Aliento

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"¿Cómo te sentiste cuando miraste a mi madre?"

El hombre mayor ha estado ciego por un largo, largo tiempo. Pero en ese momento, Karl podía ver un destello de nostalgia y una memoria bailando en los ojos de su padre.

"Había momentos en los que no podía respirar," él dijo. "Podríamos no estar haciendo algo especial. Recuerdo que podríamos sentarnos cerca del fuego juntos... Podría murmurar sobre papeles del trabajo mientras tu madre leería sus novelas clásicas favoritas. Esas tardes fueron siempre tranquilas, siempre silenciosas... solo nuestros alientos combinados y el chispear del fuego.

Y luego... ella miraría arriba de su libro. Y sonreiría."

Karl nunca había visto esa apariencia en la mirada de su padre. La mirada de Shuwald recordaba absorto en la ventana, no viendo el sol de primavera brillando sobre el jardín, sino el calor de los ojos de Margot.

"Su sola sonrisa podía arrebatar el aliento de mis pulmones. Sentí que podía morir... pero aunque sería una muerte muy dulce, no deseé renunciar a mi vida tan fácilmente. Si hubiera muerto, sabía que nunca podría ver a Margot... no, a Helenka sonreír tiernamente de nuevo. Así que luché por mi aliento. Luché por vivir.

La sonrisa de tu madre me hizo querer la vida."

Hubo un golpeteo en la puerta. Una vez que Shuwald dio su permiso para la entrada, una cara familiar rubia llegó desde atrás. Johan trajo delicadamente una bandeja de té en sus manos.

"Perdonen mi interrupción," dijo, "pero sé que Shuwald nunca me perdonaría si olvidara su té de la tarde."

Los ojos de Johan chocaron con los de Karl. Y ahí fue cuando sintió que su aliento quedó atrapado en su pecho.

En ese momento, Karl se percató de todo lo que quería decir su padre.

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