Sueño Imposible

649 54 13
                                    

Nash está perdidamente enamorado; ¡Pero perdido y lo que le sigue!, el pobre ha llegado a tal extremo que poco le importaría dejar su gran herencia familiar para volver a Japón y hacerse con el pequeño y dulce Tetsuya; porque sabía que valdría cada centavo.

Lo quería, cada parte de él, no dejaba de anhelar el momento en que lo tuviera entre sus brazos. Y ahora que había encontrado una forma de estar junto a él, por fin había conseguido ganarse el corazón de la sombra, Tetsuya lo amaba tanto como él amaba a Tetsuya.

—Te amo —le dijo por enésima vez, acomodando a Kuroko a horcajadas sobre él en la gran cama, recibiendo una pequeña sonrisa de parte del fantasma que le puso una delgada toalla en su cabello húmedo y comenzó a secarlo suavemente con ambas manos.

—También te amo, pero deberías aprender a secarte mejor el cabello —lo regañó sin dejar de pasar suavemente la toalla por su cabeza alzándose un poco para poder trabajar mejor pues el rubio era muy alto.

—Prefiero que tú lo seques —murmuró cerrando los ojos adormilado, el baño le había dejado demasiado relajado, y ahora ya con su pijama y las suaves caricias de Kuroko no tardó mucho en comenzar a cabecear ligeramente.

Se sentía tan tranquilo en ese momento, nunca se había sentido tan en paz hasta que conoció a Kuroko, el único que lo podía calmar con un par de palabras, con su simple presencia.

Abrió los ojos cuando sintió los suaves labios de la sombra acariciar los suyos en un pequeño beso, se miraron y Nash se perdió un momento en los bellos zafiros de Tetsuya quien se acomodó mejor en la cama, quedando de nuevo más bajo que el rubio.

Nash tragó saliva ante la tierna visión de Kuroko sentado a horcajadas en su regazo vestido una de sus camisetas viejas y un pans holgado. Kuroko golpeó su nariz con uno de sus dedos.

—No me mires así pervertido.

Nash ignoró el comentario poniéndose serio de repente— Prométeme que siempre estarás a mi lado —le pidió tomando el rostro ajeno entre sus manos, atrayéndolo hasta juntar sus frentes para verse a los ojos. Tragó saliva sintiendo esa conocida incertidumbre que lo invadía siempre que se imaginaba sin Tetsuya, necesitaba esa promesa, sin ella no podía sentirse tranquilo, sin Kuroko a su lado sentía que moriría.

—Siempre estaré a tu lado Nash —aseguró abrazándose al cuello del rubio acercándose para besarlo y haciéndolo suspirar por el suave contacto.

Por supuesto que devolvió el beso, una y otra vez se dedicó a juntar sus labios con los de Kuroko en besos cada vez más pasionales y entregados en los que siempre dejaba un pedazo de su alma, feliz de estar juntos, feliz de que cada una de sus caricias era correspondida y bien recibida por el contrario que mantenía un pequeño sonrojo en sus mejillas.

—¿Esto es real? —preguntó con los ojos cerrados, abrazándose con fuerza a la pequeña cintura del contrario— Tetsuya, por favor dime que esta vez es real.

Kuroko lo miró inexpresivo mientras comenzaba a acariciar las suaves hebras doradas de Nash, pasando a acariciar sus mejillas y luego delinear sus labios con cariño. Suspiró suavemente.

—Lo siento Nash.

El nombrado ni siquiera intentó reprimir el ligero sollozo que salió desde lo profundo de su garganta, lo sabía, lo supo desde el inicio pero se negaba a creerlo, la realidad era que Kuroko no era suyo... la realidad era tan dolorosa que quería morir para poder permanecer por siempre en ese bello sueño.

Ocultó su rostro en el pálido cuello de Kuroko, dejando un beso tras otro en la suave piel mientras sentía las caricias del peliazul en su espalda.

—¿Por qué? ¿Por qué no puede ser real? —se lamentó recostando a la sombra dejándole acorralado entre su cuerpo y la cama. Lágrimas calientes y saladas caían de sus ojos verdes hasta resbalar por el rostro de Kuroko.

—No lo sé —fue la respuesta que le dio la tersa y calmada voz de la que se había enamorado desde la primera vez que la escuchó—, es imposible, Akashi nunca nos dejará estar juntos.

La voz de Kuroko reflejaba la misma tristeza que sentía él en ese momento, y cuando menos lo esperó, también había comenzado a llorar.

—Nash... Te amo —se alzó para abrazarse al cuello del mencionado—, No quiero estar con él, quiero estar contigo.

No dudó en corresponder el abrazo desesperado, buscando consuelo en el hecho de que Kuroko sentía lo mismo por él, y en que al menos podían estar juntos en los sueños que compartían.

—Te prometo que algún día estaremos juntos —trató de consolarlo separándose ligeramente para volverlo a recostar, llevando una de sus manos al fino rostro del contrario—, abandonaré todo, pronto iré a Japón y podremos estar juntos.

—Pero Nash... tu herencia...

—Olvida eso, yo solo te quiero a ti —le aseguró acercándose para rozar sus labios con los de la sombra—. No hay nada que quiera más que estar a tu lado.

No esperó más y volvió a juntar sus labios en un tierno beso lleno de cariño que pronto se convirtió en dos, en tres y como siempre cada uno más apasionado que el anterior mientras Nash colaba una de sus manos bajo la camiseta que vestía Kuroko.

—Tetsuya, voy a hacerte el amor —le informó con una sonrisa arrogante como las que sólo él puede hacer logrando que el sonrojo del peliazul se intensificara.

—Adelante —le dio su permiso sintiendo como en menos de un parpadeo su camiseta desaparecía y los labios del rubio se paseaban por su cuello.

Pasaron juntos lo que restaba de la noche, acariciándose y amándose como cada vez que se veían en sueños, disfrutando de la compañía mutua y de tener un lugar en el cual podían amarse y ser ellos mismos sin obstáculos de por medio.

—¿Alguna vez pensaste que terminaríamos así? —le preguntó Nash divertido mientras se acomodaban uno al lado del otro en la cama, ambos desnudos y con una fina capa de sudor cubriendo sus cuerpos.

—Desde la primera vez que te vi —le respondió con una sonrisa, sus ojos brillosos de alegría y su corazón latiendo desenfrenado.

—Pronto estaremos juntos... —aseguró como un bálsamo para ambos, una expectativa optimista del futuro era lo que más necesitaban para darse las fuerzas para seguir, para despertar. Nash acarició el suave cabello de Kuroko.

—Mientras... disfrutemos de este sueño imposible —dijo acercándose para acurrucarse en el pecho del rubio, dejando sus palabras flotando en la pequeña habitación que compartían en sueños.

"Disfrutemos de este sueño imposible" murmuraron entre sueños ambos con una tenue sonrisa en los labios, cada uno en sus camas, uno en Japón y otro en Estados Unidos.

Sueño Imposible || NashkuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora