Capitulo 1

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Prólogo
En un mundo donde no te puedes apoyar en nadie es un caso perdido de vida y sobretodo cuando todos mienten sin ninguna explicación que dar. Esta soy yo, Madison Sand una adolescente casi normal de pelo largo ondulado y pelirrojo, mis claros ojos con toque azul marino hacen de mi algo más especial.

                              Capítulo 1
—¡Mama! Tengo que estudiar, sal de mi habitación-digo totalmente histérica y enfadada

Mi madre es de es de esas madres que poco más y viven en tu cuarto por saber que haces y me disgusta mucho que lo sea. Sus ojos marrones la delatan siempre que viene y por no hablar de su taconeo que avisa a metros la entrada. Hace una semana se cortó su pelo negro a medianamente corto que provoca miradas envidiosas vaya donde vaya. Y eso hace que siempre quiera contármelo y entonces, entre más.

Escucho como la puerta se cierra y ya puedo estar tranquila en mi cuarto, sin nadie que me moleste. Solo yo y mis estudios:  por una parte es algo terrible, porque mañana tengo un examen fundamental.

Mi hermana mayor  interrumpe mis pensamientos cuando entra y se queda mirándome mientras se toca su melena negra

—Oye Madison, voy a hacer la cena, ¿quieres Hamburguesa? ¿O algo especial?—me pregunta con un tono sarcástico con el cual odio que me hable fijando su también, mirada azulada cielo

—Decídelo tú misma si puede ser

—Esta bien, suerte con el examen, se que lo conseguirás, tú siempre haces todo bien, te quiero, pero eh, un poco—se despide y cierra la puerta, cosa que no suele hacer, le gusta molestarme y sabe hacerlo bien.

La puerta se vuelve a abrir y aparece mi hermana Trish.

—¡Por cierto! Mañana he quedado con mi grupo de clase en llamada, necesito silencio, vete a tomar algo fuera con la iaia ¿si?—grita mi hermana entusiasmada

—De acuerdo, pero... Da igual, disfruta—respondo con voz cansada

—Entonces... Perfecto—se va corriendo dando un giro de modelo con su pelo 

Estaba claro que algo me pediría, conozco bien a todo el mundo, a veces creo que demasiado, pero no me disgusta, soy una estudiante a la cual le encanta escuchar y ver, muchas series. Para vivir, vivo en Miami con mis padres, mi hermana mayor de 24 años y mi pequeño perro Tommy, su raza: bulldog francés. Tiene cuatro manchas negras en su pequeño cuerpo, es el perro más precioso y lo más preciado que tengo conjunto con mi mejor amigo Mike y una cajita. Desde que lo conozco ha llevado el mismo look, no es un chico de cambios en su pelo: castaño alborotado. Es mucho más alto que yo y su vestimenta siempre está renovada, una vez a la semana obligatoriamente debe ir al centro comercial y volver mínimo con tres bolsas completas de todo tipo de accesorios y prendas. Y a pesar de tener mucha pasta no es el más popular, y lo agradece, ya que normalmente no es un imán de las personas interesadas, pero tiene suficientes amigos buenos para pasar el rato como para llenar una casa entera, en cambio, yo, tengo amigos, pero siempre decido estar con el. ¿Puede que haga que él se esté aferrando mucho a mi?

Paso paginas y las miro por encima, fijándome en los dibujos dibujados a boli

 Un aire fresco que entra por la ventana me pone los pelos de punta.

—¡Mierda! Ha pasado media hora y no he estudiado nada, voy a suspender geografía -mi voz sobre pasas la de la demás que escucho en la cocina, pero por suerte nadie me ha hecho mucho caso, menos mi perro,  que esta sentado en mi puerta.

Al instante de acabar de estudiar recuerdo mi caja, ese objeto pequeño negro lo es todo para mi. Tiene un valor extremadamente importante, y hoy no la he revisado.

¿Tendría que preocuparme?

Así que sin pensármelo dos veces, cojo el pomo de la puerta y la abro, noto como el pulso me va acelerando cada vez un poquito más, corro unos metros rectos por el pasillo hacia mí segunda habitación donde la guardo escondida

Cuando llego, solo tengo ganas de llorar.

Mis ojos al contemplar que mi caja negra no está en el armario, explotan en lágrimas que hacen que rápidamente mi familia llegue para informarse de lo sucedido.

—¡No! ¿Se puede saber quien de vosotros tres ha robado mi caja?—pregunto enfurecida a mis padres e hermana

Sus reacciones son de sorpresa pero no tengo pena por ninguno.

—Pero... Hija... Nosotros...—mi madre asustada se queda sin palabras

-¡Que! Sois de lo peor, sabéis perfectamente el valor que tiene esa caja para mi, que ahora por arte de magia ha desaparecido. ¡Pues no! Las cajas no tienen patas—El corazón se me para poco a poco por cada palabra que digo.

Ellos siempre han sabido el aprecio con la que la cuido, pero nunca porque, ni que hay ahí, solo yo y una persona más en el mundo tiene conocimiento sobre su interior.

—¿Te estas escuchando Madison? Es una caja, si la has perdido té compras otra en la tienda de manualidades y solucionado. Y segundo, ninguno de nosotros te hemos robado la caja, ¿tanto que te crees que nos importa esa maldita cosa de madera? Mira, en mi habitación tengo una blanca, te la doy si quieres, pero deja de molestarnos y acusarnos—la voz de Trish es agresiva y a la vez paranoica. 

—Si, hija, has pasado un límite, no puedes hablar así a tú familia. Deberias acostarte, descansar hará que te encuentres mejor y que tus sentimientos se relajen—propone mi madre Estela con voz calmada 

—A dormir que es lo único que sabes hacer-ríe y ríe entre palabras Trish

—No quiero escuchar más, no quiero escuchar ni una palabra más vuestra, ¡Por favor iros!- les ordeno a los 3 tapandome con fuerza las orejas.

Mi padre Alan, físicamente igual que yo, delgado y medio alto, es el último en salir. Las palabras de mi hermana han hecho que se me rompa el corazón a mil pedazos. No entiendo como puedo importarle tan poco, para ella parece que soy una molestia, ¿y a dormir?—pongo los ojso en blanco— No tiene ni idea.

Vuelvo a mi habitación devastada por la desaparición de mi objeto valioso.

Sigo y acepto lo propuesto por mi madre: dormir, pero me es imposible, no paran de rondar preguntas y pensamientos que lo sucedido.

¡Mi puta caja!

10 CAJAS CONTANDO LA MIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora