El sonido del fin

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Autor: Helindir.

Voldemort caminaba velozmente, lleno de furia y seguido por sus muchos aliados, hasta que se detuvo en seco, estupefacto

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Voldemort caminaba velozmente, lleno de furia y seguido por sus muchos aliados, hasta que se detuvo en seco, estupefacto.

- ¡¡No!!- Gritó fuera de si- ¡Maldición! ¡¡Maldita y despreciable elfa!! ¡Fue todo una distracción! ¡Los mataré a todos!

El señor oscuro había sentido como su fuerza había disminuido, y como se percataba de que su Horrocruxe se extinguía. Estaba completamente enfurecido. Jamás en su vida había sentido tanto odio por un ser, como el que sentía ahora por aquella elfa traicionera.

Frente a él, entre los árboles del bosque prohibido, vio aparecer los primeros rostros de los miembros de Hogwarts.

- Iba a perdonarle la vida a los que me lo pidieran...- Siseó con desprecio- Pero gracias a su amiga, la elfa, morirán todos... ¡Todos!

Detrás del todo, Severus y los gemelos Weasley reaparecían y sin pensarlo demasiado, se unieron a los demás, con las varitas listas y preparándose para lo peor.

- Mátenlos...- Escupió Voldemort, con odio- Arranquen sus miembros, quítenles la piel, los ojos, lo que sea. Pero que sufran lo que jamás han sufrido.

Los mortífagos se lanzaron como poseídos, gritando y lanzando conjuros a todos. Alumnos y profesores se defendieron como podían, fijos en sus puestos, mientras veían a sus enemigos aproximarse como una peste. Debían aguantar, defenderse e intentar devolverles algún hechizo, pero estaban siendo superados en número y calidad. Eran magos oscuros muy fuertes y ellos, en su mayoría, solo jóvenes estudiantes. Estaban en una abrumadora desventaja, y a ese ritmo, perderían en poco tiempo.

- Estamos muertos...- Susurró Ron.

Una manada de mortífagos estaba a punto de lanzarle otra oleada de conjuros varios, cuando una masa oscura pasó como un rayo por sus cabezas, golpeándolos con la cola y subiendo entre los árboles. Un rugido fuerte retumbó en los estómagos de todos y alegró los corazones de varios, que reconocieron ese sonido. Entre ellos, Severus.

Detrás de los mortífagos, unos seis pequeños dragones grises, no más grandes que una persona, volaron sobre ellos increíblemente rápido, golpeándolos con sus colas y desapareciendo entre los árboles.

- Es Diamhair, con sus refuerzos- Sonrió Alastor- ¡Por fin!

Ahora los bandos estaban más equilibrados.

Durante minutos eternos, magos oscuros batallaron con su adversario, lanzando técnicas varias que daban de lleno en campos de fuerza, en el suelo o en árboles. Varias pociones se rompían a los pies de algunos mortífagos, absorbiendo aquella energía negra que los caracterizaba y volviéndolos momentáneamente inútiles. Mejor aun, los reptiles alados, veloces y ágiles, los golpeaban de todos los ángulos e impedían que acertaran ataques directos.

Como si eso no fuera poco, Diam solía aterrizar como una mole dentro de las masas mortífagas, haciendo volar por los aires a más de uno y atrapando a otros con las lianas.

Con el transcurrir de la lucha, la elfa subió por los árboles, recibiendo en sus escamas negras los primeros rayos de sol. Amaba al astro rey y su luz la hacia sentir mejor. Para ella, era momento de acabar con todo eso.

Sobrevoló silenciosamente el lugar, en círculos, viendo por donde las pesadas ramas le permitían, y vio a Voldemort, queriendo matar a mas de uno. Pidió disculpas a Dagda, de antemano, y bajó como un ente.

El señor oscuro levantó la varita y lanzó un conjuro hacia Alastor. Este lo neutralizó con su pesado bastón y pensó en contraatacar, pero la figura que bajaba detrás de aquel mago, sin emitir sonido, lo detuvo.

Diam se movió. Abrió las fauces y atrapó a Voldemort con sus enormes y afilados dientes. El temible amo y señor de los mortífagos gritó, mientras ella cerraba su mandíbula.

Más de uno apartó la vista. Pero el sonido de aquel grito ahogado de agonía, sumado al crujir de los huesos, era demasiado. Neville no pudo contenerse y vomitó cerca de un árbol, luego de ver la masa de entrañas y sangre que salía de la boca del dragón negro.

- ¡No!- Gritó Bellatrix- ¡Mi señor!

Remus la detuvo con su varita, evitando que atacara a Diamhair.

Todos se detuvieron. Un gruñido muy grave y bajo de la elfa fue lo necesario para que los mortífagos bajaran las varitas. Después de todo, su amo yacía con los ojos muy abiertos entre los dientes de ella.

Los miembros de ambos bandos estaban cansados, heridos, pero no muertos, con excepción del líder oscuro.

- ¿Todo termino?- Susurró Harry, incrédulo.

- Diam...- Albus se acercó cojeando a la dragona- Déjalo... No se volverá a levantar...

Ella sacudió la cabeza, arrojando el cuerpo de Voldemort lejos y escupiendo la sangre y carne que quedaba en su boca. Luego se recostó levemente en la tierra, cansada.

De inmediato, lianas salieron del suelo y se enredaron en los cuerpos de los mortífagos, para luego sacar pequeñas flores en sus caras y dormirlos de inmediato con un fino polen blanco.

- Siempre previsora- Sonrió Alastor, moviendo a Lucius, totalmente inconciente.

- No puedo creer que todo termino al fin...- Susurró Minerva.

Varios alumnos se abrazaron entre ellos, felices.

- ¡Por fin!- Se alegró Hermione, abrazada a Luna.

- A tu modo... Con tus planes...- Le dijo Snape, acercándose a Diam- A tu velocidad... A tu antojo... Pero funcionó...

Diam cerró los ojos, como afirmando, sintiéndose particularmente feliz.

Tenía frente a ella al fin de la época oscura, al fin de las razones por la que su pueblo moría, la razón por la que muggles y magos sufrían.

Había ayudado, había participado y habían vencido. El reinado de los mortífagos había sucumbido bajo las fuerzas de Hogwarts y un puñado de dragones capitaneados por una elfa híbrida.

Ádhmharaighe | SSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora