Capítulo 10

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Segunda vigilancia

Ambos hechiceros dejaron de ver la bola de cristal en cuanto la imagen se dispersó, Hobi volteó algo sorprendido hacia su mayor, quien, al parecer, se sentía muy preocupado, no sabía que los demonios sabían a cerca de la profecía, de manera rápida caminó hacia el estante de libros buscando con desesperación entre estos.

- Maestro, ¿Qué hace? - Preguntó el menor acercándose al adverso.

- El pergamino. - Habló preocupado lanzando los libros al suelo.

- ¿Habla del pergamino que tenía Lucifer? -

El mayor soltó un suspiro y al no encontrar nada se dio la media vuelta mirando afligido al menor.

- No sé cómo lo consiguió, debió haber entrado a esta casa, yo lo tenía aquí, ¿desde cuándo lo robó? - Hablaba hacia sí mismo. - Aleysha se va a enojar. -

- Maestro tranquilo. - Volvió a hablar el menor acercándose a su mayor. - Las cosas siempre ocurren por algo, usted me dijo que todos tenemos un destino marcado, si Lucifer tiene el pergamino debe ser por algo importante, no se preocupe, ahora que yo cuido esta especie puedo recuperarlo.

- No Hoseok, es peligroso, esta especie y la de los vampiros no es como todas las demás, pueden llegar a ser malignos si algo no se hace como ellos quieren o si no hay justicia. - Soltó un suave bufido. - Solo los hechiceros podemos saber a cerca de la profecía, debíamos cuidarla y que nadie más se enterara, porque intentábamos que no se vuelva un caos como esta predicho, las maldiciones y las profecías pueden ser modificadas con la persona correcta, queríamos mantenerlo en secreto hasta que esa persona llegara a salvarnos, pero ahora no hay manera, Lucifer se ha enterado, solo... necesito que vigiles bien a este demonio, si él se entera que la profecía puede ser modificada hará todo lo posible por hacerlo, pero a manera de beneficiarse. -

Hobi escuchó atento las palabras de su mayor sintiéndose algo preocupado, ¿Por qué de todas las especies él debía cuidar a las dos más peligrosas? Tenía miedo y quería cambiar su elección, pero si él fue el escogido por Aleysha debía seguir, puede que él sea quien salve al mundo de aquella profecía, aunque aún tenía intriga de saber lo que este pergamino decía, como Asmodeo lo leyó en su mente no pudo escuchar lo que decía, así que una gran idea cruzó por su cabeza. Buscaría el momento exacto para hacerle una visita a Lucifer.

- Maestro, yo protegeré al mundo de estas especies, prometo hacer todo lo que esté en mis manos para que todos estén a salvo y sobre todo quiero que usted se sienta orgulloso de mi. -

El mayor sonrió sintiéndose bastante contento del chico que había criado, avanzó un poco y rodeó al chico con sus arrugados y débiles brazos.

- Ya estoy orgulloso de ti, créeme que eres distinto a los demás hechiceros, tienes un gran corazón, jamás pierdas esa virtud, te hace especial... Por cierto, debo irme, vuelvo en un rato, no hagas nada con tu bola de cristal, espera a que yo llegue. -

Se separó del menor revolviendo con su mano el cabello adverso, le dedicó una dulce sonrisa y desapareció del lugar dejando a Hobi solo, quien tomó aire y se sentó en el sillón de la habitación dejando reposar su cabeza en el respaldo, cerrando sus ojos para intentar crear una forma para quitarle el pergamino a Lucifer.

Pero en cuanto sus ojos se cerraron, la imagen del viejo libro apareció en su mente, abrió de manera instantánea sus ojos y sin pensarlo hizo aparecer aquel libro en sus manos, todo lo había hecho de manera inconsciente como si de un reflejo se tratase.

- ¿Pero qué? - Preguntó hacia si mismo mirando el libro en sus manos, soltó un suspiro y lo abrió con cuidado pasando las hojas que tenían escrito lo que había leído el día anterior.

Al pasar la hoja observó como las siguientes se encontraban en blanco, siguió el mismo procedimiento del día anterior y las letras volvieron a hacer aparición, el chico comenzó a leer de manera inmediata.

Tu segundo día a llegado, presta atención a las palabras que leerás, es realmente importante.

Como te mencioné en las páginas pasadas, tú tienes un destino que seguir, eres el hechicero que necesito para mantener con bien este mundo, actualmente estoy cumpliendo un castigo divino, todo porque el mundo donde te encuentras casi es destruido por una gran guerra entre demonios y vampiros, necesito que cuides mucho de este libro, te daré instrucciones de lo que debes hacer, pero tú eres el encargado de seguirlas como más creas conveniente, ahora que estoy escribiendo esto, no estoy realmente segura de todo lo que vaya a ocurrir, por lo cual tu eres el que debe tomar sus decisiones.

A este punto ya debes saber a cerca de la profecía y sobre todo que esta ya no pertenece a quien estaba encomendado a cuidarlo, por lo cual necesito que te encargues, debes recuperarlo, pero no puedes leerlo, si lo haces, tu destino cambiará. Al igual que este libro, tendrás el tiempo para leerlo y cuando lo hagas entenderás todo, pero por ahora debes ser sigiloso.

" El libre albedrío afectará el destino. "

El libro desapareció por si solo al terminar de ser leído, volviendo al estante mágico del menor. Este se puso de pie sorprendido ya que no esperaba aquella estupefacta desaparición.

Por su lado el maestro del joven llegó a la habitación mirando al chico con una sonrisa.

- Lamento la demora Hobi, los cíclopes necesitaban de mí. - Habló algo nervioso mientras se adentraba en el lugar esperando que el menor no notara su nerviosismo. - Volvamos a lo que estábamos. -

El menor asintió con su cabeza sin borrar de su mente aquella frase leída en el libro, por lo cual decidió preguntarle al mayor.

- Maestro. - Llamó por lo bajo captando la atención del contrario. - ¿Nuestro destino puede cambiar? - Preguntó intrigado

- Es algo que aún no sabemos bien, pero hay creencias que afirman que, si puede cambiar, puede que tengamos el destino escrito, pero nosotros somos los encargados de llevarlo a cabo. ¿por qué la pregunta? -

- No nada, solo curiosidad. -

- Entonces deja la curiosidad y volvemos a lo que estábamos. -

El menor asintió con la cabeza y se aproximó a su objeto mágico visualizando esta vez a los demonios. Un par de vampiros hicieron aparición en la bola de cristal, uno mayor, parecían familia.

- Ellos son Drácula y su hijo, el cual Belfegor mencionó cuando contó la historia de la guerra ancestral. - Habló el mayor sin quitar la vista de la bola de cristal.

- Padre por favor, quiero saber porque no me puedo acercar a su ataúd. -

Preguntó el menor de los vampiros mientras caminaba detrás de su padre por aquel bello y gran castillo lleno de antigüedades de los vampiros.

Seres mitológicos || Namjin +18 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora