La cueva. Parte III.

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Siento un vacío en el estómago. No entiendo nada. ¿Habré hecho algo mal? La felicidad que me embriagaba hace un momento se ha transformado en angustia.

Comienzo a mirar desesperadamente a mi alrededor, solo veo árboles, césped y agua. No hay rastro de nadie. Mi respiración se comienza a agitar y decido regresar a la cueva. Observo, y me fijo que las cosas que llevaba atadas a la silla de Ah-Un se encuentran en un rincón, al lado de una piedra.

Es un hecho. Me han dejado.

No puedo evitarlo, me arrodillo en el suelo y comienzo a llorar. ¿Tanto se habrá molestado el amo Sesshomaru por lo que sucedió anoche? ¿Me habre sobrepasado?

Todavía siento un pequeño dolor en mi cuerpo por la noche tan acalorada que tuvimos. Lloro desconsoladamente, las lágrimas bajan por mis mejillas, me invade un sentimiento de soledad.

¿Qué haré ahora? ¿Debo regresar a la aldea? ¿Cómo lo haré?...

De repente, escucho un sonido que me devuelve el aliento...

-¡Lin! ¡Lin!, niñita perezosa, seguro sigue durmiendo, no entiendo como el amo Sesshomaru ha soportado tanto tiempo a esta chamaca dormilona-,

Es la voz del señor Jaken. Abro mucho los ojos y lo veo entrar en la cueva. Nunca antes me había alegrado tanto el ver a ese pequeño demonio verde y cascarrabias.

-¡Oh, señor Jaken, qué alegría!- le digo. Me levanto de un salto, lo agarro y lo abrazo con euforia.

-¡Sueltame muchacha insoletente, pero cómo te atreves a tratar así al poderoso Jaken, bájame!- me dice. Hago lo que me pide, lo bajo, y me arrodillo para quedar a su altura. Él me mira, y nota mi semblante descompuesto.

- Lin, ¿pero qué te ha pasado? No me digas que te has lastimado, porque el amo bonito me ha pedido especialmente que te cuide y si viene y te ve lastimada...

- Señor Jaken-, le interrumpo, -pensé que me habían dejado y se habían ido sin mi, vi que mis cosas estaban aquí, me asusté mucho y sentí miedo.- le digo.

- Pero cómo se te ocurre algo así, niña. El amo Sesshomaru se ha ido muy temprano con Ah-Un porque está en medio de una gran batalla con demonios muy poderosos del oeste que quieren revelarse, y me ha mandado a que te consiguiera un Kimono limpio, por eso me he ido yo también. Tus cosas las ha dejado ahí porque no sabe cuanto va a tardar-.

Siento que me vuelve a latir el corazón, por un momento me sentí desolada y perdida. No me había dado cuenta de lo importante que son estos tres demonios para mi.

Son prácticamente todo lo que tengo. Todo lo que me importa.

Sonrío y vuelvo a abrazar al señor Jaken con fuerza.
-¡Muchas gracias señor Jaken!- le digo.
El señor Jaken comienza a protestar, pero no me importa. Lo abrazo por un momento y me siento tranquila. Me entrega el Kimono que me ha traido y le doy las gracias, es un Kimono precioso.

Pasa el día tranquilamente, nos quedamos en la cueva, pescamos y recolectamos setas para comer, y yo aprovecho para recolectar algunas plantas medicinales que por suerte me encuentro en el camino. La señorita Aome me enseñó muy bien a identificarlas.

Pasan uno, dos, tres días, y el señor Sesshomaru no regresa. Pienso mucho en él, todavía siento el sabor de su boca en la mía, sus manos sobre mi cuerpo... ¿Qué pensará de lo que sucedió?

Por fin, al cuarto día, regresa. Se percata primero el señor Jaken, puede detectar el olor del amo Sesshomaru mucho antes de que yo logre incluso verlo. Ambos brincamos de felicidad y salimos corriendo de la cueva. Siento el corazón agitado y no puedo esconder una gran sonrisa.

-¡Amo bonito, pero cuánto ha tardado!-, dice el señor Jaken. -Me imagino que ha aplacado a todos esos demonios impertinentes que pretenden desafiar su grandeza, nunca he dudado de su fuerza y poder-.

-Jaken, quedate aquí con Ah-Un. Y Lin, tú vienes conmigo- dice el amo Sesshomaru, quien se adentra en la cueva. El señor Jaken se queda con los ojos muy abiertos, y yo, obedeciendo, sigo al amo bonito.

Entro en la cueva y él se encuentra de pie esperándome, me alegra verlo fuerte, sin heridas. Me quedo de pie en frente de él, esperando a que me diga algo. Se tarda un poco en comenzar a hablar.

-Lin-, dice, mirándome a los ojos, y se queda en silencio por un momento. Me da la impresión de que está pensando mucho lo que va a decirme y me entran un poco de nervios.

-Lin. Yo no... Los humanos...- dice, y vuelve a haber silencio. No sé qué decirle porque no sé muy bien de qué estamos hablando. Es la primera vez que lo veo titubear, suele ser muy firme y seguro al expresarse. Y de repente comienza...

-Nunca he comprendido a los humanos ni me he interesado por ello. Son impertinentes, indecisos, débiles. No actúan desde la lógica sino desde los sentimientos, algo que tampoco entiendo. Son efímeros y no suelen tener trascendencia. Sin embargo...-, y se detiene, me mira y se acerca.

-Lin, yo no sé cómo... Sé que los humanos conviven en aldeas, en parejas, se juntan y se reproducen. Yo soy un Yokai, sé proteger y dirigir, imponer, luchar... No sé comportarme de otra manera.

Y entiendo a qué se refiere. Me enternece su preocupación.

-Amo Sesshomaru-, le digo, -Estoy donde quiero estar. No me voy a quejar de los años que vivi en la aldea porque todos fueron muy atentos conmigo y aprendí muchas cosas, pero cada día extrañaba estar con usted y viajar de un lado a otro, conociendo lugares, y verlo convertirse en el demonio más poderoso. No espero que sea de otra manera, no quiero que sea de otra manera.

Él me rodea con sus brazos y me acerca a su pecho. Nos quedamos un momento así, en silencio. Escucho los latidos de su corazón y siento su olor que me embriaga.

- No hay nada en este mundo que me importe más que tu vida, Lin. Te voy a proteger siempre, aunque me cueste la vida-, me dice el amo Sesshomaru, y yo estoy sin palabras.

Volteo a mirarlo, él toma mi cadera con una mano y mi rostro con otro. Comienza a besarme, comenzamos a tocarnos, rápidamente cae la ropa, y comienza a latir rápidamente mi corazón...




La cueva (Sess/Rin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora