EL PRINCIPIO: CAPITULO 1

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Porque al fin y al cabo todo fin también es un principio

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Era las 6 de la mañana y el sol comenzaba alumbrar con esa calidez recordándole al pueblo que el nuevo día había empezado. El chico despertaba como era costumbre 5 minutos antes de las 6 para comenzar su higiene e ingerir alimentos y así ir a la escuela; el padre trabajaba desde muy temprano, él era policía y la madre vendía dulces y cosía prendas de ropa era un trabajo que la distraía y gustaba, aunque a su padre nunca le gusto que ella trabajase siempre mencionaba que no era necesario, pero ella nunca hizo caso a la opinión de su marido y seguía con aquello que le gustaba

Cuando el chico completo su rutina y ya tenia aquel uniforme puesto se dispuso a pasar por la habitación donde se encontraba su madre, abrió con cuidado la puerta y ella como costumbre despertó, siempre fue una mujer de sueño ligero. Él se acercó a la cabecera y le dió un beso de despedida en la frente. El pequeño niño Sack dijo con una voz dulce y con un tono suave

—Buenos días madre

 —La madre sonreía con ese esfuerzo de anciano mientras buscaba con su mano la cabeza de su hijo— ¿Tu padre compro la medicina?

—Si madre, ayer la compramos cuando salimos al supermercado. Al llegar te encontramos dormida... El durmió en el sofá. No te preocupes por él, ya fue a trabajar. ¿Ya no tienes sueño?

—Si, tengo mucho pero tu padre dice que es normal, es época dónde este tipo de virus rondan por el país. No te preocupes cariño

—Deberías ir a un médico madre, leí que auto diagnosticarse está mal

—Está mal asesinar otra persona pero existe la orca. Hay reglas que en el mundo real no podemos seguir al pie de la letra. No somos capaces de pagar un médico y si no tomo medicina tu comida favorita tendría que esperar mucho más tiempo.—Esas últimas palabras las decía sacudiendo el cabello de su hijo. Siempre fue una mujer muy sincera y realista con el niño. Lo amaba con su alma pero nunca fue de decorar la vida con pétalos de rosa. Así era ella, y no solo con el, con cualquier niño, con cualquier persona—

—¿Pronto mejorará tu salud madre?

—Ojalá así sea, quien pensaría que iba terminar extrañando hacer la comida y regañar a tu padre cuando iba tarde al trabajo. Soñaba con estar en cama y ahora extraño hacerle la comida al mocoso llamado Sack. La vida es rara ¿No?. Ahora sueño con que este maldito virus desaparezca pronto

—Recuerda que a padre le molesta las groserías dentro de la casa

—¿Tu padre está?, no, y el único testigo eres tú. Y tú eres mi cómplice en todo recuerda... —Su madre tose mientras toma un poco de aire para seguir. Estaba agitada y cansada, ya deseaba volver a dormir. La personalidad de ella nunca cambio ni con la enfermedad, su ánimo siempre era así, des complicado al hablar y con ese tono de ironía. Aunque la peste intentaba opacarla, no lo lograba y el brillo que encantaba a su hijo siempre seguía presente— Por ser mi cómplice te aumente un centavo a fin de que lo gastes, no sé yo en cosas que le gusten a los niños, ahora toma tu dinero y ve a la escuela cariño que se te hace tarde

El niño la abrazo y después agarró las monedas que estaban en la mesa de enseguida; luego salio de su casa sin antes tener esa lucha agotadora con la puerta de salida que tenia ese problema de no cerrar fácilmente, ya era demasiado vieja.

La fábrica principal del pueblo comenzaba a activarse, el sonido de sus máquinas era la música de fondo de aquel pueblo, la ciudad se activaba. Su dueño Luck ya se hacía sentado en su oficina fumando un tabaco como era costumbre, él era el rey gordo dueño del pueblo. ¿Y porque el rey?, Es sencillo nadie le puede llevar la contraria o estar en su contra ya que casi todo el pueblo trabaja para él, no es nada beneficioso tenerlo como enemigo. Y ahí se encontraba el niño caminando en rumbo a su escuela. Pasaba por aquella pequeña colina que no tenía nada, solo un pozo dónde personas iban a sacar agua de vez en cuando. Era un atajo con el que llegaba mucho más rápido al colegio. Se acercó al pozo y cuando lo hizo sintió un escalofrío. Siempre le aterrorizó las alturas y la oscuridad; con solo imaginar que caía adentro le colocaba la piel chinita. Lo bueno es que tenía una escalera de cuerda amarrada, así si cualquier tonto tropezaba y caía, pudiese subir sin ningún problema. No era un pozo demasiado hondo, su altura era mediana. Y el agua que traía ya era poca, si una persona de estatura media baja las escaleras y se lanza cuando terminen, el agua le llegaría hasta la cintura. A Sack le llegaría hasta la nuca.

EL JUEGO (HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora