I
Hoy soñé que Ashi, la gata que tenemos en casa, se dedicaba a vagabundear a través de un sinfín de calles en una inmensa ciudad bajo una intensa lluvia.
Sin embargo, la lluvia no llegaba a empaparla: Había como una mano o un techo invisible que evitaba que ella se mojase conforme iba perdiéndose en medio de esa oscura metrópoli.
II
Luego estábamos en casa de una mujer quien me resultaba desconocida al mismo tiempo que vagamente familiar: En algo los rasgos de su rostro y su cabello oscuro me recordaban en gran medida a una profesora que tuve en la universidad, encargada de asesorar mi tesis. Pero yo estaba seguro de que se trataba de otra persona.
En todo caso, una gran antipatía me hacía sentirme incómodo en su casa, sentimiento que parecía ser compartido por mi madre.
Nuestra anfitriona nos solicitaba ayudarla a buscar sus aretes perdidos, los cuales supuestamente estaban hechos con estrellas de mar.
Mientras revisábamos una habitación de la casa, esa mujer mencionaba algo sobre una especie de brujería que estaba provocando la paulatina extinción de las estrellas del mar en todo el mundo.
Yo por mi parte pensaba que tal brujería no existía en absoluto, estando convencido para mis adentros que la extinción de las estrellas era debido a la obra del ser humano.
Revisando bajo la cama, yo encontraba los dichosos aretes perdidos, de color rosa claro.
En nada se parecían a una estrella de mar, puesto que tenían más bien una forma rectangular, recordándome su textura más bien a la de una esponja marina.
ESTÁS LEYENDO
Diario de Sueños y Pesadillas
Non-FictionPues eso, un diario de las cosas que sueño últimamente.