15. No puedo evitarlo

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- Estaba pensando en sacar ya las uvas para nochevieja. –le dijo Maialen a su amiga en cuanto le abrió la puerta.

- No seas exagerada, solo llego una hora tarde. –le restó importancia la rubia.

- Como si fuera poco... -le reprochó.

- Venga, no te enfades... -le pidió mientras le daba un abrazo con una mano, ya que en la otra llevaba una tortilla que había hecho su madre y había traído de su pueblo. –Os traigo tortilla de mi madre.

Esa era la debilidad de Maialen, estaba perdida, ya no podía seguir enfadada con su amiga. Además, también le dijo un "te echaba de menos" que ablandó su corazoncito totalmente.

- Pasa y siéntate, antes de que me arrepienta. –accedió con una sonrisa. –Dame la tortilla que la ponga en la mesa.

Ella se la dio, bueno, prácticamente Mai se la arrancó de las manos, y fue al salón para ver al resto. Saludó a Eva y se hicieron un par de preguntas de cortesía, no es que su relación hubiera mejorado demasiado, pero cada vez sabían llevar mejor los ratos que compartían juntas, incluso disfrutaban alguna conversación. Después saludó a Bruno y le preguntó si había cuidado a Maialen mientras ella estaba fuera, a lo que él afirmó convencido. Era bonito ver como una pareja del concurso había sobrevivió a los años y seguían cuidándose mutuamente manteniendo esa conexión.

Solo le quedaba Flavio por saludar y quería esconder lo nerviosa que estaba. Le había echado mucho de menos y ahora mismo parecía una niña de 15 años que se reencontraba con el chico que le gustaba después de las vacaciones. Era un flan, pero con los años había aprendido a disimular sus emociones, así que ahora no iba a ser menos. Inspiró profundamente y dio un paso hacia él a la vez que él se acercaba también a ella. Iba a darle dos besos, pero él se lanzó directamente a sus brazos. Y lo agradeció.

Años después volvía a sentirse en casa en sus brazos.

Al principio era muy reticente a compartir tiempo con él, en el fondo sabía que no lo había perdonado. Quizá incluso ahora mismo tampoco, pero no podía negarse más tiempo los sentimientos que tenía por él. Y reconocer eso no implicaba que quisiera casarse mañana, solo eran eso, sentimientos que, poco a poco, había recuperado.

Cómo manejarlos ya sería otra historia.

- Te he echado de menos... -le confesó bajito, cara a cara, para que pudiera leerle los labios sin que nadie más se enterara.

- Yo también. –se atrevió a decirle.

Se quedaron mirándose el uno a otro, diciéndose todo lo que no se atrevían a decir en voz alta. Bruno y Eva eran testigos de lo que estaba pasando, por lo que miraron hacia otro lado y empezaron a mantener una conversación tonta para que no se sintieran observados e incómodos.

- Venga, todos a la mesa. –les llamó Mai. –Ya es bastante tarde.

- Oye, deja de reprochármelo. –le pido Sam haciendo pucheros.

Obedecieron todos a Maialen y se acercaron a la mesa, vieron todo lo que les había preparado de cena y se quedaron embobados. Había preparado entrantes, la mayoría vegetarianos, pero también otros para ellos y unas pizzas que tenían una pinta increíble. Un par vegetarianas y otro par con carne. Así era ella, la persona más considerada del mundo.

- No hacía falta que prepararas todo esto. –le dijo Eva. –Sabes que nos gusta la comida vegetariana.

- Lo sé, pero quería consentiros un poquito también. –le explicó. –Es nuestra primera reunión tras las vacaciones, hay que celebrar por todo lo alto.

Difícil de olvidar  • Flamantha • 《Completa》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora