Familia, amigas y felicidad

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-¿Pero en serio seguís en el Carrefour?

-Que sí, mamá. Que Ana se ha empeñado en comprar aguacates. – Yo también, pero eso no lo iba a decir.

-Oye guapa, que tú has sido a la que casi le da algo en tú casa porque no habían aguacates. – Puso los ojos en blanco.

-Es que Miriam, vais a llegar súper tarde. – Me advirtió mi madre.

-A ver, tampoco te flipes. – Le contradije. – Llegaremos sobre la una y media.

-Pero eso es muy tarde. – La exageración de mi madre no estaba siendo ni medio normal.

-Mamá, a esa hora no ha llegao ni dios a casa. – Rodé los ojos, mientras veía como Ana se perdía por los pasillos del supermercado.

-Tu tía llega a la una para ayudarme con la comida.

-Pareces tú más nerviosa que la que tengo delante. – Ana soltó los aguacates en la cesta mientras me echaba una mirada recriminatoria.

-¿Está nerviosa?

-Normal que lo esté. Va a conocer a toda la familia Muñoz, yo también tendría miedo. – Me dio un manotazo Ana. – Auch.

-No te pases de lista. – Me advirtió Ana.

-Ay, pero dile que somos mu buena gente.

-Eso ya lo sabe, pero es tonta y le da vergüenza porque nunca ha estado con todos.

-¿Te recuerdo cómo estabas tú el día que conociste a toda mi familia?

-Pero vosotros erais treinta y aquí somos diez a lo máximo.

-A ver diez, diez tampoco.

-Mamá, hasta luego, que así no ayudas en na. – La corté antes de que dijese cuántos éramos y me tocase quedarme una hora más recorriendo aquellos pasillos.

-Espera, espera. – Dijo antes de que le diese al botón de finalizar. – ¿Seguro que Ana hace las patatas con mojo picón? No la queremos molestar.

-Tranquila, Inma. – Me arrebató el móvil de las manos. – No hay problema. Encima que me invitan es lo mínimo que puedo hacer.

-Ya sabes que eres una más de la familia. – Le dijo. Pude ver como se sonrojaba.

-Luego nos vemos, mamá. – Esta vez fui yo la que le quitó el móvil a Ana.

Hoy, día después del concierto, nos íbamos a mi pueblo a pasar el día con mi familia en Huétor Tajar. Ayer, después del concierto, mi madre y yo hablamos de pasar el día siguiente todos juntos ya que por una vez que iba al pueblo en casi medio año, había que aprovechar. Ana, obviamente, no se había opuesto a la idea de pasar un día. Tanto que, ella misma, había sido la primera en confirmar en nuestra asistencia a aquella comida.

Aunque en aquel momento se echó muy pa' lante, desde que se había despertado hoy lo había hecho más nerviosa de lo normal. Era comprensible, era la primera vez que la presentaría de una forma más formal a toda mi familia, aunque estos ya lo adoraban y no era para menos.

Mi madre y mi tía habían decidido cocinar choto al ajillo y unas berenjenas con miel de caña. Y Ana se había ofrecido a hacer unas papas con mojo picón y yo, pues bueno, haría acto de presencia en la cocina.

-¿Segura que lo llevamos todo? – Me preguntó mientras cerrábamos el maletero del coche.

-Ana, hemos mirado veinte veces todas las bolsas desde que hemos pagado. – Metí la llave en el contacto. – Tranquilízate, que no pasa na. – Puse una mano en su muslo.

Vuelves (TERMINADA) // WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora