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Gotas saladas.

Tomó su chaqueta negra con franjas naranjas, se puso sus botas en la entrada y salió corriendo de casa gritando un simple "vuelvo en treinta" y se apresuro a casa de su ex amiga.

No podía creer que él extraño le haya entregado el talismán a la chica, ¿y si por su culpa se mentía un chamuco al hogar de la joven?

La fuente de sus problemas no estaba siendo Deku como siempre, no, ahora lo era un completo desconocido, buen dibujante, distraído, astuto y creativo para hacerlo molestar anónimo. Y eso le hacía hervir la sangre.

Tocó bruscamente la puerta sin importarle si la chica dormía aún o no.

—¡Hey, puercoespín!

Pero nadie abría. ¿No podía haber regresado tan pronto a clases o si? Creía que le habían dado dos días de descanso.

Desesperado todo aún más fuerte la puerta, pero nada, ¿y si le había pasado algo? ¡¿Y si le ha la dado un patatús estando completamente sola en su hogar?!

—¡Meirara, será mejor que te aparezcas o tiro la puerta!— gritó sin pena de que los vecinos lo oyeran —¡Meirara! ¡Mei, abre maldita sea!— gritó más preocupado que desesperado —Bien, tu lo pediste.

Alzo alto su pie, su rodilla topo con su pecho y pateó con fuerza el cerrojo de la puerta. O al menos ese era su plan, pero la puerta se abrió a último momento, y su pie dio contra nada, perdiendo el equilibrio y cayendo hacía adelanté. Cayendo sobre la muchacha.

Los dos se quedaron quietos sin saber que hacer.

Bakugō, recuperándose del golpe, colocó sus codos en el frío piso de madera y vió que la chica lo veía fijamente, entre asustada y confundida. 

A solo una palma de su rostro. Vió de cerca sus labios pálidos y resecos que le parecían apetecibles en esos momentos. ¿Que pasaba si la besaba? ¿Valdría la pena la bofetada o golpe que le propinara? Estaba por acercarse hasta que...

—Ya... ¡Katsuki!— gritó con todas sus fuerzas lastimando los oídos por el agudo tono —¡No puede ser que ni cagar me dejes hacer en paz!— gritó furiosa

—¿E-eh?— vale, eso no se lo esperaba, para nada se lo esperaba

—¡Estaba en el baño maldita sea! ¡Tus estúpidos chocolates estaban caducos!— lo empujó pero se quedó en el suelo tirada

—¡¿Ah?!

—¿¡Eso será lo único que dirás!? Ahora sí te mato.— intentó levantarse —¡Ah!— de quejó al segundo de intentarlo —Maldición...— chasqueo la lengua

Bakugō la veía, aún sentado con ambas rodillas a cada costado de ella. No entendía porque la joven no se levantaba o hacía el esfuerzo de empujarlo, más bien, se quejó ahí tirada, traía una sencilla blusa ancha color gris y su pantalón de dormir... Y por supuesto, no traía brassier, por lo que ambos pechos caían a los lados sin que nada los sostuviera y los mantuviera juntos. Se veían tan suaves... Y ella tan vulnerable.

Tragó saliva, llamando la atención de la chica que no se había dado cuanta de la mirada algo lujuriosa del joven.

—¿Q-qué?— pregunto algo intimidada por su mirada —Ayudame a levantarme, la espalda me está ardiendo como no sabes.— se quejó e hizo reaccionar al rubio que se levantó

Se colocó detrás de ella, y con cuidado -obviamente al estilo Bakugō-, la levantó lentamente, del resto ella se encargo.

—¿Ahora que quieres rubito? No me siento bien, no estoy bien y lo que menos quiero es problemas, ¿comprendes?— se sobo el entrecejo, pero el simplemente no decía nada, así que alzó su mirada y lo vió con un leve sonrojó en sus mejillas mientras veía a otra parte —¿Que? ¿Te comió la lengua la gata? Jaja.

Notas a un querido idiota [Bakugō Katsuki] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora