¡Dudas, métodos y síntomas!

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Existen, pues, un mecanismo normal de debilitamiento y desaparición de los recuerdos, que toma el nombre de olvido.

Bergson, Henri.

***


La llegada a Manhattan fue entre silenciosa y  calmada, a pesar de que cuando pisara mi apartamento todo volvería a desmoronarse. 

Antes de llegar, dentro del avión, Mark  se la paso  concentrado, algunas veces me miraba y me sonreía, como diciendo que todo estaría bien. Pero yo sabía que nada iba bien, que todo había empeorado en mí.

Al bajar del avión, tomamos un taxi, pero el taxi me llevo a donde menos pensaba que iría, pero yo sabía que era mejor ir de una vez por todas que dejar que empeoraran las cosas.

Entramos en las oficinas generales del doctor Marcell, y dejándome Mark se fue en busca del nombrado.

Quería un café bien cargado, con bastante cafeína que le diera de nuevo energía a mi cuerpo, energía que he estado perdiendo de tanto pensar en todo lo que ha pasado. Algo me decía que las cosas peores vendrían con un nivel más alto que hace cinco años atrás.

Luego de un rato de espera, las puertas del ascensor se abrieron de par en par, mostrando a dos hombres que desde hace años conozco y saben mi vida letra por letra. El doctor Marcell, psiquiatra y psicólogo de la faculta más prestigiosa del país, con un diplomado excelente, y con ningún caso sin resolver y que haya errado, es un estupendo doctor. Y el otro hombre cuya relación tengo de mil maneras distintas  pero a la vez perfectas, en donde siento que le haré daño en algún momento; pero que está para mí sobre todas las cosas, Mark, mi novio.

Los dos hombre se acercaron a mi lado, Mark se sentó en la otra silla y paso un brazo por encima de mis hombros; mientras que la mirada del doctor me recorría milímetro por milímetro. Sonreí y él me devolvió la sonrisa al mismo tiempo que tendió la mano y yo hice lo mismo, dándonos un saludo profesional. Siempre era de ese modo, y se lo agradecía de corazón. 

-Tiempo sin verte señorita lorent-  hablo, metiéndose las manos en los bolsillos de la bata blanca y volviendo a sonreír. A veces su sonrisa me parecía cínica.- ¿hábleme que ha pasado en estos días? ¿cómo te has sentido… - paro de hablar, buscando la palabra correcta que debía de pronunciar- emocionalmente? – termino su pregunta y no pude evitar voltear los ojos.

La manera de estudiar los pacientes el doctor Marcell, era muy diferente en como lo hacía conmigo, su forma de emplear métodos nuevos y formular preguntas que me hacían pensar y sobrevaluarme en un punto débil, en un rango al que yo no estaba preparada. A pesar de todo, seguíamos en pie con la metodología que siempre valoraba en mí, y que en ningún momento hacia algún daño en mis otras funciones, aunque hace años atrás había sucedido un error que todavía no podíamos descifrar.

La pregunta que siempre nos hacíamos, que siempre nos preguntábamos en lo más silencioso o anormal de nuestra mente, era una pregunta a la cual aún no le conseguíamos repuesta clara, respuesta concreta  que nos ayudara a saber que era lo que me estaba dañando psicológicamente.
¿Qué es lo que pasa en mi mente?
¿Cuál es el trastorno que aún no me han descubierto?

La mirada del doctor Marcell era talante, clara y serena. Haciéndome pensar que esta vez sí sabía lo que me pasaba. Que ya teníamos la esperanza de saber y de tener la respuesta que andábamos buscando.

muertes perversas (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora