Demasiada gente en el mismo hogar

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Johnny abre los ojos de golpe cuando un peso a un lado de su cadera deja de existir, y le da paso a un sonido seco contra el suelo.

- ¡Shotaro! ¡Madre santa!- exclama John socorriendo a su hijo de cinco años, quien ha caído de la cama, y aún así sonríe.

El grito mañanero del mayor despierta a los integrantes restantes de la familia, haciendo que todos se estiren malhumorados.

Renjun y Haechan son los primeros en levantarse, pasando por encima del escuálido cuerpo de Doyoung para dirigirse al baño, probablemente a lavar sus dientes. Sicheng rueda sobre el colchón, hasta que cae de bruces al piso, amortiguado por el acolchado que pateó en algún momento de la noche. Yangyang ni siquiera se molesta en asomar su rostro por encima del hombro de su padre para informarse acerca de la situación, pues estar acurrucado entre los brazos de Doyoung es una de las experiencias más reconfortantes y satisfactorias, por ende no piensa en moverse de allí. Jaemin bosteza exageradamente, y en cuanto ve su oportunidad se acuesta en el lugar de Johnny, en el lado más cómodo de la cama.

El único americano en la habitación continúa meciendo a su niño japonés, sin importarle que éste le haya dicho cientos de veces que no es para tanto.

- Suh, déjalo. Te dijo que está bien- Kim se descontractura los hombros, poniéndose boca arriba y acomodando a Yangyang sobre su pecho.

- Hubieras escuchado- musita John besando la frente de shotaro.

Doyoung ríe, provocando que Yang tiemble. Su marido es un caso perdido-. Por favor, el suelo es afelpado y tiene diez centímetros con la cama.

Johnny rueda los ojos, claramente derrotado. Renjun y Haechan justo pasan delante del cuarto, entonces baja a Shotaro para que vaya con ellos a la cocina, (quiere suponer que ahí es donde irán). Jaemin, quien tiene el rostro volteado en su dirección, le sonríe de una forma tan dulce, que por poco Johnny olvida que el jovencito está castigado.

- Se lo que intentas- advierte el castaño, rodeando la cama para alzar a Yangyang y despegarlo -aunque sea- unos minutos de Doyoung, mientras éste va a asearse.

- Me alegro- el rubio niño baja sus comisuras, poniendo un semblante serio-, así no tengo que andar sonriendo como hipócrita.

John está listo para sacar a Jaemin de la cama y darle un buen regaño por hablarle así, pero prefiere tomar las cosas con calma y entablar una charla amena con su hijo, discutir sus diferencias y arreglar el problema. Y cuando está a punto de articular palabra...

- ¡Jaemin Suh!, ¡Cierra ya la boca!- sí, Doyoung es el que arregla las cosas a los gritos.

Nadie (literalmente) desobedece las palabras de Doyoung, nunca.

A Johnny los niños lo pueden manipular: fruncen los labios, cruzan los brazos y él los perdona, porque se le hace demasiado tierna la actitud de sus hijos como para seguir enfadado. Pero a Doyoung no, a él pueden patalearle, llorarle y gritarle, incluso hacerle el berrinche del año, y aún así él no cederá, no importa lo que hagan, igual los mandará al rincón hasta que se arrepientan por lo que hicieron.

Y es por eso que Jaemin se detiene, quedando perplejo cuando el menor de sus padres sale del baño con las manos a cada lado de su cintura, observándolo como si lo estuviera petrificando con la mirada.

- ¿Por qué le respondiste así a papá?- interroga Kim sentándose en una orilla de la cama. John, quien sostiene a Yangyang en un brazo y en el otro tiene a Sicheng, le sonríe burlesco a su hijo mayor por detrás de su marido.

Claramente Doyoung se percata de la mirada asesina que Jaemin le dedica a John, así que decide enviar al mayor a la planta principal, para evitar conflictos y de paso asegurarse de que su tres niños de diferentes nacionalidades estén bien.

Muy tarde | JohnDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora