Cartas para él.

Carta 24.

Antes tenía miedo de  quedarme sola, de estar sola, pero de repente llegó él y lo cambió todo.

Se convirtió en mi mundo, todo giraba en torno a él, hasta tal punto que me preocupé de haberme perdido a mí por complacerle a él. Puede parecer una tontería, y quizás lo sea, pero jamás me pude imaginar que tenía tal dependencia de la gente como ahora sé, gracias a él, que tengo. Una gran amiga me dijo una noche en la que la llamé con ataques de pánico que debía de ir al psicólogo, que empezaba a tener problemas graves los cuales no podía resolver por mí misma, al principio no la creí, seguí siendo yo, sin darle muchas vueltas al asunto, sin plantearme si realmente era verdad lo que ella decía.

Pero el problema fue aumentando. 

Y es que mi problema no viene por él, sino por mí. Ataques de ansiedad disimulados, ataques de pánico ante situaciones que no debería de tener, nervios que me bloquean cualquier intento por pensar y mantenerme serena. 

He empezado a tomarle a él como un lugar seguro, como el refugio de que todo está bien cuando nada en mi vida lo está. Y estoy cometiendo un fatídico error, porque cuando mis problemas se descubren todo va a peor. Cuando algo con él se tuerce mi mundo comienza a desmoronarse y yo me derrumbo pensando en las infinitas posibilidades que eso puede ocasionar. 

Me he dado cuenta de que me he apegado tanto a él que me he vuelto aquello en lo que dije jamás convertirme, una persona celosa, manipuladora, algo excéntrica y una pizca de controladora. No puedo evitarlo, sé que no está bien, que no puedo ser así, pero sé que es por culpa de mi inseguridad, de mi inseguridad ante mí misma, porque no necesito culpar a nadie más de lo que me ocurre a mí, de lo que yo soy.