Capítulo 33

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Por un lado me sentía cómoda porque Jeremy me había comprendido un poco, según él, iba tratar de ser más paciente conmigo. Me llevó hacia el aeropuerto y estuvo conmigo hasta que tuve que abordar.

El vuelo había llegado a su rumbo a Londres y Sebastian pasó a recogerme, en ese momento que lo vi, me vino a la mente muchas cosas como dudas, y pensé en lo que Jeremy me había dicho, yo pudiera en un futuro causarle una herida a Sebastian simplemente por no estoy sola. Pero olvidé ese asunto y lo recibí con mucha alegría.

—Bienvenida —pronunció Sebastian.

Sonreí.

—Gracias Sebastian, sácame de aquí ya.

Sebastian dibujó una sonrisa en sus ojos.

—¿Tan pronto? ¿Te sucedió algo?

—Nada malo, es que quiero respirar. El vuelo me dejó aturdida, vayamos hacia el hotel y luego vámonos a un lugar donde podemos estar cómodos.

—Como digas.

Emprendí mis pasos y caminé junto a Sebastián que me llevaba hacia un taxi. Hablamos un poco sobre nosotros hasta que nos montamos en un taxi y ahí Sebastian cambió de tema.

—¿Juliet qué ha sucedido con Claudia y las demás? Ningunas contestan mis mensajes y ni siquiera he podido ver la última conexión de ellas.

—Ellas deben de estar bien ocupadas, me imagino las charlas  con ellas cuando regresen a Madrid.

—¿No están en Madrid? ¿Dónde están?

—En verdad no lo recuerdo, ellas suelen en viajar de país en país. Yo por ejemplo estuve en Puerto Rico y no se lo dije a nadie.

—¿Qué? Tú... ¿Por qué no me lo habías dicho Juliet?

—Fue algo improvisado, tengo una amiga que no puede saber, la conocerás en el próximo semestre.

—Esa debe de ser Susan, tú otro amigo es raro.

—Jeremy —reí —. Es un familiar mío.

—¿Qué? ¿Y qué son?

—Primos —mentí justamente como lo medité —.
Y de momento vive conmigo.

—¿Y por qué él vive contigo?

—Ganas de molestar que tiene. Hablemos de otra cosa.

En seguida Sebastian me había contado sobre ciertos detalles de él y de su vida. Luego llegamos al hotel y dejamos mis maletas en el hotel, después abordamos el taxi y nos trasladamos a un centro comercial, cuando entramos en seguida me acordé de la primera vez que mis amigas y Sebastian anduvimos en una plaza comercial.

—Como me hubiera gustado repetir esto con las demás —pronuncié —. E invitar a Sebastian a comer comida picante.

—No, de ningún modo, esa invitación no la quiero —protestó Sebastián.

De inmediato me eché a reír.

—Acostumbra a tu paladar un poco, a nosotras nos encanta.

—No me gusta esos gustos peculiares que ustedes suelen tener.

—Bueno, por ese lado se nos hace un poco difícil contigo, ya que nosotras la mayoría de veces comemos comida con picante, e incluirte a ti ha conllevado a que cambiemos nuestra rutina.

Tomamos el ascensor y llegamos al cuarto piso. Nos quedamos en un restaurante por un buen rato, después nos trasladamos a un parque y nos quedamos ahí hasta que cayó la noche.

—¿Quieres algo de comer Juliet?

—Por ahora no, lo que estoy es sintiendo un poco de frío. Debimos de traer algo para abrigarnos.

—Mejor vámonos al hotel, allí podemos cenar en el restaurante —sugirió Sebastian.

Me levanté y caminé hacia la calle. Juntos esperamos un taxi y nos montamos, llegamos al hotel y nos dividimos cada uno. Rápidamente llegué hacia mi habitación y tomé un baño. Después me acomodé en la cama y cerré mis ojos como por día horas.

Mi móvil estaba sonando, deslicé mi mano para alcanzar mi móvil y observé que era Sebastian, luego tomé la llamada.

—Dime.
—Estoy en el restaurante, ven te espero.
—Bien, voy en seguida.

Colgué y dejé el móvil encima de la cama, me volví a colocar los calzados que tenía cuando llegué y me dirigí rumbo al restaurante. Llegué rápidamente y me acomodé en la mesa donde se encontraba Sebastian.

—La verdad no tengo mucha hambre —pronuncié.

—¿No? Pues yo sí. Ya ordené para los dos algo ligero.

—Sí, y luego me iré a dormir, tengo sueño.

—Te entiendo Juliet, pero no voy a dejar que te vayas a la cama sin cenar.

La cena llegó rápidamente hacia la mesa y me sorprendió un poco. Visualicé un menú delicioso de pescado frito con ensalada César y un vino. Luego de devorar la cena, Sebastian me llevó hacia mi habitación, yo en seguida me acomodé en la cama y permaneció ahí por un buen rato.

Mientras yo me encontraba acostada, Sebastian estaba parado frente a la cama con las manos dentro de sus bolsillos.

—¿En verdad crees que podamos llevar una relación? —cuestionó Sebastian.

—¿Por qué no? ¿Tienes dudas Sebastian?

—Cualquiera Juliet.

—No te lo había comentado antes Sebastian, pero eres extraño. El primer día de clase no te noté tan tímido y ni los días consecutivos.

—Creo que sería bueno dejarte descansar Juliet, que pase buenas noches hasta mañana.

—Hasta mañana.

Sebastian se retiró de mi habitación dejándome sola y con una incógnita en mi cabeza.

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