Capítulo 4

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Se limpió la boca y salió del baño, no quería volver al salón, por lo que se escondió en el lugar que nadie visitaba jamás, la mapoteca del último piso, un lugar estrecho y mal iluminado.

La escueta luz titilaba tétricamente, en el fondo se podían percibir movimientos sutiles y con un poco de atención se escuchaba un ligero llanto. En el pasado, naomi habría huido inmediatamente, sin embargo ahora le parecía una estúpides. ¿miedo? Había matado a dos personas sin siquiera mancharse las manos ¿quien podría dañarla? Era de ella de quien debían huir.

Se acercó lentamente hacía la fuente del horror, quitó varios mapas que bloqueaban su camino y se encontró directamente con una imagen por la que habría pagado.

Un hombre estaba acurrucado contra la pared, su largo cabello dorado caía desordenadamente sobre su rostro hermoso rostro, que por la palidez de su tez asemejaba con una detallada escultura en marmol del dios Apolo. Sus ojos azules derramaban su manantial en gruesas lágrimas que recorrian sus mejillas en ríos salados.

— ¿leon?

La aguda voz de naomi alertó al hombre que instantaneamente se limpió las lágrimas y endureció sus expresiones, como si de esa forma pudiera esconder su angustia.

— ¿que haces aquí?

Preguntó toscamente mientras se peinaba hacia atrás el cabello y se limpiaba los rastros de su dolor. Naomi soltó un suspiro pesado, verlo en ese estado le apretaba el corazón, pero a la vez le gustaba, no pudo evitar pensar que su rostro constipado era precioso. Alzó su mano y acarició gentilmente la cabeza de León y ante su mirada dudosa, ella le transmitió toda su ternura.

— ¿por que lloras?... ¿es por Federico?

La sola mención del nombre agitó la mirada de León, su espíritu estaba tan quebrado y dolido que ni siquiera pido negarlo. Repasó su lengua sobre sus labios y Naomi sintió que ante tal imagen su respiración se detuvo, a ella le encantaba este hombre.

— se que no te agradaba.

Naomi se tragó sus pensamientos, pero él sabía bien que la palabra "agradar" se quedaba corta, Naomi lo odiaba y tenía razones mas que suficientes para desearle la muerte, como si diez años de maltrato no fueran suficientes, ella tenía sus secretos con Federico, secretos que jamás revelaría a nadie. Pero por el contrario de sus verdaderos pensamientos, Naomi esbozó una sonrisa ligera y frotó el hombro de León.

Quería decirle que no lo detestaba y que se sentía mal por su muerte, pero no podía, si intentaba mentir, las palabras se quedaban en su garganta y no era capaz de tragarlas, su lengua se tensaba y sus dientes chocaban entre sí, casi como mágia. ¿que podría decir para consolarlo?

— no nos llevábamos bien, pero él era tu mejor amigo, no puedo ni imaginar el dolor por el que estás pasando.

León asintió y permitió que Naomi continuara con el contacto, no tanto por ella o quien era, sino por que él necesitaba consuelo desesperadamente, un apoyo que ni Isabella o sus padres pidieron dar, todo el cariño y la comprensión se terminaron luego de una semana. Claro que para ellos Federico era alguien ajeno, pero el corazón de un amigo no se sana en una semana... en ocasiones, no alcanza ni una vida completa. León rompió en llanto y se abrazó a Naomi, sus lágrimas cayeron sobre la camisa blanca pero ella ni siquiera lo mencionó, solo le devolvió el abrazo y continuó acariciando su cabeza mientras él se dehaogaba.

— mi amigo de toda la vida, era como mi hermano.

"y yo lo maté"

Pensó fríamente Naomi mientras frotaba la espalda de León. Por un momento casi sintió culpa, no por el muerto, sino por la persona entre sus brazos, por borrar de su hermosa boca la sonrisa que todos los días traía solidamente impuesta... pero no, finalmente no sentía tal cosa molesta, después de todo Federico le resultó de utilidad, por que solo con su muerte ella consiguió un acercamiento tan íntimo con su único objetivo.

Una voz en su interior, alguien extrañamente familiar, no era más que un susurro cercano que provenía de un lugar desconocido. Una voz aguda, casi infantil.

"Si lo quieres, hazlo tuyo"

Una voz maligna, casi de ultra tumba, alguien que la guiaba por sus verdaderos deseos.

"Es fácil, sabes como hacerlo"

Existía, si, había una manera de tomarlo, una forma que apenas recordaba pero su cuerpo mantenía muy presente.

"Funciona muy bien ¿recuerdas?"

Tomó el rostro de León entre su manos y unió su boca con la de él.

"¿quien te lo quitará si te pertenece?"

No fue un beso dulce o tierno, por el contrario era uno que provocaría pesadillas a mas de uno. Utilizando la sorpresa como primer recurso, se apresuro a atrapar la lengua del contrario, la absorbió así como parte de su saliva, sin dejarle tiempo a respirar, mordió el labio y le arrancó un pedacito de piel. León intentó apartarla pero el cuerpo de Naomi poseía una fuerza descomunal inhumana. Los dedos de Naomi se clavaron en la mandíbula de León y dejaron oscuras marcas, mientras ella succionaba parte de su esencia, León se aterraba hasta el alma, ya que los dientes inexplicablemente afilados rasgaron en costado de su lengua. La cálida sangre inundaba el contacto y naomi la consumía como si estuviera alimentandose. Los labios que anteriormente eran palidos se tiñeron de rojo por la sangre ajena y los ojos verdes brillaron como lámparas del infierno.

Cuando su hambre se calmó solo un poco, Naomi accedió a soltar a León, el cual salto de sus brazos asustado, se arrastró lejos y aduras penas consiguió levantarse para huir aterrado, no sin antes gritarle "Monstruo". Naomi se quedó en el mismo lugar, inmovil ante tal demostración de terror, sorprendida de si misma.

¿un beso? ¿Era eso suficiente para volverlo suyo? No, ese era solo el principio... solo el comienzo de la caída. Si, con ese infernal beso era mas que suficiente.

Ella recordó la voz del hombre en sus sueños.

"Que ojos tan poderosos"

El poder estaba en sus ojos, eso era claro, pero no bastaba una mirada para activar la mágia, era otra cosa, algo más le daba poder. Entonces lo recordó, durante la fiesta ella había compartido su trago con León, ese simple contacto bastaba para que él la haya defendido durante el ataque de Martina, pero el efecto se había acabado, días después intentó provocarlo como aquella vez pero nada daba resultado, entonces ella comprendió que solo el contacto daba el poder... según martina, federico y ella se habían besado durante la fiesta, un contacto mas directo y él había muerto por ella. Incluso martina con quien se peleo, con un mechon de cabello fue suficiente para controlarla ¿que mas pruebas se necesitaban?

Para ganar poder debía absorber la escencia de la persona y así sus ojos podrian controlar a voluntad. Deseo, sangre y pasión ¿lo recordaba? No, no tenía ni idea, pero imagenes borrosas llegaban a su mente, hubo alguien antes, una persona en su pasado, alguien a quien volvió suyo de esta misma manera, no habia la menor duda. Luego un llanto y finalmente la voz de una mujer furiosa que gritaba y trinaba, la llamaba monstruo.

¿monstruo? No, ese sería un halago, ella no era algo tan simple y común como un monstruo, no, ella era especial, tenía mágia y podía ser muy poderosa, fue muy poderosa en algun momento ¿que sucedió? No lo sabía, pero si pudo antes, ahora por supuesto que también.

Monstruo es una palabra que le quedaba muy chica, ella era un demonio, un ser malvado y perverso, una bruja, me refiero a una bruja de verdad, una muy peligrosa que puede robarte la vida, la voluntad y el alma.

Naomi no supo que hacer, sus manos etaban manchadas de sangre ¿por que no sentía culpa? ¿por que no lloraba? ¿por que no lo odiaba? ¿era mala? ¿le importaba ser mala? Para nada.

Sintió la humedad en su camisa, eran las lindas lágrimas de León, sus labios rojos se alargaron en una sonrisa macabra, olió la prenda y luego la lamió sin pudor, repazando su áspera lengua por el líquido salado.

— León... eres tan dulce.

Los ojos de esa BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora