✐ Six.

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┏╍❥ Pequeño añadido: Los asteriscos señalan
╏ las faltas de ortografía en los diálogos de
╏ Pogo. Me sangran los ojos si pongo "S" fuera
╏ de lugar sino, y las palabras así son
╏ demasiados como para poner cursiva.

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A penas habían empezado a simular una negociación de atraco en el despacho del superintendente cuando el rubio, para variar, había empezado a molestar al dueño de la sala, recibiendo en consecuencia un golpe con la porra por no respetar su espacio personal -para variar-, mientras era escoltado fingiendo ser un rehén de Jack -que hacia de atracador-.

— ¡No me soples en el puto cuello, pedazo de anormal! — se escuchó desde fuera antes de que el de cabellos de nieve abriera la puerta.

Al entrar, lo primero que captó su mirada de hielo fue al moreno agarrando la porra y al rubio de rodillas en el suelo. Era evidente que el joven no se había esperado que le dieran un golpe en ese momento, lo que causo que cayera de rodillas a los pies del hombre de mirada ceniza, desestabilizado -cosa que en un primer momento, el moreno malpenso-. Pero Horacio y Gustabo sabían que ese, no era el único motivo por el cual cayó.

Su cuerpo se resentía por el esfuerzo que hizo unas horas antes para evitar que Pogo hiciera una locura en el atraco. Y ni hablar del que le supuso "sacar buena nota" en las pruebas físicas.

Estaba a nada de empezar a temblar.
Y el dolor en su espalda se antojaba más intenso por momentos, gracias al agotamiento ya existente.

— ¿En serio? ¿Dónde está ese Gustabo que corría aún con siete golpes? — El superior tenía la mirada ceniza aún libre de sus gafas de sol no podía estar más clavada en el menor, observándole con atención.

Si dijera que le sorprendió ver al rubio desplomarse ante él, se quedaría corto.

Recordó entonces cuando antes, en la playa, el de mirada de diamante se puso frente a él, con una de sus sonrisas pillas palmeándose tras darle la espalda. En ese momento, no pudo evitar seguir el recorrido de su mano desde que se tocó las costillas hasta el trasero; confirmando que disfrutaba de sus golpes. Pero ahora, con él en el suelo de un solo porrazo, no lo tenía claro. Adelante❞

No sabe cómo fue capaz de reprimir un escalofrío al recordar aquella simple palabra.

Horacio miraba todo apoyado en la pared cercana a la puerta, intentando no ponerse demasiado nervioso; si Pogo salía ahora, puede que Conway muera, si, pero seguro que ellos lo harian, lograran su objetivo o no. 

— ¿Interrumpo algo? — El ruso ahora tenía la mirada sobre el pelirrojo, por lo que notaba su nerviosismo. No le dio importancia y lo atribuyó a que era por el hermano de este y el superintendente. Él también se preocuparía si tuviera un hermano así de temerario -por no decir estúpido, así lo creía el comisario aunque por educación, no lo diria-.

Tenía el teléfono que había encontrado hace dos días dentro del bolsillo delantero de su ceñido pantalón gris y Horacio lo habría notado si le hubiera echado una de esas miradas de arriba a abajo, pero en aquella ocasión, no llegó.

Cuando el alto había tomado el móvil, este ya contaba con poca batería; a punto de apagarse. Pero podría jurar que sintió ese aparato arder en su pierna en el momento en que los ojos de distinto color conectaron con los suyos. Y el calor pareció incrementar cuando este le tomó la mano de repente, extendiéndose ahora por todo su cuerpo.

Empezó a pensar que con ese pelirrojo de ropa ahora totalmente negra -lo que le sorprendió, pero no quiso decir nada-, siempre se sentiría extraño, incluso sin ser mirado de pies a cabeza con aquella intensidad que solo él parecía tener.

¢нαιи σf ℓιєѕ •||𝕍𝕠𝕝𝕜𝕒𝕔𝕚𝕠/𝕀𝕟𝕥𝕖𝕟𝕒𝕓𝕠||•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora