Hace 12 años...
Un hombre le señala a su hija la calle a donde se debe dirigir para tomar el metro, ella le dice que ha entendido, así que su papá le da los boletos para que se pueda ir, le pide tenga cuidado, reiterando en donde se debe bajar y si recuerda la dirección a la que va, ella se lo repite, parece una niña muy callada y se va enseguida, pero cerca de la estación hay una tienda de chocolates, se queda mirándolos, adentro hay un niño con su mamá, ella le compra una caja, así que la pequeña prefiere no ver esa escena feliz para no entristecer y camina al metro.
La niña de unos ocho o nueve años entra en aquel frenético lugar, no está asustada, seguramente no es la primera vez que está sola en un lugar tan concurrido y no piensa verse indefensa para ponerse en peligro, camina apenas viendo de reojo los anuncios para que nadie note su miedo, en el andén espera el tren sin percatarse que detrás de ella, ha llegado la madre con su hijo, que ya empieza a disfrutar de uno de los chocolates, el tren llega abriendo sus puertas y estos tres personajes entran al vagón sentándose, la niña en la orilla que da al pasillo, el niño toma el mismo asiento, pero del otro lado, ella lo mira de reojo, no pudiendo ocultar que se le antoja aquel dulce, el niño lo nota y también su tristeza, así que saca de su caja uno, extendiéndole la mano para que lo tome, la niña le da las gracias, después de todo aún hay un poco de amabilidad para ella, aunque es un gesto generoso que desea guardar, también es un chocolate que desea comer, la mamá del niño le revuelve el cabello felicitando a su hijo por su buena acción y la pequeña come aquel hermoso gesto con gran placer.
Años más tarde la chica ha crecido, trabaja en un módulo en un centro comercial, donde reparte propagandas para promover un producto, al salir de ese lugar siempre pasa por esa estación, se detiene ese día de nuevo saboreando en sus recuerdos aquel delicioso manjar.
En el vagón ya lleva consigo una caja de aquella marca que recuerda de su niñez, una niña la mira, al notarlo y teniendo siempre presente aquella atención que recibió, saca un chocolate para regalárselo, pero la madre de la niña le dice que no, jala a su hija al llegar a la siguiente estación y la pobre chica se queda con la mano extendida, mientras la niña la ve con desilusión, detrás de ella hay un joven que le dice que hay personas muy groseras, pero la chica sonríe regresando el chocolate a su caja, le responde que son personas que ya no confían en los demás, le dice que ella era así cuando niña, se detiene a recordar lo que el niño de los chocolates hizo, regresándole un poco de felicidad y fe, lo voltea a ver diciendo que cada vez que se siente triste o decepcionada come uno de esos chocolates y se siente de nuevo con fuerzas para salir adelante, él se le queda viendo y se ríe avergonzado, aludiendo al evento que no consideraba que hubiera representado tanto para ella, ella se sorprende preguntándole si él fue el niño de aquella vez y él le dice que el mundo se ve tan pequeño cuando algo así pasa.
Desde aquel día esos jóvenes se volvieron inseparables, casi a diario se veían, él pasaba por ella o se veían en el metro, salían al cine o al parque, convirtiéndose en una pareja, el tiempo se les fue rápido de las manos, viviendo juntos pusieron una tienda de chocolates afuera de su casa,, que la esposa atendía, pero no sabía que su esposo había tenido que pedir dinero prestado para ello, la tienda no tenía muchos clientes, por lo que no ganaban mucho, como ella no sabía lo que su esposo arriesgó no estaba tan preocupada como él, que poco a poco se fue alejando de ella por la preocupación, hasta que ella por accidente vio los avisos que le llegaban por correo de su tarjeta, cuando él llegó del trabajo que tenía a parte de la tienda, le preguntó qué ocurría y él tuvo que explicarle, la esposa lo cuestiono del porque no se lo había comunicado, pero él no quería que se preocupara, ella resolvió vender la tienda, pero su esposo negaba que eso cubriera la deuda por los intereses, quizá si vendían la casa el problema se resolvería, aunque él no deseaba eso, pues se quedarían sin nada, ella se acercó, le dio uno de sus chocolates y lo abrazó, asegurándole que si con eso salían de ese gran problema, debían intentarlo.
Así que vendieron su casa y la tienda, un último día de inventario, tomaron el dinero de la caja para poderse marchar abrazándose, pues debían volver a empezar, escucharon un fuerte estruendo y a empujones unos ladrones muy jóvenes les ordenaron darles el dinero, de inmediato el esposo dio lo que tenían, pero ellos querían más, ellos insistieron que era todo y que ya hasta habían vendido la tienda, el compañero desarmado discutió con el que traía la pistola, pues creía era suficiente, pero el del arma estaba desesperado, le pidió se callara, pero tenía mal sujeta el arma, se disparó en el pecho del esposo, los ladrones salieron apurados sin la pistola, mientras el herido se desangraba, su esposa veía todo tan lento.
En el hospital lloraba a mares, los doctores le decían que no podían hacer nada, el tiro fue directo, todo se había acabado.
Afuera de lo que fue su tienda, ella estaba sentada con su maleta, perdida en su soledad, un hombre se le acercó ofreciéndole una naranja por caridad, ella la tomó, se alejó del lugar y la tiró a la basura, entró al metro sentándose en la orilla que da al pasillo, sintiéndose sola, aferrándose a las pertenencias que le quedaban, cuando frente a ella vio una mano extendida, una adolescente junto a un muchacho le ofrecían un chocolate como el que le recordaba a su amado, la jovencita le dijo: "Estoy segura que fue usted quien quiso hacer esto por mí una vez." La mujer tomó el chocolate recordando aquel maravilloso gesto que le había dado tanto valor a su vida y el muchacho le preguntó si estaba bien, ella sonrió diciendo que ahora lo estaría...
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Chocolate
Short StoryRecobra tu fe en la humanidad. Todo lo bueno que damos ¿regresa? Las cosas malas son parte de la vida y los pequeños detalles pueden mejorar un mal día.