Desagradables coincidencias

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Christian anduvo por el pasillo de camino al despacho de Axel sumido en sus propios pensamientos. En su mente aún podía visualizar como la cara de James había palidecido en cuanto le dio la descripción de Aldrich.

—Ese perro traidor— masculló el soldado—, ¡Nos engañó completamente!

Puede que Aldrich no fuese del mayor agrado para el castaño, pero nunca habría imaginado que aquel hombre tuviese tratos con el mismísimo Axel.

—Por eso no me tragaba al principio —cayó en la cuenta—, debía temer que siguiese en contacto contigo y le delatase... y cuando me prometí con su hija se calmó porque significaba que nosotros ya no teníamos ningún lazo.

Christian tragó saliva, escuchar a James hablar de su compromiso se sintió como recibir un puñetazo en el estomago. Se había olvidado por completo de ese detalle, maldita sea. Un montón de pensamientos intrusivos invadieron la mente del pelinegro. Pensamientos que se vieron interrumpidos por la siguiente pregunta del menor.

—¿Solo habéis tenido tratos sobre contrabando? ¿Está seguro?

El pelinegro asintió.

—Yo solo hablé con él por unos días... Nico es quien suele tratar con Aldrich. ¿Crees que puede estar metido en los ataques a la capital?

James suspiró, demasiado confundido.

—No lo sé —admitió—, no sé por qué haría algo así, pero está claro que no es el soldado leal por quién le había tomado —Se llevo las manos a la cabeza—. ¡Y yo he dejado a Karen y a Jenna en su casa solos! Qué imbécil.

No pudieron alargar mucho más la conversación. Christian sabía de primera mano que a Axel no le agradaba la impuntualidad. Se despidieron con una mirada de incertidumbre, ninguno encontró palabras de tranquilidad para el otro.

Una vez solo el ladrón suspiró sonoramente mientras avanzaba por los pasillos oscuros. La soledad había dado rienda suelta a sus inseguridades. James había sido muy amable con él la noche anterior, pero no podía descartar que hubiese estado siendo considerado debido a su estado. "¿Puede ser que esté sacando las cosas de contexto?" . Demonios, ni siquiera habían hablado del compromiso del soldado ¿Por qué se iba a casar con la hija de Aldrich?¿Amor, interés? Christian no se había atrevido a preguntar sobre el tema, tal vez por temor a la respuesta.

—Ahora no es momento para pensar en eso— se reprochó a sí mismo.

Pero por mucho que su situación incierta con James fuese de los menores problemas en aquel momento era el que más dolor le causaba en el pecho.

—Siempre en tu propio mundo.

Una voz conocida le sobresaltó. Christian se percató en la figura que le esperaba apoyada con tranquilidad en la pared del pasillo.

—Gray, ¿qué haces aquí?

El rubio se encogió de hombros.

—Un superior me ordenó ayudarte, parece ser que necesitan más de una mano esta vez —Se separó de la pared e inició el camino—. Ven, nos esperan en uno de los almacenes.

Ambos muchachos caminaron codo con codo por los pasillos. Aún era demasiado pronto para que otras personas estuviesen despiertas en la mansión, el sol ni siquiera había salido. 

—Es curioso ¿No crees? —murmuró el rubio—. Siempre estuvimos los cuatro juntos, luchando para no tener que acabar en una de esas bandas de estafadores que explotan a los niños que no tienen dónde vivir, y al final cuando somos mayores hemos caído de lleno en lo que siempre hemos querido evitar.

Sin rumbo (BL) (Rumbo a la guillotina 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora