Palabras de Aliento

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Ciudad Costera era bastante calurosa casi todo el año, pero en ocasiones frentes de aire helado o masas gélidas golpeaban la ciudad y hacían que los habitantes y visitantes de la misma usara un sweater de vez en cuando, el atardecer estaba comenzando a hacer enfriar un poco mas la temperatura cuando Bruce Wayne que estaba de viaje de negocios decidió cambiar la ruta que le llevaba a su hotel — dobla por aquí, y estaciona mas adelante —dijo Bruce al chofer mientras miraba a un joven Tim de once años que le acompañaba en su viaje

—¿pasa algo? —dijo el niño al ver que Bruce mostraba interesado en el camino

—No, no pasa nada solo quiero que demos un ligero paseo—el auto aparcó y de el descendió un muy seguro Bruce y un Tim algo desinteresado—¿Qué pasa? —Bruce detuvo sus pasos al ver que Tim no se movía de su sitio

—No...—Tim se mostraba muy desinteresado—no tengo muchas ganas de estar en el parque...

—Lo entiendo Tim... —Bruce regresó sobre sus pasos, se bajó a su nivel y le tomó la barbilla—será solo un momento— dijo el señor Wayne y le sonrió lo mas amigable que pudo —ven... —se puso de pie y le extendió la mano, misma que Tim tomó para caminar junto con Bruce

Bruce y Tim caminaron tomados de la mano junto a ellos por los caminos del parque pasaban padres e hijos, hombres solteros y corredores, todas las personas habituales que s epodían encontrar por ahí Bruce detuvo su caminar llamando la atención de Tim —es por aquí— le llevó a una banca cuya vista daba a un imponente lago lleno de patos que por la hora se iban retirando quizás a sus nidos— aquí es— Bruce le indicó que tomara asiento —volveré en un segundo ... —Tim realmente no notó mucho la ausencia de Bruce pues al poco tiempo le vio de pie junto a el dándole una paleta helada

—¿con este frio? —dijo curioso Tim —bruce afirmó y mordió un pedazo de la suya mientras tragaba miraba con anhelo la puesta de sol

Los rayos iban descendiendo por los arboles que rodeaban el lago y con ellos unas ligeras lagrimas por las mejillas de Tim, lagrimas que con el helado manchaban de a pocos sus ropas.

—Tim ... —el aludido solo agachó la vista—esta bien llorar... eso no te hace débil o mal muchacho... — ¿Cuántas veces se había dicho esa frase en esa banca del parque?

Varias y la primera ocasión vino a la mente de Bruce, fue cuando tenía la edad de Tim y estaba de visita por Ciudad Costera en una extraña gira que Alfred había armado para intentar que olvidara la muerte de sus padres, así había llegado a ese sitio, justamente a esa banca del parque; llegó a mirar a los patos, pero aun estos juguetones animales que andaban en rebaños le recordaban a sus padres, apretó sus puños y se maldijo por ser tan débil —¡Maldición!---dijo casi en un susurro mientras dejaba caer sus puños sobre sus rodillas

—¿oye estas bien? — un chico salido de quien sabe donde le había interrumpido

—eso no te importa— dijo Bruce en tono de reclamo demasiado evidente

—Si, eso ya lo se es solo que te veo preocupado por algo y ...— el chico castaño vio los ojos vidriosos del pelinegro—ok, bueno déjame presentarme me llamo Hal...— rodeo un poco la banca hasta quedar cercano a Bruce —¿ y tu?

—Soy Bruce...

—Esta bien Bruce ¿no te molesta si me siento o si?

—No se...haz lo que quieras...

—que bueno por que no quiero caminar más buscando donde sentarme—después de las palabras de Hal el silencio reino entre ambos chicos

A los pocos minutos el inquieto pelicastaño intentó retomar el hilo de la conversación— ¿en dónde vives?

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