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Llevaba años sin sentir una brisa que trasmitiera paz, armonía y un dulce aroma a tierra mojada.
Las hojas secas caían danzando al compás del aire, cayendo con suavidad ante el pastizal.
Mis pies tocaban el inicio de un pequeño río que pasaba sobre mi, estando helada el agua, sentía aún así su calidad abrazándome.

   Al estar encerrada después de la guerra me dio la oportunidad de hacer un reset en mi cerebro, una poda neuronal que borro todo recuerdo de cómo era el mundo y ahora me daba la oportunidad de crear nuevos recuerdos en este nuevo espacio.

— Vas a enfermarte.

Sonreí de lado.
Era lo que menos me importaba ahora.
Sasuke había sido liberado hace apenas una semana, y no perdió tiempo para librarse de mí.
Se alejó de Konoha, rechazó el brazo que Lady Tsunade le tenía y me dejó sin siquiera despedirse.
Ese idiota.
Era su forma de pedir disculpas por todo lo que había hecho, entendía sus razones, comprendía su sentir; por eso no fui detrás de él.
Lo dejaría ser y volver cuando estuviera listo para verme de nuevo, dando su tiempo, espacio...
Parece que no tuve que esperar mucho.

Solo espere por él dos años...

— ¿Te importa más eso ahora? — dije sin girar a verlo.


— Siempre me has importado.

Deje salir un suspiro de nostalgia.
Era siempre así de igual con él.

Me atreví desde que llegó a girarme y verlo de frente. Dejando que lo largo del vestido ahora estuviera sumergido en el pequeño lago. Mi sorpresa fue verlo usado un traje, que encajaba bien con su físico.

— ¿Que crees que estás haciendo, Sasuke? — furci el ceño.

— Venir a tu boda. — miró su aspecto— ¿es demasiado?

Deje salir una risa negando su respuesta.

— Desapareces por dos años, y regresas solo a mi boda. — dije tratando de encontrar sentido en sus palabras — Ni siquiera a la boda de Naruto estuviste presente... ¿por qué en la mía si?

Este se acercó encontrando la distancia.

— Eres mi hermana, es obvio. Y con Naruto, vine antes de que se fueran de Luna de miel, les felicité a ambos. — miro el lago— Estás mojando tu vestido.

— ¿Te quedarás? — trate de guardar las lágrimas— dime que te quedarás conmigo...

Este me miro fijamente.

— No puedo.

Esperaba eso.


— Agradezco que estés aquí, pero Orochimaru me entregará en el altar. — me giré en dirección de nuevo a mi boda, la ceremonia no tardaba en comenzar.

— No me negaré a tus peticiones, si no me quieres aquí lo entenderé. — se giró dispuesto a irse— No soy el mejor hermano, jamás remplazare a Itachi pero... quiero intentarlo.

Frené mi paso cambiando mi expresión, sonreí.
Era nostálgico el ambiente...

— Eres un tonto.

Extendí mi mano esperando que la tomara, no tardo mucho.
Entrelace nuestros dígitos y apreté el agarre, recargándome en su brazo.

— Ven, hermanito. — mire su rostro — voy a casarme.




Las palabras guiadas por el sacerdote de misa espléndidas, pero mis ojos sólo veían a una persona.

Gaara.

Sus facciones eran detalladamente una obra de arte, su mano sosteniendo la mía como si de porcelana delicada se tratase, sus ojos brillando con intensidad ante el azul del cielo, el suave viento...

Aceptamos nuestros votos.
Sellamos nuestras vidas juntos.
En un mundo de paz...

Aquella tarde de fiesta en Konoha, fue agradable estar con mis amigos y mi nueva familia.
La nostalgia no desaparecía, podría haberla apagado si Sasuke se hubiese quedado, pero a mitad de la ceremonia lo perdí de vista.
Ni siquiera una fotografía nos tomamos.

Era de esperarse...

Mi único tormento aquella tarde, era el pensar a futuro, pues mis nuevas amigas, incluyendo a mi cuñada Sakura, hacían planes para la familia que tendrían; sus hijos.
Sonreía ampliamente al verlas como sus orbitas de los ojos se encendían con fervor al hablar sobre nombres o aspectos característicos que tendrían sus herederos.
¿En mi? Solo causaba tristeza intensa, pues mi viente había sido maldecido por Madara Uchiha, privándome el derecho de poder tener un heredero.

— Hey, Kiyomi.

Salí de mi trance mental, comenzaba a carcomerme viva y agradecía que fuera él quien me sacara de ahí.

— Caminemos...

Me extendió su gentil mano, misma que era adornada por una argolla que hacía juego con la mía.

Asentí despidiéndome de mis amigas, para ir con mi esposo.

— Escuché algo de su platica. — comenzó hablar una vez que estuvimos lejos del ruido, estábamos vagando por el bosque.

— Tienen sospechas de Hinata, quizá tendremos un mini Naruto muy pronto entre la aldea. — sonreí.

— No te veías cómoda con eso. — fue al grano, bastante directo. — siento eso, pero odio que lo hablen sin tomar en cuenta tu situación.

— No debes de que preocuparte, cielo sé que estoy así por algo que yo ocasione. — tome sus manos— Y gracias a esos sacrificios estamos hoy aquí...

— Prometo que jamás te sentirás así de nuevo.... — besó mis manos. — este matrimonio es tan puro, tan real y leal, Kiyomi....

Sabía que decía aquello por el principal velo que cubría este matrimonio. La alianza totalmente protegida entre ambas aldeas.
Pero él y yo sabemos que no hay nada más genuino, que el deseo de que algo se hiciera real.

Y ahora lo era.

🔴🔴🔴🔴🔴🔴🔴🔴🔴🔴🔴
The end

𝑼𝒄𝒉𝒊𝒉𝒂: 𝑯𝑰𝑫𝑬𝑵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora