Samuel no creyó que su propia hermana le pidiera eso, aunque era lógico que no estaba consciente de lo que decía. Pero, como dicen, los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.
-Carla, vámonos al apartamento. Estás muy mal.- Trató de quitarla de encima.
-Lo único que quiero es que me hagas tuya.- lo miro seria.
-No sabes ni lo que estas pidiendo, estas muy ebria.- seguía intentando quitarla de encima.
-No es por eso, realmente quiero ser tuya.- le dijo al oído.
-¡Basta!.- gritó desesperado. Samuel sabía perfectamente que él la quería hacer suya. Desde aquel día que la había visto en ropa interior no había podido olvidar su cuerpo. Pero ella era ahora su hermanastra, por lo que era algo totalmente prohibido, y no podrían hacer nada en contra de ello.
-Vamos, Samuel. No me digas que es porque eres mi hermano, porque ni siquiera lo eres.- rió.
-Aunque lo desee, no puedo Carla.- suspiró.
-Por favor, hay que hacerlo. Nadie lo sabrá.- su dedo índice recorrió los labios de su hermanastro.
Samuel cerró los ojos fuertemente. Esos deseos de hacerla suya, de quitarse las ganas de esas fantasías que su mente imagino con ella lo estaban matando. Con un movimiento rápido cambio de posición con Carla, quedando ella abajo y el arriba.
Sin pensarlo mucho la volvió a besar, esas ganas que había soportado todo el tiempo. Carla daba pequeños gemidos, Samuel sabia como hacer gritar a una chica con un solo beso, y si tenía ansias de besarla, era el doble de satisfacción.
Samuel acariciaba sus piernas mientras ella enredaba sus dedos por su cabello. Las cosas fueron subiendo de calor, Samuel empezó a desabrochar su pantalón y se quitó la chaqueta. Carla empezaba a jalarse el vestido. Samuel la ayudo a quitárselo, quedando en ropa interior, con un sexy conjunto de ropa interior color negro.
Él se mordió los labios al verla, y siguió besándola. Ella empezó a quitarle la camisa, quedando solo con su pantalón. Samuel empezó a besarle el cuello. Los gemidos de Carla eran cada vez más frecuentes. La boca de su hermanastro empezó a recorrer su abdomen, depositando suaves besos mojados, chupando y succionando.
Samuel estaba por quitarle el sostén cuanto despertó de esa nuble de deseo.
- Lo siento, Carla. No puedo.- sacudió la cabeza. -No puedo.- repitió. - Ponte tu vestido, hay que irnos.- dijo mientras comenzaba a vestirse.
Ella hizo un puchero. - ¿Me vas a dejar así?.- dijo ella y Samuel recordó a aquella vez que había estado a punto de tener relaciones con Marina en el sofá del apartamento, solo para que Carla los viera.
-Vámonos.- dijo y le dio su vestido.
Carla levantó los brazos.
- Pónmelo.- Samuel le puso el vestido y se lo acomodo, la levanto de la cama y salieron del cuarto.Bajaron las escaleras, salieron de la casa y se subieron al carro. Carla permaneció dormida durante todo el camino. Al llegar, Samuel la cargo en sus brazos hasta su cuarto y la acomodo en la cama.
-Si algún día me lo llegas a pedir en tus 5 sentidos, no dudes que te daré la mejor noche te tu vida.- se rió pícaro.
Samuel salió del cuarto, cerrando la puerta detrás de sí. Carla se levantó.
- Quería ver hasta donde eras capaz, maldito.- se sentó en la cama.
Carla - Narración
Fingí estar ebria para ver que hacía Samuel conmigo. Si, lo sé, estaba en peligro mi integridad física, pero bueno. No hace nada malo darle una probadita a Samuel.
...
Carla se levantó de la cama y se fue a sentar a su ventana. Sonrió recordando lo que había hecho. Ella no era de hacer esa clase de cosas, pero quería probar a Samuel, y él pasó la prueba.
Ahora Carla sabe que él no tiene malas intenciones. Si las tuviera, en ese momento estarían teniendo sexo; aunque es lo que más quieren los dos.
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365 días con ella - Carmuel - Adaptada
FanfictionCarla y Samuel son hermanastros y se odian a morir, pero eso cambia cuando sus padres Teo y Pilar deciden comprarles un departamento donde solo vivan ellos dos por un año, y obligarlos a llevarse mejor, pero lo que no saben es que en esos 365 días p...