Capítulo único.

317 41 3
                                    

Los turnos de noche dejaban exhaustos a cualquiera, corriendo para atender al‍ertas insignificantes, redactando denuncias de mierda o simplemente lidiando con el papeleo.

Esa noche en especifico era la que daba inicio al renombrado san Valentín. Los comisarios corrieron la mala suerte de quedar en turno, algunos agentes pensaban que aquello podía tratarse de un plan extraño ideado por Conway, quien conocía la relación que mantenían Greco y Volkov desde ya hace algún tiempo. Así que, básicamente, les había jodido la fecha, pues el trabajo les dejaría demasiado cansados como para que tuviesen planes luego, sobre todo cuando debían trabajar de tarde en el mismo día. Sin duda era un castigo.

Tampoco era que le dieran real importancia a la fecha, ambos la consideraban más una excusa para salir a cenar o hacer algo juntos después de un tiempo ocupados. Lo único bueno sería que compartían turno después de algunos días, al tener el mismo rango solían distribuirlos en horarios diferentes con tal de que siempre haya alguien a cargo de la malla.

Independiente de todo eso, Greco solamente se preguntaba por qué había seguido al ruso hasta el baño. Ya le conocía, debió haber deducido sus intenciones. Aunque allí no había cámaras, tampoco agentes de turno, pero Rodríguez era consiente de que el último punto no era algo a favor, podían secuestrar a alguien y ellos estarían en el baño...ocupados.

—Volkov, joder, que estamos trabajando —dice en voz baja, observando con el rostro rojo como su acompañante se arrodilla—, puede haber una emergencia —su voz vacila, ya no hay seguridad en ella pues sabe perfectamente lo que Viktor planea.

—Casi no hay al‍ertas a esta hora.

Tiene que cubrirse la boca cuando el otro le baja la ropa, y ya desiste en detenerlo, en el fondo también se encuentra deseoso de su contacto. Se estremece cuando la diestra del ruso rodea su miembro, comenzando los movimientos de vaivén con ella. Greco ahoga sus gemidos en la mano con la que aún se cubre la boca. A la adrenalina de hacerlo en un lugar así se le suma la libido incipiente. Su cuerpo le ruega desesperado por más, cosa que sin pedirlo consigue, pues la lengua del uso se desliza por su falo, estimulando la punta cuando llega a ella, la piel se le eriza. Le observa, perdido, a merced de su tacto. El otro, a sabiendas de que es visto, aleja la boca, relamiéndose los labios a lo que el de barba gimotea, ¿acaso planea detenerse allí?

La respuesta llega en silenciosa negativa cuando Volkov lame los dedos de su diestra. Greco jadea anticipado, mirando hacia otro lado.

Le tiemblan las piernas cuando de pronto el índice de su pareja ingresa en sí, y su boca lamiendo nuevamente. Tiene un espasmo con la estimulación, gime olvidando guardar silencio. Si aquello es pecar, arderá gustoso en el infierno, aceptará sin molestia los gritos de su jefe si son descubiertos, y las risas de sus compañeros no serán más que insignificante ruido de fondo.

Greco siente que está cerca de acabar, mueve sus caderas necesitado, y Volkov le entiende, dejando de estimularlo, recibiendo una maldición en voz baja por parte de su pareja.

Se irgue, acercándose con tal de besarlo, necesitado de su boca. Baja su cremallera, liberando su miembro necesitado, gruñendo con solo eso. Alza con brusquedad a Greco, ya no puede esperar, necesita sentir su interior, que sea suyo por ese momento. Y así lo hace, en un movimiento entra casi por completo, notando como Greco pierde el aire en un gemido. Sus cuerpos comienzan a arder, apasionados del contacto, ilusionados con ese tipo de placer que ya extrañaban.

Volkov mueve las caderas, impaciente, empujando contra la pared a quien ya no calla, haciéndose oír con cada movimiento. Pierde el aire y lo recupera. El baño se llena con los sonidos obscenos que escapan del acto. Las manos del ruso se aferran a las piernas de Rodríguez, quien busca de dónde sostenerse, hasta decidirse por abrazar el cuello del otro, sintiéndose lleno, gimiendo al oído de Volkov con tal de hacérselo saber, murmurando su nombre entrecortado y maldiciendo una que otra vez.

El hecho de que sigan en comisaría se desvanece entre los movimientos que hacen temblar a Greco, entrecierra los ojos y se deja llevar, aunque sabe, las paredes no son gruesas. Pero son alrededor de las 4 am, es incluso sorpresivo como el ruso parece no perder energía incluso tras la jornada laboral que le quitaba horas de sueño, preso de la dopamina deja de ser tan correcto y tan serio, quiere más como si se tratase de un animal hambriento, ¿qué más da si surge un fleka, o un jodido central? Que Conway lo despida si le va en gana, está harto de poner el trabajo por sobre su propia vida, pierde de probar, de disfrutar, y termina pecando inconsecuente en un baño al que podría entrar cualquiera.

Greco grita en placer cuando acaba, más sabe que no ha terminado, porque Volkov se detiene solo un momento, cambiándolo de posición, menos cuidadoso que otras veces, más que antes. Deposita besos en su nuca y vuelve a unirse con él. Mancha su piel entre chupetones y mordidas sobre las que lame mientras sus caderas se mueven buscando la cúspide, lo oye jadear agradecido, aquello solo le da más ganas de continuar. Rodríguez se sostiene de la pared, moviéndose también en busca de la mayor fricción, y si fuera lienzo ya sería pintura, una que los conservadores se rehusarían a mirar, aunque en secreto admiraren fascinados.

Oh, san Valentín no podía ser peor y mejor a la vez, tan contradictorio sentirse así, una parte discriminando y la otra disfrutando sin pesar alguno, sonriente de lo dado, ignorante quizá del porvenir o simplemente viéndole como irrelevante.

El nombre del ruso resuena en una especie de súplica, y el del español escapa en un murmullo desde la boca de quien lo llena como solo él puede, como solo él tiene el placer de llamarlo "mío", y de reclamarse, como no, suyo.

Las respiraciones desacompasadas y el chasquido de los besos anuncian el final, que no es perfecto pensando en trabajo, pero es perfecto mirándose a los ojos, perdiéndose en una mirada que siempre ven y no quieren olvidar.

Algunas horas después, un agente decidió llegar temprano para su turno, en esperanza de retirarse antes si registraba, asimismo antes, su entrada. Le sorprendió encontrar a ambos comisarios sentados uno junto a otro en las sillas de recepción, dormidos, la cabeza de Greco sobre el hombro de Volkov, y la del ultimo sobre la del primero. Rio leve y pasó a recoger sus cosas, ya los despertaría con el sonido de la radio o algo similar, Louis sabía perfectamente lo que había sucedido, Greco no solía dormirse estando de turno. No quería incordiar ahora, ya tenía suficiente material para hacerlo durante el mes completo.


𝓕𝓲𝓷.






...

Un especial de san Valentín atrasado.

También publicado en Twitter: Karima130X

Gracias por leer.

🎉 Has terminado de leer 𝑯𝒐𝒍𝒚 𝑽𝒂𝒍𝒆𝒏𝒕𝒊𝒏 [𝖦𝗋𝖾𝗄𝗈𝗏] 🎉
𝑯𝒐𝒍𝒚 𝑽𝒂𝒍𝒆𝒏𝒕𝒊𝒏 [𝖦𝗋𝖾𝗄𝗈𝗏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora