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- De nuevo estás ausente, Chris.- reprochó la de ojos verdes con un deje de preocupación en su tono de voz.- Has estado con la mirada perdida todo el día.- afirmó recibiendo un encogimiento de nariz por parte de la mayor.- Si te sentías mal, hubieras pospuesto nuestro día de compras para otro momento, no quiero que enfermes.

Negó claramente preocupada mientras detenía el paso, haciendo que la mayor la imitara.

Christine abrió su boca y la cerró varias veces.

- No me pasa nada, Liz.- negó con la cabeza varias veces y le dedicó una leve sonrisa a la menor.- Es solo que estoy preocupada por Yami, lleva días distante.

En parte era cierto, el mayor había cancelado la cita por una excusa que ella no se creyó del todo.

Esos últimos días, cada vez que iba a visitarlo siempre llegaba con una excusa que la terminaba por hacer volver de donde vino con un mal sabor en la boca y unos ojos humedecidos al pensar que Yami se estaba aburriendo de ella y ahora la evadía.

Sin embargo aquello no era lo único que le preocupaba. Ahora veía menos a William aunque ella fue la que impuso aquellos requisitos, era imposible para ella no seguir preocupándose, después de todo lo quería con el alma.

- Espero que estés bien, tu cumpleaños se acerca, no, ya está aquí, solo nos quedan tres días para preparar tu fiesta.- recuerda y frunce el ceño preocupada para luego relajar su rostro.- Seguro que Kirsch se encarga de ello fácilmente, también hay que vigilarlo cuidadosamente para que no se le ocurra hacer una tontería y pinte la mansión de los Kira con un rosa extravagante creyendo que así se verá más hermosa.- resopló entre dientes y se retiró un mechón rebelde que caía por su rostro con rapidez.

Christine se rió a carcajadas despojándose de cualquier preocupación y asintió repetidas veces de acuerdo con la menor.

- Definitivamente le meteré tanta luz por los ojos que se quedará ciego de por vida si se atreve a mancillar mi mansión con ese asqueroso color de princesa enjaulada.

Sentenció encogiendo la nariz mientras hacía una mueca de asco con los labios, recibiendo una carcajada de su mejor amiga quien la observaba divertida.

Por lo menos no todo ha sido preocupaciones y dolores de cabeza, aún tengo personas a mi lado que me apoyan y quieren.


- Bien, ya es suficiente ¿Qué es lo que te sucede?

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- Bien, ya es suficiente ¿Qué es lo que te sucede?.

Cuestionó posando sus manos en sus caderas mientras le fulminaba con la mirada en espera de una convincente respuesta.

- No sé de qué me hablas.- negó caminando hacia la jaula de sus preciadas bestias mágicas.- El anciano ha estado más curioso de lo normal.

Comentó acariciando el lomo de la bestia delante de él mientras las demás forcejeaban para obtener el mismo tacto afectuoso de parte del azabache. La chica suspiro pesadamente al ver el notable cambio de tema.

- Sabes de que estoy hablando.- afirma segura con un tono de voz firme.- Me evitas.

Vio claramente como el cuerpo del azabache se tensaba delante de ella la escuchar su afirmación.

- Escucha, sea lo que sea que te tiene así, cuando estés listo para decirme, te oiré con gusto y sin quejas.- sugirió jugando levemente con los dedos índice de sus manos viendo la ancha espalda de su pareja delante.- Sabes que te seguiré queriendo aún si me haces daño.

Al escuchar lo último, el azabache se volteó incrédulo y caminó a zancadas hacia ella. La tomó de hombros y se acercó, invadiendo su espacio personal.

- Jamás podría tocarte un solo mechón de tu cabello, engañarte con alguien más o siquiera dejar de quererte ¿Sabes por qué?.- preguntó zarandeando sus hombros levemente y mirándola expectante, ella solo negó lentamente observando sus orbes grises.- Porque eres mi complemento, mocosa. No creo en esa mierda del destino pero si de verdad existe, estoy seguro de que nos creó el uno para el otro.- soltó ahora con un tono más bajo y suave, levantó su mano por encima de su rostro y apresó un mechón con su grande mano derecha y lo ocultó entre la oreja de la fémina quien tenía las mejillas sonrojadas y los labios entreabiertos. Yami rió burlón por lo bajo y sonrió mostrando sus dientes.- Es gracioso como odio las cursilerías pero me he hecho un jodido experto en ellas ¿No lo crees?.

Y allí en una pequeña cueva con los gruñidos de tres bestias mágicas y el intercambio de respiración entre ambos, Christine recordó cuanto amaba al hombre que estaba frente a ella con una sonrisa socarrona en sus labios.

Se dejó querer por primera vez y se permitió confiar en que el azabache jamás la lastimaría.

Pero, creyó ser ilusa, aún cuando no lo era.

Opuestos por Naturaleza || Yami SukehiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora