愛して ➵ Yuwin

死

"I'd do it all for you and me, if it means
that this feelings carry for eternity."

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No podía creerlo. Se le hacía bastante tonto, parecía como si todo lo que había hecho fuera inútil. Su novio, a quien ahora estaba visitando con el propósito de mostrarle nada mas que cariño, prometerle fidelidad, darle consuelo y buscar simplemente el amor que no había recibido durante tanto tiempo, estaba tratándole como si no le conociera.

¿Cómo podía decir eso? Despues de tanto tiempo juntos, meses enteros, años incluso. Su relación y todo lo bello que había pasado en ella, el tiempo tan largo que habian pasado juntos, todo el amor que se había asegurado de darle en las noches que pasaban juntos ¿Estaba haciéndo como si no existieran? ¿Acaso quería olvidar que Yuta era el único capaz de darle todo eso?

Sus palabras le hacían arder de ira. Era una rabia mayor a la que sintió antes, cuando le vio con esos otros chicos, regalándose, ignorando por completo el hecho de que ya tenía a alguien esperándole en casa. Estaba más furioso que cuando le veía abrazar a otros, hablar con otros, mirar a otros, porque ahora a pesar de tener a su novio en frente, sin nadie más dispuesto a estorbar en su camino, decidía ignorarle y hacerle sentir pequeño, como un desconocido. No podía soportarlo.

El enojo era tan intenso que se sentía fuera de sí. Su cabeza dolía, su vista se estaba nublando, era casi como si fuera otra persona dentro de su propio cuerpo. Sabía que había perdido toda clase de control, y si bien la parte de sí que aun amaba y se preocupaba por SiCheng tenía miedo de hacerle daño, otro lado, mucho más fuerte, sentía un deseo de castigarle por hacerle sentir tan pequeño y tan ridículo.

SiCheng le pertenecía, y si no quería aceptarlo, no había más remedio que hacerselo comprender a la fuerza.

Se lo haría entender, incluso si eso significaba mancharse las manos de sangre.

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SiCheng nunca había sentido tanto miedo en su vida. Ni siquiera tuvo tiempo de levantarse del sofá e intentar huir. Ese hombre que se había aparecido en su casa, que parecía tan tierno al principio, ahora estaba convertido en un demonio, uno que le había tomado por el cabello y comenzaba a arrastrarle por todo el pasillo, causándole mucho dolor. No sabía lo que podía hacerle, nunca había visto a una persona en ese estado de ira, pero sabía bien que no tenía muchas chances para escapar.

Su casa se convirtió en algo parecido a un campo de batalla. Ese chico, que seguía llamandole de forma cariñosa, a pesar de que sus ojos dejasen ver a un monstruo, le obligó a forcejear. Tenía miedo de no poder soltarse y de que ahí terminara todo, pues su agarre era tan fuerte que dudaba mucho que le quedase una mínima posibilidad de escapar y atrasar un poco el proceso, pues sabía bien que ya estaba muerto.