14. Tiempo

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4 meses después

El final de agosto significaba el final de las vacaciones para la mayoría de personas, Samantha incluida entre ellas. Ahora mismo se encontraba en un AVE de vuelta a Madrid después de pasar casi todo el mes en su pueblo, con su familia. Habían sido exactamente las vacaciones que necesitaba y atrás habían quedado esos días en lo que su estado de ánimo era más bien negativo. Ahora reconocía en ella a la Samantha que siempre había sido. Al menos en cuanto a positividad.

Estuvo días, más bien semanas, sintiéndose culpable por todo lo que sucedió con Carlos y por no ser capaz de estar a la altura. Entendía la postura del chico, claro que entendía que necesitara más, pero ella no podía dárselo. Ahora, con el paso de los meses, había aprendido que no podía martirizarse así. Siempre fue sincera con él y le dijo lo que había, él aceptó, no podía haber hecho más.

Poco a poco recuperó su rutina habitual y, aunque al principio se lo puso difícil a sus amigos, ellos supieron tratarla y estar ahí para ella, por más que ella se negara y les evitara para no tener que dar explicaciones. Estaba agradecida con cada uno de ellos, incluso con Eva, ya que ella también intentó interesarse como pudo y todas las semanas recibía un mensaje suyo o una llamada para comprobar cómo estaba.

Pero, sobre todo, estaba agradecida con uno de ellos.

Flavio se había portado estupendamente con ella, de diez. La había escuchado incluso cuando ella decía que no quería hablar y se había presentado en su casa con una tortilla cuando ella decía que no quería ver a nadie. Porque en el fondo él sabía que eso era una fachada y sí que quería, y lo necesitaba, pero le costaba decirlo. Lo único bueno que había sacado de toda esa situación era recuperar la amistad que creía perdida con el murciano, incluso podría decirse que se llevaban mejor que nunca.

La vibración de su móvil en su bolsillo que indicaba una llamada entrante la sacó de sus pensamientos.

- ¡Titi! –la saludó Mai en cuento descolgó. –Es viernes y tenemos cena, no acepto un no por respuesta.

- Aún estoy en el tren, no tengo ganas de mucha fiesta. Estoy cansada... -intentó excusarse Samantha, realmente estaba agotada después de tantos días en su pueblo recuperando el tiempo perdido con su familia y amigos.

- Nada de fiesta, cena en mi casa. Todo tranquilo. –dijo Maialen. –Te echo de menos.

Y cuando escuchó esas palabras en la boca de su amiga supo que no podía negarse.

- Vale, a las 9 estoy allí. –aceptó sonriendo, no podía negar que ella también echaba de menos a su amiga y al resto.

- Hugo no viene porque está en Córdoba, pero el resto estará. –le informó. –Eva también.

- Genial, pues allí nos vemos. –repitió para hacerle saber que no había problema, podía compartir espacio con la gallega, las cosas tampoco acabaron mal y ella prometió que no la separaría del grupo por una historia entre ambas.

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Difícil de olvidar  • Flamantha • 《Completa》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora