Curiosidad Natural.

Capítulo 2.

—¿Dónde estuviste estas semanas? —preguntó Spike, sentado debajo de un árbol junto con el pequeño ratón.

—Fui a la ciudad —respondió con tranquilidad el castaño.

—¿A la ciudad? ¿A qué? 

—Ya sabes, ver un poco el lugar y de paso buscar algún lugar donde poner mi hoyo —respondió el menor haciendo un pequeño movimiento con su mano y restándole importancia al asunto.

El bulldog asintió lentamente con la cabeza.

—Espera, ¿Poner tu hoyo? ¿A qué te refieres?

Jerry suspiró y elevó su mirada al cielo despejado.

—Creo que me mudaré.. —murmuró el ratón jugueteando con la hierba.

—¿Te mudarás? —preguntó y el castaño asintió—, ¿Por qué?

—No sé, creo que ya los he metido en muchos problemas a ti y a Tom.

—¿Es enserio? Jerry, nosotros nos metemos en problemas porque queremos, no por tu culpa — razonó el de orbes marrones.

—Puede ser, pero prefiero ahorrarles los castigos que les dan por el desastre que termina siendo la casa.

Spike suspiró.

—Bueno.. Si es lo que quieres —respondió el peli-plateado con algo de pesar.

—Trata de no asesinarte con Tom cuando me vaya —sonrió divertido el ojiazul meneando ligeramente su cola de lado a lado.

—No prometo nada, ratón. Y, ¿Cuándo te irás? 

—No lo sé, tal vez.. —el castaño entrecerró un poco los ojos mientras llevaba su mano izquierda a su mentón y pasaba despacio su dedo índice por sus labios— Podría ser que la próxima semana.

—Ya veo.

—Buenoo, ya casi es hora de la comida, ¿Vamos, Spike? —preguntó Jerry mientras se levantaba y se sacudía el pasto de la ropa.

—Vamos.

El bulldog, al igual que el ratón, se levantó sólo que en vez de sacudirse la ropa, tomó al desprevenido ratón y lo cargó en su hombro como costal de papas.

— ¡Oye, Spike! —chilló el menor pataleando para que lo bajara.

El de orbes marrones sólo rió y continuó caminando rumbo a la casa donde, aún, vivían ambos.

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Una semana algo.. extraña a su parecer.

Una tarde había visto al ratón y a Spike salir de casa juntos y, después de eso, el perro había estado particularmente pegado al ratón. Incluso le cedía de su comida a escondidas.

Esa actitud claramente le molestaba. Era un ratón, no su cachorro como para que lo alimentara.

Los había estado vigilando de lejos durante la semana y no podía entender.

Algunas veces no habían señales del ratón en todo el día, pero por el contrario había momentos en los que estaba todo el día con Spike.

Decidió ignorarlo, concentrándose en sus propios asuntos.

Aunque, llegó el día que ya no volvió a ver a Jerry rondando por la casa.

Sus dueños salieron de vacaciones a no sabía dónde.

Se pasaba el día mirando el agujero donde se suponía que vivía el ratón, pero no habían rastros de él.

Comenzó a exasperarse y buscó al bulldog para que le dijera que era lo que estaba pasando en esa casa, pero lo que le dijo fue algo que no esperaba para nada.

—Se mudó —fue lo único que dijo el oji-café cuando le preguntó.

¿Se mudó? ¿A dónde se había mudado? ¿Por qué?

Fingió desinterés frente al perro, pero una vez entró de nuevo a la casa se sintió abrumado.

¿Y si no encontraba un buen hogar? ¿Qué tal que llamaban al exterminador? O aún peor, ¿Y si en la casa donde se quedara, había un gato que realmente quisiera comérselo?

Habían muchos peligros fuera para un pobre ratoncillo como lo era Jerry.

Sabía a la perfección que el ratón sabía defenderse, no por nada no había sido capaz de atraparlo en todo ese tiempo.

Se estaba torturando por algo que no le correspondía, si él había decidido irse era bajo su propio riesgo. 

Había sido sólo decisión del ratón y, por ende, no lo involucraba en nada a él. No tenía por qué preocuparse por algo así.

¿Verdad?