que necesite algo de mi. Ya me vendió, lo siento, Patricio, soy mercancía perdida para ti. Me pongo de pie y comienzo a caminar por la habitación algo preocupada. El no te puede sacar de aquí, Andrea. Golpeo lo que tengo más cerca y me doy cuenta de que era cuando tengo pedazos de vidrio en mis nudillos, mierda. Era un florero de cristal, el cual rompí por la ira. Bryan me va a matar. Antes de poder ir por una escoba y un recogedor tocan a la puerta.
El hombre que trabaja para Bryan, mierda.
Tranquila, Andrea. Solo tienes que salir y ya que vuelvas lo arreglas, ¿fácil?
Me dirijo hacia la puerta y al abrir me encuentro con un hombre alto de entre 20-25 años, ojos cafés oscuros y cabello igual café oscuro de piel algo morena. Demasiado lindo.
—¿Andrea? —su voz es suave y ronca, de aspecto encantador este tipo.
—Sí —¿Cómo lo llamo? ¿secuas de Bryan?—, ¿hombre de Bryan?
—¿Bryan no te dijo mi nombre? —se escucha ofendido al respecto, niego con la cabeza y salgo de la habitación antes de que pueda ver lo que rompí—. Amigos desde fetos y solo soy uno más. Luego hablaré con él —dice para si mismo y cuando cierro la puerta es que recuerda mi existencia—. Oh, cierto. ¿Ya desayunaste?
—No.
—Vamos al bufet, si Bryan se entera de que no comiste me matará.
—¿Por qué? No creo ser alguien de valor como para que te maten por mi falta de alimentación —hablo en broma mientras empezamos a caminar hacia el ascensor.
—No tienes idea de lo que vales, princesa.
¿Princesa? Pienso en Bryan y luego en las películas de princesas. Nunca pude ver las películas, solo vi La Bella y la Bestia, no tenía tiempo para ver mucho, entre el trabajo, la escuela, la mierda de Patricio, no tenía tiempo. Fue lindo cuando Bryan me dijo que podía ver la televisión y vi la infinidad de mundos que existen en ella, de momento solo he visto una película "Coraline" me llamo su descripción, mi película favorita se podría decir. Es raro pensar que me siento mejor sirviendo a un mafioso que en la casa de Patricio, para mi, Patricio es una verdadera mierda.
Al entrar en el ascensor hay un largo silencio, a mi no me incomoda, de hecho lo veo bastante normal, pero el tipo junto a mi parece apunto de estallar. Que pena por el, ¿será problema si muere? Nah, ni me importa, no es como que lo conozca o sea importante para mi.
—¿Puedo preguntarte algo? —suelta un bufido y me mira fijamente, lleno de emociones.
¿Eso era lo que lo estaba matando? ¿Curiosidad? No tengo mucho de que hablar.
—Ajá.
—¿Por qué...? —mira mis nudillos y abre los ojos como platos parece que vio un muerto— ¡Mierda! ¡¿Qué te paso?!
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Vendida
Teen Fiction¿Qué harías si tú papá (quien es muy malo contigo) fuera drogadicto y tuviera muchas deudas con uno de las personas más peligrosos de la región? Lo que una persona mierda como yo haría es dejarlo morir. ¿Pero qué pasa cuando eres menor de edad y tú...