Capítulo 20

1K 48 16
                                    

Sabela

Brais me ha escrito hace un par de días.

Después de darle mil vueltas a su mensaje, al final he decidido quedar con él.

Es lo correcto.

Todos merecemos una segunda oportunidad y no quiero que un error eche a perder nuestra relación de años.

Aunque ese error a veces me parezca hasta sádico.

Busco a Brais con la mirada y sonrío cuando le veo. Está sentado en una de las mesas del fondo y parece concentrado. Tiene la cabeza apoyada en su mano derecha y observa con atención la pantalla del móvil.

También sonríe cuando me ve.

Se levanta y me saluda con dos besos. Le pido un café bien caliente al camarero que viene a atenderme.

Durante un rato, no digo ni una sola palabra, al mismo tiempo que mis ojos se pasean por su hermoso rostro.

Vuelven a mi todos y cada uno de los buenos momentos que hemos compartido.

Trato de convencerme a mí misma que ha sido una buena idea aceptar su invitación para hablar sobre nosotros. Tengo que hacerlo por mi propia salud mental ya que sigo sin poder quitarme a Jacobo de la cabeza y cada vez me cuesta más conciliar el sueño por las noches.

No me sentiría mal conmigo misma si se tratase de otro hombre cualquiera. Soy mujer, tengo necesidades y me gusta el sexo.

¡Pero estoy hablando de mi propio hermano, de mi propia sangre, maldita sea!

Todo esto es una locura.

Una maldita locura a la que estoy dispuesta a ponerle freno, sea como sea.

No pienso seguir comportándome como si fuera una degenerada.

-Estás preciosa -me dice.

Las bonitas palabras de Brais interrumpen mis tormentosos pensamientos. Su sola presencia logra que mi cabeza deje de dar vueltas pensando en alguien que no me conviene en lo más mínimo.

-Gracias, eres muy amable.

Brais coge mis manos entre las suyas y las besa con todo el cariño del mundo. En comparación con las de Brais, su toque es suave, amoroso y delicado. Nada que ver con la pasión compartida con Jacobo

-Antes de nada, tengo que agradecerte que hayas venido. No sabes lo que significa para mí que estés aquí -continúa diciendo.

-Reconozco que me lo pensé varias veces antes de venir. Pero finalmente aquí estoy. Quiero escuchar lo que tengas que decirme, aunque no te prometo que esto signifique una reconciliación.

-Lo sé -Brais baja la mirada, avergonzado-. Yo tampoco me siento orgulloso de lo que hice y nada me gustaría más que poder dar marcha atrás. Pero por desgracia, no puedo hacerlo.

-Supongo que tienes razón -admito-. Solo podemos intentar olvidar el pasado y continuar hacia delante.

Conversamos tranquilamente durante un buen rato. Brais me cuenta donde se está hospedando.

Desde que nos trasladamos a vivir a Ribadavia, solo he estado obsesionada con la idea de acercarme a Jacobo.

La culpa me invade y una sensación de profunda tristeza se apodera de mí. Tengo que reconocer que añoro la rutina de nuestra relación. Y sin poder evitarlo, las lágrimas comienzan a humedecer mis ojos, resbalando una a una por mi rostro.

En un gesto que me deja totalmente sorprendida, Brais besa mis lágrimas con infinita ternura. Después, me dice:

-Dame una nueva oportunidad, Sabela. Estoy muy arrepentido de lo que hice y quiero compensar con creces todo el daño que te haya podido causar.

ALGO NUESTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora