Capítulo 15. Algo inesperado

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Los dos reaccionamos, nos levantamos como reflejo y giramos para ver al dueño de la voz que nos interrumpió.

Era Kostas: el capitán.

—Solo estábamos entrenando —dijo el chico de inmediato.

—¿Entrenando? —su voz era un hilo áspero—. ¿En esa posición? No creo —sonrió—, pero bueno... como ustedes son los de la realeza, no les haré más preguntas.

El capitán era un hombre con más edad de la que aparentaba. Para mi vista no pasaba de los cincuenta, pero nadie sabía realmente cuántos tenía. Era un verdadero misterio. Solo lo había visto unas cuantas veces. Como el Ankyra era el barco real, mi familia y yo lo abordamos en ciertas ocasiones.

—Yo... eh... volveré a dormir. Ya me regresó el sueño —comenté, con nervios evidentes.

—A mí también —concordó el príncipe—, sí... Me iré a dormir.

Al verlo bien, Cohen de verdad parecía cansado, y yo no me había dado cuenta. Él recogió las espadas de entrenamiento, se despidió y se dirigió al interior del barco.

Los rayos del sol calentaron mi piel y decidí quedarme un momento en cubierta para apreciar el amanecer, por lo que me acerqué al capitán para observar mejor.

El cabello blanco del hombre estaba atado en un nudo con un pañuelo y su barba había sido recortada con elegancia.

—El sol es hermoso, ¿no lo cree? —Kostas rompió el silencio.

—Sí —asentí—, aunque prefiero ver a la luna salir.

—Princesa —continuó—, ¿por qué se dirigen a Escorpio?

Hubo una pausa de mi parte.

—Digamos que el príncipe Cohen y yo hemos recibido una misión.

Kostas me miró extrañado. Sus dos ojos podían intimidar a cualquiera; uno era de un color azul claro, pero el otro... el otro tenía una inmensa catarata rasguñada por una cicatriz que recorría su párpado.

Aquea. Los reinos zodiacales IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora