Capítulo 8: Sin regreso

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¡Buenas noches! Bueno, ya llegué para traer un poco de yaoi a sus vidas :D Menciono de antemano que el siguiente capítulo contiene cierto contenido para mayores de 18 años, por lo que si eres menor y aún así quieres continuar, lo hagas bajo tu propio riesgo. Sin más ¡disfruten! Y nos estamos leyendo :D Bye bye~

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Tras un par de horas de tendida charla, la chica se despidió al fin del moreno, dejándole con esa extraña sensación de tranquilidad y satisfacción personal. Por raro que pareciere, le había caído bastante bien hablar con aquella desconocida. Quizás en parte porque le escucho sin siquiera recriminarle por lo que había hecho o dicho; parecía que estaba más que acostumbrada a escuchar conversaciones de ese tipo.

Y aunque deseaba jugar aunque fuera un poco, notó que ya se le estaba haciendo tarde para reunirse con cierta chica, por lo que simplemente apresuró el paso.

Ese parque infantil le traía buenos recuerdos. Especialmente porque solía cenar sus deliciosas hamburguesas en compañía de un Tetsu obstinado por ascender a los titulares.

Sonrió de manera inherente.

—Aomine-kun, buenas tardes –la voz de Rei cortó la secuencia de episodios de su pasado de secundaria.

—Necesito hablar contigo –aclaró su garganta y enfocó su atención en la joven. Ella parecía estar deseando esa pregunta trascendental y él podía imaginárselo sin problema alguno-. No podemos seguir con esto, ¿entiendes? Lo que pasó el lunes, si bien fue agradable…no fue más que eso –esa clara mirada mostraba una decepción infinita y dolorosa. Mal momento para recordar las advertencias de Kai-. Lo que quiero decir es que…

—Sólo fui tu diversión…¿verdad? –se escuchaba peligrosamente calmada. Pero era imposible ocultar su reclamo.

—En primer momento fuiste tú la que me invitó y sugirió todo –le hizo ver su pequeña falta, haciendo que ella torciera el entrecejo-. Así que prácticamente la culpa no fue toda mía, sino de los dos.

—Pero creía que después de eso las cosas podrían ir por otro rumbo…En toda la semana platicamos mucho y nos llevamos de maravilla –argumentó.

—Sí, lo sé… Pero no te veo de esa misma manera –le indicó seriamente, sin despegar su atención en ella.

—¿Hay…alguien más? –por un mero acto reflejo Aomine se exaltó tenuemente ante la sola insinuación. Él sabía que existía una razón indeseable para su comportamiento arisco hacia las mujeres-. ¿De quién se trata?

—Eso es lo que menos importa ahora, ¿entiendes? Solamente deseo que dejemos las cosas como están.

Quedaba más que claro que esa chica estaba colérica y a punto de romper en el llanto. Su pequeño cuerpo temblaba de la frustración y coraje del que era víctima. Sencillamente no podía estar más allí, perdiendo el tiempo y humillándose ante un hombre como él.

Lo último que supo Daiki es que ese bolso debía contener piedras como para que le doliera tanto aquel golpe directo a su abdomen.

—…El estúpido tenía razón…-por algo sabe más el diablo por viejo que por diablo.

El problema no era que fuera domingo y le hubieran obligado a levantarse antes de que las diez de la mañana llegaran tras ese incesante retoque de timbre. Lo que realmente le causaba estupor al propietario de ese bonito departamento era la persona con la que se topó tras abrir la puerta.

Toda la somnolencia se le fue de las manos y sólo parpadeó un poco confuso por semejante visita inesperada.

—¿No te da vergüenza dormir en esos ridículas bermudas? –señaló vilmente apreciando el estampado de fresas que resaltaba en el fondo azul claro de su prenda.

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