Capítulo 8.-Quería...

207 37 11
                                    

Seguía aferrada a la barandilla, pero esta vez con mas fuerzas, intenté soltarme, pero mis manos estaban adheridas a la barra metálica que me separaba de un fatídico final. El desenlace que más los hacía felices a ellos, pero ¿y mi felicidad? ¿Por qué me enfoco tanto en ellos cuando yo estoy hecha un desastre?

Miré hacia el vacío, muchos podrían decir solo salta y ya, pero no solo se trata de eso, quitarse la vida es darle la razón a las personas que querían que lo hiciera. En este caso suicidarme sería hacer felices a mis padres y ellos no merecen ser felices.

Lloré y lloré como nunca más lo había hecho, ni siquiera sabía lo que verdaderamente era llorar, desde ese día lo sé. Lloré, me desahogué conmigo misma por dentro, en ese momento no tenía un hombro en el cual llorar, escuché mis propios sollozos que no habían sido acallados por nadie.

No era lo suficiente valiente para soltarme, pero tampoco era lo suficientemente valiente para continuar viviendo en este infierno.

Decidí llamar a Hailee, la mejor compañía, la mejor consejera y la mejor amiga, la llamaría aunque con ello implicara perder toda la fuerza que ella había depositado en mí. Ya no sería tan fuerte como ella me visualizaba. Toda esa fortaleza se iba a derrumbar en cuanto le hiciera la llamada más difícil de mi vida, hasta el momento.

Cogí mi celular, lo desbloqué, marqué su número sin ver la pantalla, pegué mi celular contra mi pecho, el sonido de mi respiración llegó hasta el otro lado de la línea.

—Hailee perdón que te moleste a estas horas, pero hoy más que nada necesito de ti, necesito tu ayuda. ¡Por favor ayúdame, ya no puedo más!—me tiré al suelo en medio de lágrimas, dejé atrás la barra metálica que me había sostenido.

—Angélica, yo no soy Hailee, pero estoy aquí para escucharte—habló una voz somnolienta un tanto conocida para mí.

Rápidamente me limpié las lágrimas, esa psicóloga no podía verme desecha, me levanté del suelo y cogí valor para enfrentarla, y buscar la excusa perfecta para justificar la llamada.

—Ah es usted—fingí reírme—Quería jugarle una broma a Hailee, pero veo que me equivoqué, ups perdón, lo siento—me disculpé irónicamente.

—Angélica sé que no se trata de una broma, a ti te pasa algo, por favor dime que te sucede—fingió preocupación. Se le daba tan bien mentir, pues claro, como no, estudió psicología.

—Perfecto como lo supo, tenía tantas ganas de divertirme, y se me ocurrió la psicóloga Zaire. ¿Aparte de psicóloga también es adivina? ¿Dónde aprendió a fingir de esa manera? Conmigo no ocupa fingir, no se crea la psicóloga de medio mundo, yo no tengo problemas, las personas estúpidas solo tienen problemas, para tener problemas primero tendría que ser como usted, y para ser como usted primero tendría que ser estúpida y créame que no lo soy—insulté, un insulto vacío que me llegó más a mí misma que a ella.

Estaba en un evidente enfado, ella se había atrevido a irrumpir en mi casa y contarle a mis padres lo que le había hecho a Carmina, y es por eso que hoy se encuentran molestos conmigo. Mi vida no se trata de que con un regaño me van a hacer entender lo que hice, mis padres son unos extremistas que son capaces hasta de matarme y dejarme morir. Con su título, ni sus charlas motivacionales no puede resolver los problemas del mundo.

Quise decirle lo que mis padres me habían hecho, pero ¿qué conseguiría con ello? Quise confesarle todo lo maravillosos que son mis padres conmigo, pero ¿me ayudaría? ¿Creería en mí? Y una vez más mis palabras se quedaron atoradas en lo profundo de mi garganta provocándome un nudo que sentía que me ahogaba.

Una vez más la vida soñada para mí se vio tan lejana, una vez más el hubiera no sirvió para nada, y el ojalá solo sería una simple palabra llena de todos los sueños que quería que se hicieran realidad. Otra vez no había valor suficiente en mí.

Balas Perdidas ¿Alguien me amará? (Nueva Versión) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora