♥︎《1/4》♥︎

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Hace mucho tiempo, existía un dios llamado TaeHyung. Quien triste se escondía abrumado por la soledad; él envidiaba a su hermano Sol, mientras que el día estaba tan lleno de vida, con muchos seres deambulando por ahí. En las noches, todos desaparecían. Las calles, antes bulliciosas, quedaban vacías, escondidos en sus hogares, y el silencio se asentaba con una pesadez que le oprimía el corazón.

A pesar de ser un dios, se sentí tan incapaz de conectar con el mundo y el papel que se le a asignado como divinidad, muy en el fondo deseaba ser visto también.

La tristeza de la luna lo envolvía todo en sus sombras, creando noches tan oscuras que ni siquiera las estrellas se atrevían a asomarse, como si temieran a la oscuridad. Un manto sombrío y aterrador.


Mientras tanto, en un oscuro bosque que nunca había recibido aquella bonita luz de luna, había una manada de lobos. Todos ellos tenían un pelaje tan blanco que parecía nieve recién caída, todos menos el menor de la manada, que había nacido con un pelaje tan negro y oscuro como la misma noche.

Era el más grande y atemorizante de todos, pero también el más alegre y juguetón. Los mayores se sentían amenazados por su hermano menor; siendo tan grande y fuerte, sentían que les quitaría la manada. En un duelo jamás podrían contra él, aunque fueran en grupo.

No era algo que le interesara al joven lobo, pero los alfas desconfiaban, en especial el líder. JungKook era una amenaza.

El pelinegro siempre fue muy tranquilo y pacífico, curioso y aventurero, explorando los alrededores en la noche; no le tenía miedo a la oscuridad.

Nunca fue expulsado de la manada, ya que creían que sería algo peligroso tenerlo como enemigo. Pero era excluido por los demás como represalia.

Siempre fue el raro; no era como ellos, y eso se podía notar a simple vista por su pelaje, una mancha negra en aquel blanco puro. Uno de sus ojos era azul y el otro amarillo. No encajaba, no era normal.

El sol se había escondido, así que todos se aseguraban de comer el reno que habían atrapado. A unos metros de distancia, JungKook solo observaba; el líder ya había comido hasta satisfacerse, así que los demás comían lo que quedaba.

Sintiendo su estómago exigir alimento, JungKook salió de la cueva. Era demasiado grande para conformarse solo con sobras; necesitaba más que eso para quedar satisfecho.

Con un silencioso y ágil trote, olfateaba los alrededores en aquella penumbra, buscando una presa. Confiado en sí mismo, se alejó varios metros de su manada.

Tras algunos minutos de bagar sin rumbo. Sus orejas se movieron al escuchar el sonido del agua. Alzando su cabeza, vio en dirección al lago, a unos diez metros; desde allí podía ver una luz.

Curioso, fue hacia ella, andando entre los árboles de manera sigilosa en busca de alimento. Llegando al lago  acecho tras un arbusto, pero se quedó fascinado viendo a aquel ser, flotando sobre el agua y mirando a su alrededor con curiosidad. Un hombre peligris irradiaba una cálida y relajante luz.

La luna había decidido bajar a echar un vistazo a la tierra. Silencioso, se agachó y sonrió tocando el agua; era la primera vez que tocaba ese líquido.

La colita de JungKook por otra parte se movió feliz al ver a tan bonito ser, pero esta no conocía de discreción, golpeando con los arbustos y haciendo ruido sin parar.

Asustado, TaeHyung vio en su dirección, topándose con el enorme lobo que le miraba fascinado. Huyendo de allí, se elevó de nuevo al cielo desepcionando al lobo.

JungKook corrió tras él; no quería que se fuera. Pero era en vano, jamás podría alcanzarle.

Sin saber qué hacer, el lobo miró hacia todos lados, pensando en cómo llegar a él. Notando la colina a lo lejos, corrió hacia ella. Al cabo de unos minutos corriendo hasta quedarse sin aliento, subió a la cima y miró el cielo oscuro, pero era inútil; no podía ver nada, aun así sabía que estaba ahí.

::Moon:♡:KookV::Donde viven las historias. Descúbrelo ahora