Celos

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Las calles de Francia estaban congeladas por un frío abrasador, los noticieros habían informado que se  avecinaban bajas temperaturas por lo menos un tiempo y que lo mejor sería mantenerse en sus hogares. Pero para algunas personas, no era impedimento para disfrutar de las afueras, y ese era el caso de dos bots.

Thomas y Guy, a pesar de su inmensa popularidad, no tenían problema para pasear por la ciudad, recibían uno que otro saludo de un fanático, pero no les inquietaba, lo contrarío, era un gran agradecimiento por parte de ellos por ofrecerles ese amor y respeto. Mientras que las personas se mezclaban entre los colores de sus pieles, ellos resaltaban entre el público, relucientes como siempre.

Ambos robots habían llegado a un café, y era algo gracioso, porque no podían ingerir algún tipo de alimentos, pero no les importaba, hacer cosas humanas les parecía algo muy agradable.

El local tenía mesas afuera, y por el frío, las personas comían adentro, pero prefirieron quedarse afuera, solos en la intemperie helada.

Mientras que Guy se sentaba en una de las sillas bajo el quita sol, -en un día nublado- Thomas estaba a su lado, parado frente a él. —Yo pediré un café. ¿Qué deseas tú? — el plateado le preguntó, sin dejar de verlo.

Guy puso sus codos sobre la mesa, abrazándose así mismo. —Tú sabes lo que me gusta. — le respondió, pero en un volumen para que solo su compañero lo escuchara.

Tras esas palabras, Thomas asintió divertido y fue dentro del local para hacer sus pedidos.

Mientras esperaba, Guy comenzó a tararear una de sus famosas canciones, hasta que terminó vagando en sus pensamientos. No pudo evitarlo, pero si tuviera un rostro, se le formaría una enorme sonrisa, Guy recordaba los momentos que pasaba con Thomas, su procesador le daba una dulce pincelada de recuerdos que solo él y su plateado habían vivido y eso hacía retorcerse de afecto. Él era un robot, sí, pero sus funciones le ofrecían un corazón capaz de sentir y pensar en lo caballeroso que Thomas era con él, le hacían soltar pequeñas risitas llenas de serotonina.

El tiempo pasaba y le extrañaba que su plateado aún no aparecía en su campo de visión, miró hacia el pequeño local, tal vez había una fila, pero a simple vista no calculaba un gran número de personas, prendiendo su pequeño chip de preocupación.

¿Qué le habrá pasado? Tal vez no lo atendieron, ¿le pidieron autógrafos? ¿Y si no quieren robots aquí? Le asustaba el hecho de que le hicieran algo solo por ser diferentes.

Con cuidado, Guy se levantó de su lugar y camino hacia el gran ventanal del local, solo para encontrarse con la sorpresa.

El codo de Thomas estaba apoyado en el mostrador, mientras que su otra mano hacía movimientos a la par del hablar, su concentración estaba puesta en una mujer, una joven que atendía el negocio, sus pómulos se enrojecían cada vez que el bot plateado hacía encender luces en su visor, entre todas esas risas. Automáticamente su mano tocó su pecho al sentir una leve presión, Guy bajó un poco su casco, casi a centímetros de tocar la ventana que lo separaba de esa escena, sentía que se iba a colapsar al percibir demasiados sentimientos con intenciones negativas.

Y sin poder evitarlo, su gran visor mostró, unos pequeños ojos verdes y una boca, pero con expresión de suma tristeza.

Guy comenzó a caminar, alejándose de aquella escena.

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Llego a una plaza de la capital, era muy preciosa, sus toques naturales le daban un aire relajante y aún más al notar que no había mucha presencia de personas allí, supuso que era por el helado clima que hacía. Guy caminaba despacio, con las manos en los bolsillos, disfrutaba del paisaje, pero le era imposible no quitarse esa imagen de su CPU, limitándose a sentarse en una banca de madera, junto a un gran árbol. Thomas, a pesar de ser un robot, él era muy apuesto, su gran altura y flaqueza le daba un aire atractivo, implicando atraer muchas miradas, y en cierto punto eso lo molestaba, sabía que solo eran fans, pero no podía evitar sentir algo desagradable en su pecho.

Por eso odiaba ir a las galas, siempre esas mujeres con sus vestidos que marcaban sus cuerpos, se acercaban a Thomas, ellas no lo notaban, pero Guy siempre veía como tocaban el brazo de su plateado, pecho o hacer roces extraños a su casco, Guy solo sujetaba firmemente el brazo de Thomas o se apegaba a él como reacción, era como su única forma disimulada de marcar su territorio.

¡Guy!

Ese grito lo hizo sacar de sus pensamientos y volvió a la realidad, pero no se inmutó al reconocer esa voz.

Thomas se acercaba a paso apresurado, hasta casi trotar, pero Guy seguía mirando hacia el frente, ignorando los llamados de su compañero. —Cuando no te encontré en el local me asusté, ¿por qué te fuiste? — Thomas le preguntó cuando llegó a su lado, sentándose en la banca. —¿Te sientes mal? ¿Sientes fallas? ¿Cómo está tu programación?

La preocupada voz con cierto acento francés lo hizo encogerse en su lugar. —Negativo. — Guy habló, pero su voz había cambiado, por un tono más robótico y grave. —Mejor, ¿por qué no vuelves con tu charla? Parecías muy divertido.

Thomas guardó silencio, analizando sus palabras. Siempre cuando Guy se enojaba, cambiaba su voz y su actitud, ni le dirigía la palabra y su lo hacía, era muy cortante.
Thomas concluyó.

—Estás… ¿celoso?

Guy se encogió aún más en su puesto, cruzado de brazos, tratando de evitar que sus emociones se demostrasen a través de su gran visor. —No. — le respondió.

—Mientes. — Thomas no dejaba de mirarlo. —Te conozco lo suficiente, doradito.

Guy se había quedado sin palabras, quedando al descubierto, como odiaba cuando Thomas usaba su cerebro. Su voz resoplo y se acomodó en su puesto.  —Tú… tú veías muy a gusto con esa chica. — le comentó, evitando la mirada atenta de su compañero.

—Entonces lo admites.

Los engranajes de Guy crujieron.

—¡Pues sí! ¡Lo admito! — su voz volvió a ser normal, notando demasiado su acento. —¡Me dio celos cuando te divertías con esa chica! — Terminó de gritar, sus sistemas estaban calientes, pero por la rabia, Guy no poseía rostro, pero con su voz podía transmitir lo enojado que estaba.

Pero volteó hacía su compañero incrédulamente al escuchar como soltaba una fuerte risa.

—Ay, Guy. — Thomas se calmó, recuperando su aliento. —Ella me había preguntado por ti.

Guy bajó sus hombros, entrando en confusión. —¿Qué? — Su visor formó un gran signo se interrogación de color rojo.

Thomas volvió a mirarlo. —Me había preguntado si estabas soltero. —  nuevamente, había quedado sin palabras, ¿esa mujer se había interesado por él? Por un momento malentendió las cosas y ahora no podía pensar con claridad. —Pero…— Thomas volvió a hablar, obteniendo la atención de su compañero nuevamente. —Le dije que yo era tu pareja y al parecer, le dio mucha gracia. — añadió.

Sentía como sus circuitos se sobrecalentaban, impidiendo modular alguna palabra, el sol ya había salido de entre las nubes, reflejando ese hermoso resplandor en su dorada pintura. Sentía como si le hubieran dando una buena bofetada, Guy musito, había creado una escena tan ridícula que su núcleo orgánico le ofrecía ese sentimiento designado como, vergüenza.

—Thomas, y-yo…— estaba dispuesto a disculparse, pero calló al sentir el brazo de su compañero.

—No te preocupes. — Thomas lo apegó a él con su brazo. —Nunca te apartaría de mí lado, eres como mi alma gemela.— con delicadeza, acerco su plateado casco a el de su compañero, simulando darle un beso en la frente. —De todas formas, te ves muy tierno celoso, mon chéri... — le comentó, mientras observaba ese gran visor oscuro.

Y no puedo evitarlo, sus emociones salieron a flote, transmitidas por su visor, que se encendía completamente por unas luces rojas, era un sinónimo y se entendía que estaba sufriendo de un fuerte rubor. —Tête d'étain... — Guy le insultó, mientras cubría su visor con una mano, avergonzado.

Thomas solo rió.

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