Anochecer sobre la piel de dragón

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Autor: Helindir.

La elfa abrió los ojos cuando el sol ya había transcurrido un largo trayecto, lo suficiente como para que empezaba a bajar y a teñir todo de un ligero anaranjado

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La elfa abrió los ojos cuando el sol ya había transcurrido un largo trayecto, lo suficiente como para que empezaba a bajar y a teñir todo de un ligero anaranjado. Pensó levemente en levantarse, pero decidió quedarse ahí. Estaba cómoda, reflexiva y bastante descansada. Había dormido más de diez horas y el hambre comenzaba a inquietarla un poco. Ella era de diente fácil, por lo que no le costaba comer más de lo necesario. Aun con ese malestar de estómago vacío, cerró los ojos.

Poco después, con las manos en su pecho, sentía a través de Leigheas como alguien se acercaba al árbol. Su corazón se aceleró cuando percibió esa energía, poderosa y constante, como cascada.

Snape estaba cerca de las raíces del Dámh Crann, analizándolo todo con sus ojos clínicos, prestándole atención al pasto como seda bajo sus pies, al tronco arrugado portando aquella gema, y a las hojas cercanas a él, que parecían acercársele levemente, a penas rozándolo.

El pocionista detectó aquella energía calmada y dirigió apaciguadamente su mirada hacia una de las ramas bajas. Ahí estaba Diamhair, sentada, viéndolo en silencio, como la ardilla que estaba a su lado y el mapache escondido entre las raíces.

Ninguno habló. Un tonto nerviosismo se apoderó de sus cerebros y estranguló la poca inteligencia que les quedaba en el día.

Leigheas era sabio, por lo que optó por intervenir. Empujó a Severus con una de las lianas, haciéndolo trastabillar unos pasos.

- ¿Podrías controlar a tu vegetal?- Gruñó él.

- Lo siento- Dijo la elfa, apenada, mientras se bajaba de la rama de un salto- Hace lo que quiere...

Diam se sentó en una de las raíces, al lado del mapache. Concentrándose creo una rama de la cual velozmente salieron una buena cantidad de moras. Arrancó unas y se la dio al animal entre sus pies, quien corrió lejos, con las frutas en la boca.

- ¿Quieres?- Preguntó ella, tímida.

- Bien...

Severus se acercó y extendió la mano, para recibir un puñado de frutas, las cuales examinó como a todo.

- Es comestible...- Bromeó ella, mientras comía algunas.

- Graciosa...

El mago probó unas. Sabían bien, como se suponía.

Nuevamente, el silencio incómodo se apoderó del espacio que los rodeaba, haciendo muy difíciles los segundos que pasaban. Leigheas emitió un sonido, que la elfa escuchó y rió.

- ¿Qué dijo?- Preguntó Snape, mirando la enorme planta.

- Que los árboles son mas comunicativos que nosotros- Rió ella.

- Si es tan inteligente, que hable él...

- Lo hace, solo que no tienes el oído para oírlo.

La Galo se puso de pie, estirándose. Se sentía algo entumecida después de dormir tanto. Fue por eso, que una idea cruzó su mente.

- Dime Severus... ¿Cuándo fue la última vez que paseaste en dragón?

- Nunca ¿Por qué?

Diam sonrió, con una pizca de travesura. Algo que a él le pareció tan extraño como intrigante.

Pronto unas enredaderas lo atraparon y lo elevaron varios metros por el aire.

- ¡¿Qué demonios?!- Gritó él, intentando zafarse.

Luego las lianas lo bajaron un poco y lo soltaron, para que quedara sobre una masa de escamas. Estaba encima de Diamhair transformada, detrás del cuello y entre las alas.

- Siéntate- Snape escuchó la voz de la elfa en su mente.

El pocionista dudó un poco pero se acomodó, mientras unas ramas lo sujetaban levemente.

El dragón trotó unos pasos y saltó en un claro, abriendo sus enormes alas y despegando pesadamente. Primero volaba dificultosamente y lento, hasta que comenzó a tomar velocidad y altura.

Poco a poco, Severus comenzaba a disfrutar la imagen del lugar desde lo alto, con el aire dando de lleno en su rostro. Cuando Diam dejó de aletear, sus alas se mantuvieron firmes, rectas, planeando en silencio, como una estrella fugaz, mientras a un lado, el último rayo de sol desaparecía tras las colinas, inundando todo con aquella claridad agradable antes del anochecer.

Ella bajaba y subía por las laderas de las colinas, volando al ras de los árboles para luego tocar las nubes. Se alejó un poco del colegio, planeando por encima de las vías del Expreso de Hogwarts, con movimientos largos, lentos y firmes, dándole a Snape una extraña y poderosa sensación de libertad y tranquilidad.

Un grupo de Thestrals se acoplaron al enorme reptil, planeando debajo, encima y a los lados, cerca del mago, lo suficiente como para que él pudiese tocarlos con tan solo extender el brazo. Ellos volaron juntos, por varios minutos, de vuelta al castillo, hasta que emitieron varios sonidos armoniosos y se alejaron, mientras Diam bajaba de altura. Ella hizo un círculo enorme sobre el lago y bajó lentamente a la costa, plegando las alas al llegar al suelo y caminando luego hasta Leigheas.

Fue allí cuando las lianas dejaron de sujetar al ex mortífago, el cual pudo bajarse del lomo del dragón de ojos amarillos, que se acercó al árbol, antes de cambiar de forma.

- ¿Y bien? ¿Qué te pareció el vuelo?- Preguntó la elfa, sentándose en una de las enormes raíces de su Dámh Crann.

- Gratificante, debo confesar- Dijo Severus, desviando la mirada- Entiendo por que te la pasas volando.

- Si...- Susurró ella- Aunque el proceso de transformarse cansa más que quedarse como dragón.

- ¿Por eso cuando nos rescataste, te quedaste transformada?

- Exacto... Con las pocas energías que tenia, me arriesgaba a perder el conocimiento. Pero me olvido de ese inconveniente cuando paso horas enteras planeando encima de las nubes, casi olvidando quien soy. Solo disfrutando...

Snape la vio cerrar los ojos, reviviendo su sensación de volar con una sutil sonrisa en los labios, mientras apoyaba su espalda en el tronco.

Por un momento envidió su posibilidad de volar lejos de todo y ser libre. Algo que él jamás podría hacer, pero que había experimentado levemente al sentir la inmensidad de las montañas encima de su lomo.

Ádhmharaighe | SSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora