El desorden de las demas

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La temperatura del lugar subió, hacía calor, mucho calor, sus sentidos comenzaron a fallarles, se sentían perdidos ¿Dónde estaban los demás? Cada uno de ellos, por separado, podrían haber jurado que la niebla dulce se había ido, pero ahora era todo lo que veían, no importa a dónde girarán, estaban solos.

Pero ya no solo olía a dulces, ahora también había un extraño aroma, masculino y atrayente, salvaje pero relajante, como las olas del mar a mitad de la noche, un enorme y cálido mar que parecía tragarselos en sensaciones.

México subió sus manos a las mejillas ajenas, lo empujó suavemente hacia atrás para poder ver a la persona que había estado besando su cuello, apretó las mejillas y se inclinó hacia abajo para poder besarlo, los colores azul, blanco y rojo bailaron en su cabeza, sus manos parecían no poder estar quieras y bajaron para poder desabrochar la camisa del país que estaba frente a ella.

Todo se sentía tan revuelto que la simple idea de moverse y alejarse de ese calor era horrible, la niebla cada vez los apretaba más, volviéndose más densa a su alrededor.

En el recuerdo, México le dió la vuelta al asunto, ahora era ella la acorralaba el cuerpo más bajo contra la pared, los labios seguían librando una batalla por el control del beso, sintieron unas manos aventureras meterse debajo de su corsé y subir lentamente por sus costillas.

   -¡WOW, WOW, WOW! HAY QUE DETENER ESTO, QUE ES HORARIO INFANTIL, Dios mío-

El recuerdo se detuvo tan abruptamente como sonó esa voz, la niebla se fue como si nunca hubiera estado ahí y por fin pudieron volver a mirarse, sonrojados y nerviosos.

El mirar frente a ellos, estaba parada un persona, que todos pudieron haber creído un chico pero ahora sabían que era una chica.

Su cara tricolor, decorada con un escudo de águila pero por encima de este llevaba una corona, al igual que aquel país, que sobre su cabeza, también tenía una corona.

   -No porque tú los recuerdes como niños, significa que lo sean, ya están todos muy grandecitos- dijo alguien atrás de ellos.

Era la misma mujer que apareció en el primer recuerdo que habían visto al llegar, su piel tan blanca como el papel y sus ojos de color negro. El unico problema es que esta mujer estaba casi desnuda, con un paño atado en su cadera y una capa cubriendo su espalda.

La mujer indígena estaba recargada contra una mesa, de lo más relajada.

   -Xictli, ya habíamos hablado sobre eso- dijo otra voz, pero está era una que si conocían, de la obscuridad, justo al lado de Japón, apareció América, con su bonita y acogedora sonrisa, que de alguna manera lograba causarles un mal presentimiento.

Todos levantaron su vista, para mantenerla fuera de los senos al descubierto, todos menos uno, que estaba demasiado ocupado viéndole la cara como para notar su desnudez.

   -Yo creí que ya habíamos concordado en que no podíamos tratarlos como niños-

   -¿A-Azteca?- pregunto con voz temblorosa España.

La llamada Xictli volteo a verlo, pero había una clara confusión en su rostro.

   -Primero que nada, era Mexica, y ella es mi madre, ¿Tú eres?-

Rusia y algunos metiches aprovecharon ese momento para ver quién era la persona con la que México se había estado besando. Cabe destacar el impacto que tuvieron al notar que era Cuba, con un traje militar y sus mejillas sonrojadas.

Ahora el estómago se le revolvió a Rusia, pero de las náuseas que le daba el presenciar tal escena.

   -Xictli, antes de continuar con esta conversación tienes que cambiarte-

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⏰ Última actualización: Mar 07, 2021 ⏰

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