Capítulo 3. El pintor [Primera Parte]

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*Soy Violeta Martin, tengo 23 años y soy doctora. Un asesino llamado J Sangre mató a mi hermana gemela, detective, pensando que era yo. Todos piensan que he muerto, pero estoy viva, haciéndome pasar por Verónica para descubrir la identidad del asesino sin correr peligro de que venga a por *

Enseñé la foto a Marco, en la que aparecía mi hermana Verónica con los tacones, -¿Vero, son tuyos?- me preguntó él, a lo que yo respondí: -sí, son mis tacones, me los regaló mi hermana Violeta por mi último cumpleaños-.

                                 ***

Pasó una semana más, y sin rastro de J Sangre. Marco y yo estábamos muy ocupados con el caso que ya mencioné anteriormente, sobre ese hombre que apareció muerto y con el cuerpo totalmente pintado de color rosa. Llegó el jefe con un nuevo caso, un suicidio, nuestra tarea era ir al lugar y buscar indicios de alguna amenaza o acoso que pudiera llevar a la víctima, un pintor de 34 años, a suicidarse.

Llegamos a la casa, era grande y lujosa, las paredes del pasillo estaban llenas de cuadros. Pasamos por una puerta enorme de cristal que llevaba al salón. En sus paredes, encontramos más cuadros hechos por el dueño de la casa, Marco cogió un vaso y echó un poco de wisky que había en una botella de cristal, sobre una mesa pequeña que estaba junto a la ventana. -Di que sí Marco, empezando bien la mañana- dije riendo, se bebió el wisky de un trago y dejó el vaso en la misma mesa, -venga tira- dijo enfadado mientras caminaba hacia una puerta más pequeña que la anterior. -Era broma tonto- dije mientras lo seguía hasta la puerta, puso su mano en el pomo de la puerta de madera y me preguntó: -¿estás preparada?-, asentí con la cabeza y Marco la abrió, al ver la habitación no puede evitar dar una arcada, la escena era realmente desagradable. Había un montón de retratos de mujeres tirados en el suelo, las paredes estaban vacías, pero llenas de enganches, lo que me hizo darme cuenta de que los cuadros debían estar ahí colgados pero alguien los tiró, probablemente el suicida. El centro de esa sala era lo más espeluznante, había un caballete con un lienzo blanco salpicado por la sangre del pintor, delante del cabellete estaba la silueta de su cuerpo, dibujada en el suelo por los agentes de policía. Según el informe, el pintor se situó de espaldas al caballete y presionó el gatillo de una pistola que puso dentro de su boca, la bala salió por la nuca del hombre llenando todo el papel con su sangre. Marco se acercó y me dijo: -vamos Vero, a buscar pruebas se ha dicho-, asentí con la cabeza de nuevo y miré toda la sala dando una vuelta sobre mí misma. Me llamó mucho la atención una gran librería que ocupaba casi toda la pared, así que me acerqué a ella, cogí un libro y pasé todas las páginas muy rápidamente, lo cerré y lo volví a dejar en su sitio. Sin quitar la mano, avancé recorriendo todos los libros que estaban en la librería con la punta de mi dedo, todos estaban colocados correctamente, pero me paré en uno que estaba un poco salido, lo empujé para colocarlo bien pero no entró, así que decidí sacarlo para ver si había algo que impedía que el libro llegara al final. Mi sorpresa fue que ese libro era una palanca, al tirar sonó un "clac" y noté como la librería se movió unos centímetros hacia delante, como si fuera una puerta. -¡Marco!- grité mientras tiraba de la librería hacia mí. Era muy pesada, pero Marco se acercó y me ayudó a abrirla juntando sus manos con la mías y tirando conmigo, lo miré sonrojada mientras tirábamos y después aparté mis manos de las suyas. Detrás de la librería, había una puerta de metal con una cerradura. -Ayudame a buscar la llave- me dijo Marco, -está bien- dije aún con las mejillas chatas, caminé hacia los cuadros del suelo, pensando que tal vez la llave estaría pegada en la parte trasera de alguno de ellos, y no me equivocaba, encontré la llave pegada detrás de un cuadro, se la di a Marco y, llena de curiosidad, di la vuelta al cuadro para verlo. Más que llamarme la atención, me dio mucho miedo, era un retrato mío, bueno, más bien de Verónica, giré la cabeza para ver si Marco lo vio, pero estaba abriendo la puerta metálica, entonces pensé -¿Vero? ¿Y si... Detrás de este suicidio hay algo mas... Oscuro?-. Entonces escuché un grito de Marco: -¡Corre ven!- dijo él, dejé el cuadro boca abajo en el suelo, fui corriéndo hacia la puerta y entré con Marco. Impactada, volví a dar otra arcada, esta habitación era aun mas repugnante, olía fatal, como a putrefacción y descomposición, así que me tapé la boca con el pañuelo de color rojo que llevaba puesto. La habitación era horrible, las paredes eran de metal blanco, y estaban llenas de suciedad, en el centro había una silla con cadenas, y pegada a la pared se situaba una cama con más cadenas. Marco abrió un armario y, al abrirlo, cayeron al suelo varios látigos y fustas, Marco echó a reir. -¿Pero que clase de enfermo...?- dije observando el contenido del armario. Trajes de látex, bozales y varios objetos sadomasoquistas, Marco cogió una máscara -¿jugamos?- preguntó en plan broma. Dibujé una sonrisa molesta en mi cara y giré la cabeza hacia la pared, -Marco mira eso- dije al ver una cámara entre el techo y la pared, Marco se acercó a ella y la miró fijamente. La cámara tenía un cable, que subía a la habitación de arriba, por eso decidimos subir.

El cable salía por el suelo del cuarto del pintor, situado en la planta de arriba. Al entrar vimos que el cable estaba conectado a un ordenador, lo encendimos y automáticamente nos salió una ventana con las imágenes que la cámara estaba grabando en ese momento, -¿es en directo?- pregunté, -espera, voy a bajar a ver si puedes verme y así lo comprobaremos- me dijo Marco. Apenas salió por la puerta, vi en la mesa una carpeta en la que ponía: "Grabaciones", la cogí y la abrí, en su interior tenía varios discos con nombres de mujeres, abrí mi bolso y guardé un disco etiquetado con el nombre de "Verónica". -¿me ves Vero?- dijo Marco saludando a la cámara. -Sí, Marco, y también te escucho- respondí, pero él no podía oírme, así que, dejé la carpeta donde estaba y bajé. Al llegar a la sala donde tuvo lugar la muerte del pintor, vi a Marco haciendo fotos, -¿la cámara de esa la habitación graba en tiempo real?- preguntó Marco señalando a la puerta metálica. -Sí, y también tiene sonido- respondí, Marco apagó su cámara fotografíca y dijo: -ya podemos irnos, voy a mandar a la secretaria que revele estas fotos para hojear los detalles. Tú puedes irte ya a casa, pareces cansada. ¿Quieres que te lleve?-.

-No, gracias, simplemente acercame al trabajo, tengo el coche allí- respondí.

                                ***

Cuando llegué a casa, fui rápidamente al salón, encendí mi ordenador portátil e introduje en la disquetera el disco que me llevé de la casa del pintor.

                         *fhasback*

Aparece Verónica, con una copa de vino en la mano, entrando en la sala que el pintor escondía tras su librería.

-Verónica: Félix, podías esforzarte más en limpiar esta porquería de sala, ¿no?

-Toma asiento para que pueda pintarte-. Dice Félix ignorando a su pregunta, a lo que ella responde: -¿te refieres a esta silla mugrienta?-. Mientras Verónica está mirando la silla, de espaldas al pintor, éste la golpea fuertemente en la cabeza con una botella de vino, rompiéndola sobre ella.

Cuando Verónica despierta, se encuentra encadenada a la silla, mira con los ojos entreabiertos a Félix, el pintor, y ve que está vestido con un traje de látex. -¿Sadomasoquismo?- dice ella entre carcajadas. -¡No te rias de mí!- grita Félix, mientras golpea repetidamente a Verónica con un látigo que tenía en la mano.

                          *Presente*

No pude seguir viendo el vídeo, y cerré el portátil de un golpe. Me levanté y fui a la cocina a tomar una tila, me la bebí casi hirviendo, dejé el vaso en el fregadero y fui a mi cuarto a echarme un rato. Me desperté alrededor de las 10 de la noche, me tomé una taza de café y fui hacia mi bolso. Saqué de él las llaves de la casa del pintor, -menos mal que olvidé dejarlas en el bloque de detectives- pensé. Me retoqué el maquillaje y salí de casa, entré en mi coche y fui hasta la casa de Félix, el pintor.

                                ***

Una vez allí, entré en la casa y me dirigí a la sala donde estaba el retrato de Verónica. Lo observé detenidamente, acariciando el dibujo de su cara, posteriormente empecé a llorar, -¿cómo alguien pudo hacerle esas maldades a una persona tan buena como tú?- dije hablándole al cuadro. Sequé mis lágrimas con la manga de mi chaqueta morada y llevé el cuadro a la entrada, para después montarlo en mi coche y llevarlo a casa. Pero antes, subí al cuarto de Félix y busqué más discos, aunque no encontré ninguno interesante.

Encendí el ordenador y me metí en las grabaciones que la cámara había registrado, rebobinando mucho llegué hasta el día de la muerte del pintor, abrí los ojos como platos al ver una escena que me impactó hasta el punto de no poder ni respirar, me llevé las manos al cuello y me quité el pañuelo que llevaba puesto, lo dejé encima del ordenador y paré el video. Corrí hasta la ventana, la abrí y saqué la cabeza por ella para tomar aire. Pasado un rato, más tranquila, volví al ordenador y pulsé play.

CONTINUARÁ....

Jaque Sangre: Mi propia muerte. [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora