Amores que perturban

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   Bryce se quedó mirándome con firmeza mientras yo le apuntaba con el arma.

—¿Porqué me lo preguntan a mi? —Alternó su mirada entre Dynia y yo y luego volvió a mirarme—. Ustedes dos están relacionadas por amores que perturban en formas en las que no se imaginan, son parte de algo más grande que todos nosotros. Sus asquerosas familias son más sucias de lo que ustedes creen...

—Cállate imbécil, no te atrevas a hablar de mi familia de nuevo o te juro que voy a meterte esta arma en la boca y voy a disparar hasta descargarla por completo dentro de ti. —Lo amenacé.

—¿Y quién es tu familia, Alana? ¿Los Monroe? ¿Los Harrison? Es una verdadera lástima que los muertos ya no puedan hablar porque hay mucho que deberían explicarles... —Cada vez su juego de palabras me exasperaba más.

—¿De qué demonios estás hablando? Habla claro si no quieres que pierda la razón y termine matándote solo por placer. —Me estaba exasperando.

—Hablo de tu madre era una puta asquerosa que se metía camas ajenas cada vez que podía.

   Le entregué el arma a Blake para que siguiera apuntándole y me acerqué a Bryce. Le di un golpe en la cara que me manchó la mano con la sangre que emanó de su boca.

—¡Vuelve a referirte a mi madre de ese modo y te vas a arrepentir! ¿Quién demonios es la Madame Roja? —Esperé una respuesta que nunca llegó—. ¡Contestaa! —Le grité.

   Bryce me tomó por el cabello con mayor rapidez de la que todos pudimos imaginar y sacó una navaja pequeña de su bolsillo, la cual me puso en el cuello haciéndome daño. Blake no podía disparar porque él me utilizaba como escudo.

—Mala decisión, no debiste acercarte tanto... —Bryce se burló—. ¡Siempre crees que lo sabes todo! Te crees superior a los demás, eres igual a tu hermana. —Bryce miró a Dynia mientras lo decía. Creo que la Madame Roja querrá matarte por si misma... ¡Todos apártense!

   Ellos obedecieron muy preocupados y sin saber como proceder para apartarme de Bryce sin que él me hiciera daño, yo tenía el corazón acelerado como nunca. No entendía nada de lo que Bryce estaba hablando. ¿Estaba insinuando que Dynia era mi hermana? ¿Cómo podía ser eso posible? ¿Y quién era la Madame Roja? ¿Porqué me odiaba tanto?

   Justo en ese momento el detective que seguía el caso del Club Devon entro en la sala, traía su arma desenfundada probablemente desde que vio el cuerpo sin vida de Alejandro en el suelo.

—¡Es la policía! Le ordeno que suelte a la señorita Monroe de inmediato! —El detective le gritó con autoridad.

   Bryce siguió acercándose a él con mucha cautela mientras cada vez me dañaba más con la navaja.

—¡La Madame Roja me envió! Espero que entienda... —Le dijo cerrándole un ojo.

   El detective de inmediato cambió la dirección de su arma hacia Blake y le disparó en una pierna haciendo que el arma se le soltara de las manos y corrió a recojerla mientras Dynia gritaba haciéndose un puño y entrando en Shock.

   Con armas en ambas manos el detective apuntaba a Alexis y Christian mientras Blake se mantenía herido en el suelo.

—Siempre tan oportuno... —El detective caminó dando pasos hacia atrás hasta alcanzarnos a Bryce y a mi y le dio una de las armas.

   Bryce soltó la navaja y comenzó a apuntarme con la pistola en los cesos mientras me sostenía con su brazo haciendo presión en mi cuello.

—¡Si intentas algo, vas a morirte perrita! —Me susurró con desprecio ante mi desesperación—. ¿Entendiste, Alana Harrison?

—Dejé de ser Alana Harrison hace mucho. —Renegué con seguridad.

—Oh, pero aún lo eres... Siempre lo fuiste pequeña idiota.

—Dile a la Madame Roja que espero su recompensa por esto. —Recordó el detective.

—Oh, lo hará. Ella nunca olvida a sus aliados.

   Christian me miró sin saber que hacer, estaba impotente ante la situación. Evidentemente no quería dejarme ir, pero nadie tenía opción. Ellos tenían las armas.

   Nuestras miradas se cruzaron por una última vez antes de que Bryce me volteara para sacarme al jardín, donde su auto estaba estacionado. El detective se mantuvo en la puerta apuntándoles a mis amigos, Dynia trataba de ayudar a Blake a no desangrarse, ni siquiera podía llorar la muerte de su esposo tranquila. Christian Y Alexis se acercaban de manera retadora al detective.

—¿Porqué? ¿Porqué hacen esto? —Chris no podía creerlo. El detective había sido amigo de la familia Shannel por años—. ¡Creí que eras leal a la justicia! —Reprochó.

—Te contaré un secreto mi querido Christian... ¡La lealtad solo se consigue con dinero!

   Bryce terminó de amarrarme de una manera en la que no podía moverme por completo y me lanzó al asiento trasero.

—¿Ahora entiendes porque soy era tan bueno siendo un rigger en el club? —Se burlaba—. En el asiento trasero vi un frasco lleno de lo que parecía ser un alchool preservante y un órgano estaba dentro de él. ¡Era un pene!

   Abrí los ojos a más no poder, no grité porque la mordaza no me lo permitía.

—Oh, y ahora parece que descubriste la razón por la que te conteste que amo los penes... ¡Yo no solo follo hombres, cariño...! ¡Los colecciono! Tú no tendrás tanta suerte... Cuando la Madame Roja te tenga en sus garras, no quedará nada de ti...

   El detective se subió rápidamente en el asiento del pasajero y Bryce aceleró para salir de la propiedad.

   Cuando dejaron de ser apuntados Christian pudo responder.

—Rápido, tenemos que seguirlos. Alexis, recoje las armas de los hombres de Bryce y saca el auto de el estacionamiento, te veo en la entrada. —Alexis corrió de inmediato de manera impresionante para obedecer la coordinación de Christian—. Dynia, quédate aquí para ayudar a Blake, cierra las puertas ahora y escóndanse en el sótano hasta que regresemos.

—¡Tráelos vivos a todos, Christian! —Él asintió a las palabras de Dynia y corrió a la entrada donde Alexis estaba esperándolo para acelerar y comenzar la persecución.

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